Ensayando una tipología de
los militantes de Alianza PAÍS
Si esta tipología se acerca a
la realidad de la militancia de Alianza PAÍS, es posible entender que la
Revolución ciudadana, tan celebrada por sus adeptos funcionarios a los ocho
años de existencia, no es ciudadana y menos revolucionaria.
26 de enero del 2015
Poca diferencia hay entre la
composición humana de este Gobierno con los que le precedieron y a los que
tanto critican en sus discursos.
Entre las muchas constataciones incómodas que me ha dejado la
conmemoración oficialista de los ocho años de la Revolución ciudadana, quizá la
más ingrata es la defensa frenética que de ella hace su militancia,
principalmente los que ocupan altos cargos en la función pública. Estos
"militantes orgánicos" del correísmo que defienden
"apasionadamente" el proceso de su revolución verde flex, tienen
origenes e intereses políticos diferentes, que sin embargo no afecta su
"compromiso" con el proceso y, fundamentalmente, su lealtad e
incondicionalidad con el líder .
Resulta,
por decir lo menos, curioso que sujetos como el Secretario Jurídico de la
Presidencia, cuyos pasos de juventud los hizo en las filas de los
socialcristianos, defienda codo a codo la Revolución Ciudadana con ex
guerrilleros de Alfaro Vive Carajo, quienes fueron perseguidos, torturados y
encarcelados por los primeros. Así también, es posible ser testigos de la
gran amistad y compromiso político que aproxima, casi hasta su mimesis, a
varios asambleistas de País, antes cercanos a los movimientos indígenas,
campesinos y ecologistas con los empresarios extractivistas que circulan en
torno a la Vicepresidencia, la Embajada ecuatoriana en Estados Unidos y el
Ministerio de Comercio Exterior. Otras alianzas extrañas en defensa de la
Revolución son las que se establecen, por ejemplo, entre la
Presidencia de la Asamblea y ciertos programas televisivos como "Yo me
llamo".
Estas,
antes, impensables conexiones y lealtades ciertamente que pueden ser explicadas
por los actuales tiempos liquidos y confusos de la alta modernidad. Sin embargo
de esta comprensión teórica analítica, que nos permite entender
esta gran confusión política de las alianzas y complicidades de PAÍS, es
posible ensayar una explicación más cotidiana y simple, no por ello menos
válida. Cada vez que la TV nos trae las imágenes de estas solidaridades
políticas en el rostro de sus protagonistas, se puede identificar una tipologia
en la militancia de Alianza PAÍS, que la desarrollo para el debate.
Hay
un tipo de militantes verdes flex, pocos relación al universo de miembros de
AP, que bien se los puede denominar "despistados", palabra que
no tiene el mismo significado que ingenuos. Los militantes despistados al
parecer han perdido la pista, no del proyecto de la Revolución ciudadana,
porque ciertamente nunca la tuvieron, sino de su propia existencia. No se sabe
¿ por qué motivo están allí? ¿Cómo llegaron al movimiento? y sobre
todo ¿por qué ocupan la función pública que ocupan? caso
sintomático de este tipo de militante es, por ejemplo, según dicen sus actos,
la Presidenta de la Asamblea Nacional. Basta recordar su ya emblemática
declaración de que "los ricos coman mierda y los pobres pan", la
misma que fue una absurda y mala referencia a la letra de la canción protesta
de Quilapayun. Sacada de su contexto social, histórico,
político y simbólico, la metáfora de la canción develó el total despiste
de la Presidenta, que defiende una Revolución que no entiende y menos aún
la caricatura que Alianza PAÍS ejecuta.
Otro
tipo de militantes son el grupo de los "oportunistas". Como se ha
observado en estos ocho años, muchos miembros de Alianza PAÍS han accionado su
participación en el movimiento desde su particular interés personal, sin
que la coherencia política y la observancia ética evite su apoyo total a toda
política que el movimiento implementa en el país. Muchos actos operados por
militantes verdes coinciden con este comportamiento. Recordemos la respuesta
que varias asambleístas oficialistas dieron al claro maltrato y chantaje
machista que el Presidente ejerció sobre ellas, por su tibia propuesta de que
los articulos del COIP se voten por separado, en un intento mínimo de defender
los derechos de la mujeres en torno al aborto por violación. La aceptación
sumisa del maltrato machista del Primer Mandatario y el castigo patriarcal de
Alianza PAÍS, que las condenó al silencio durante un mes, no se explica sino
por el oportunismo. No importó su pasado ligado a las luchas feministas, en
contra del machismo patriarcal; no importó su adscripción, al menos en el
discurso, a las reinvindicaciones históricas de las mujeres; no importó
un elemental sentido de la dignidad femenina y humana, solo importaba defender
su interés personal que ya habían ligado de manera mecánica y sumisa al
interés del movimiento PAIS y su proyecto político. La poca o ausente
integridad de este vergonzoso acto, solo muestra que el egoísmo, rasgo
principal del oportunismo, no puede ser coherente.
Hay
un grupo de militantes de PAÍS, quizá el de más peso y poder político
real, que son claramente los que se los puede definir como
"impostores". Es absolutamente evidente y conocido que el grupo
de mayor poder político en la militancia de PAÍS está constituido por
aquellos personajes que intentan fingir lo que no son. En otras palabras,
simulan ser revolucionarios, de izquierda, ecologistas, indigenistas,
campesinistas, etc. No es difícil saber que estos advenedizos
revolucionarios flex nunca comulgaron, ni de lejos, con las demandas y luchas
de los movimientos y organizaciones sociales y populares. Sin embargo de ésto,
ahora los vemos hablando de revolución, de ecologismo, de justicia
social, de igualdad, de equidad, etc., haciendo referencia y usando símbolos
identitarios de la izquierda y de las luchas populares. ¿Qué
es lo que buscan con esta burda simulación? No otra cosa que
beneficios económicos, políticos o simbólicos. Este falseamiento de su
adscripción política, así, no tiene otro fin que buscar ganancia, sobre todo
económica, tanto a nivel personal como grupal.
Para
terminar con esta tipologia, hablaré de los militantes, posiblemente, menos
visibles y sin embargo más sintomáticos de este proceso político
autodenominado la Revolución ciudadana: los "traidores". Sin lugar a
dudas, hay militantes de Alianza PAÍS que militaron en la izquierda, que
acompañaron las luchas de los sindicatos y los movimientos sociales, que se
alzaron en armas contra el neoliberalismo y el poder autoritario del
socialcristianismo. Hoy esos mismos individuos son los encargados de
desprestigiar a las izquierdas críticas, de perseguir, destruir y amenazar a
las organizaciones sociales autónomas, de juzgar, condenar y encarcelar a los
jóvenes por leer libros de izquierda, oir música protesta, o a los estudiantes
secundarios por salir a protestar, o a los indígenas y campesinos por
defender la vida, o de prestarse para dividir y formar organizaciones
paralelas. Pasar de ser un militante de izquierda que aprendió y se formó
en el seno de las luchas populares, que conoció y participó de las resistencias,
sus saberes y sus prácticas a ser el policía, el infiltrado, el juez, el
carcelero, el delator, es pasar a ser traidor.
Si
esta tipología se acerca a la realidad de la militancia de Alianza PAÍS, es
posible entender que la Revolución ciudadana, tan celebrada por sus adeptos
funcionarios a los ocho años de existencia, no es ciudadana y menos
revolucionaria. Poca diferencia hay entre la composición humana de este
Gobierno con los que le precedieron y a los que tanto critican en sus
discursos. Quizá una diferencia sea el número alto de miembros de PAIS, que
facilmente pueden ubicarse en el cuarto tipo.
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