Mientras las Naciones Unidas se vanaglorian por
haber concluido “exitosamente” con “un borrador de acuerdo y avances concretos”
la vigésima Conferencia de las Partes (COP 20) sobre Cambio Climático en Lima,
la amplia gama de movimientos sociales de todo el mundo que reclamó justicia
climática en la capital peruana se muestra profundamente preocupada por los
resultados que arrojaron las dos semanas de negociaciones oficiales.
Ya no por la falta de avances en las mismas, sino
porque esos avances se terminaron dando en la dirección contraria de las
soluciones necesarias propuestas por los movimientos.
Muchas razones pueden explicar los fatídicos
resultados, pero existen dos muy claras: el copamiento por parte de las
corporaciones tanto de los gobiernos como de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), y la nula atención de este
espacio a las propuestas y exigencias de los movimientos sociales, que en todo
el globo reclaman cada año acciones contundentes para cambiar un sistema que,
entre otras cosas, está generando la crisis climática.
Una de las principales consignas del resultado de
las negociaciones, resumido en el documento "Llamado de Lima para la
Acción Climática" (Ver aquí), es la adaptación (al cambio
climático). Se podría decir que adaptarse a la crisis climática es
prácticamente una acción que se auto explica como insuficiente para hacer
frente a un fenómeno sobre cuyas causas existe ya bastante consenso. Es decir,
el actual calentamiento global ha sido provocado por la gran concentración de
Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera, por lo que las medidas
deberían estar enfocadas en la disminución de emisiones de estos gases; y no es
una discusión para nada menor el cómo se harán estos recortes, para lo cual es
fundamental incorporar los criterios y exigencias de los movimientos sociales
por justicia climática, que serán mencionados más abajo.
El Presidente de la COP 20, el ministro del
Ambiente de Perú, Manuel Pulgar-Vidal, afirmó según el comunicado de prensa de
la CMNUCC: “Lima ha dado una nueva urgencia para acelerar la adaptación y
construir la resiliencia en el mundo en desarrollo, y, no en menor medida,
fortaleciendo la conexión con la finanza y el desarrollo de los planes
nacionales de adaptación”.
Ahora, ¿qué acciones previó o sugirió la CMNUCC
específicamente para los llamados países desarrollados? Según el cuarto punto
del documento, la CMNUCC urge a que estos brinden apoyo financiero a los países
en desarrollo para que puedan adaptarse y mitigar sus contribuciones al cambio
climático. Pero el documento no determina acciones en términos de reducciones
de emisiones específicas para los países desarrollados. La COP 20 en realidad,
“invita” en el punto número 14 de su documento a que “todos los países”
presenten a la Secretaría Ejecutiva de la Convención sus llamadas
“contribuciones nacionales determinadas” en referencia al cambio climático.
Sin tener que atenerse a ningún criterio más que el
que establezca su propia voluntad, todos los países (sin diferenciar a los
históricamente contaminantes y responsables por lo tanto del calentamiento
global) son invitados a presentar antes de la COP 21 en París su plan de contribuciones
en relación con los recortes de emisiones. Es decir, reducen lo que quieren.
Los movimientos sociales que reclaman justicia
climática han enfatizado la obligatoriedad de incorporar en las negociaciones
el concepto de responsabilidades históricas en el fenómeno del cambio
climático. En este sentido, los países históricamente más contaminantes
salieron nuevamente victoriosos de la COP. El documento final reconoce en su
punto 3 que la COP 21 debe proponerse alcanzar un acuerdo ambicioso que refleje
el criterio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”, pero sin
especificar con qué criterios se establecen estas diferencias, por lo cual
países en desarrollo y desarrollados pueden llegar a ser considerados
igualmente responsables del fenómeno climático.
Sin sorpresas, pero con mucha alarma
Los distintos movimientos sociales y redes de
organizaciones a nivel internacional llegaron a Lima sin depositar ninguna
expectativa en el éxito de las negociaciones climáticas oficiales. Organizaron
una Cumbre de los Pueblos de cuatro días con más de 160 actividades inscriptas
y una marcha realizada el 10 de diciembre (Día Internacional de los Derechos
Humanos) que superó expectativas propias y ajenas, llenando las calles limeñas
con más de 15 000 personas integrantes de sindicatos, organizaciones
campesinas, estudiantiles, indígenas, de mujeres y ambientalistas del Perú y
los diversos continentes, entre otros actores.
Rechazo unánime
“Vinimos con la conciencia de que las COP no pueden
resolver nada, mientras no cambiemos el sistema capitalista”, afirmó la
activista Lúcia Ortiz, coordinadora del Programa de Justicia Económica y
Resistencia al Neoliberalismo de Amigos de la Tierra Internacional a Radio
Mundo Real. En cambio, la tarea que según ella convocó a la sociedad civil
nuevamente en una Cumbre de los Pueblos paralela a las negociaciones oficiales
fue la de “monitorear, denunciar y rechazar el avance de las falsas
soluciones”.
En este sentido, los mecanismos de Reducción de
Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD), denunciados
por los movimientos como formas de hacer negocios con la crisis climática sin
siquiera enfrentarla, han salido fortalecidos de cara al nuevo acuerdo que
sería firmado el año próximo en París.
A modo de ejemplo de los problemas que pueden
generar los proyectos REDD, y que en muchos casos ya están generando, se
encuentra el de la modificación de las formas de uso de la tierra y los
territorios: “ahora ya no se podrá ver un latifundio como improductivo, porque
aunque no haya gente trabajando ahí se lo puede considerar como ’cultivador de
carbono’. Así que los grandes latifundistas y las grandes organizaciones
conservacionistas (que tienen muchas tierras) van a ser beneficiados por vender
bonos de carbono”, explicó Lúcia.
Cada año más involucrado en el movimiento por
justicia climática, el sector sindical se hizo presente en la Cumbre de los
Pueblos, y también manifestó su rechazo a la malograda conferencia de clima:
“Aunque varios gobiernos plantearon la importancia de incluir un mensaje para
los trabajadores del mundo sobre la necesidad de los trabajos decentes y de una
transición justa en el proyecto de texto de París, los co-presidentes han hecho
caso omiso de estas demandas, dejando la duda acerca de quiénes son los que realmente
conducen este proceso”, expresó Sharan Burrow, secretaria general de la
Confederación Sindical Internacional (CSI) en comunicado de prensa.
Un punto de las negociaciones que fue considerado
“histórico” por la presidencia de la COP 20 fue la creación de un Plan de
Trabajo de Lima sobre género, que pretende “promover la efectiva participación
de las mujeres en los ámbitos de la CMNUCC y fortalecer el trabajo de empoderar
a las mujeres y convertirlas en agentes importantes de cambio en relación a la
adaptación y mitigación”, según consigna una noticia publicada en el sitio
oficial de la COP 20 (ver aquí)
Según afirmó a Radio Mundo Real la activista Tica
Moreno, del movimiento feminista Marcha Mundial de las Mujeres, “esta no es una
estrategia reciente, es una estrategia vieja de la ONU y de varios acuerdos
internacionales no sólo relacionados al clima”. Agregó: “Para el caso del
clima, a la vez que se busca promover un ’maquillaje verde’, como en con la
economía verde, se pretende hacer un ’maquillaje de género’. En realidad, se
usa el discurso de género y a las mujeres para impulsar programas de
financiarización de la naturaleza, como REDD. Y lo que vimos en la Cumbre de
los Pueblos es que justamente las mujeres están resistiendo en los territorios
a estas falsas soluciones promovidas desde el sistema capitalista”.
Desde el movimiento campesino latinoamericano,
representado por la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo
(CLOC-Vía Campesina), el rechazo a las negociaciones no se hizo esperar. En un
comunicado, la CLOC-VC (ver aquí) tildó el documento final de
“débil y tibio”, y reiteró sus críticas al modelo agroindustrial y de
agronegocios como uno de los responsables por la crisis climática, por su uso
intensivo de combustibles fósiles en sus distintas etapas de producción. Sin
embargo, el modelo de los agronegocios ahora aparece promovido como respuesta
al cambio climático desde ONU, bajo el concepto de “Agricultra Climáticamente
Inteligente”.
Rechazando esta estrategia generada y promovida por
la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación)
y el Banco Mundial, la CLOC-VC reiteró su propuesta de promoción de la
agricultura agroecológica campesina y familiar en pequeña escala, como un
camino imprescindible hacia la justicia climática y ambiental.
Arquitectura para el despojo
La posibilidad de que Naciones Unidas llegara a un
acuerdo que incorporara algunas de las perspectivas y propuestas de los
movimientos populares podría llegar a sorprender, aunque luego pudiera correr
la misma suerte que la del Protocolo de Kyoto, que no fue otra cosa que
irrespetado e incumplido desde que entró en vigor en 2005 por grandes naciones
contaminantes y poderosas como Estados Unidos, Japón o Canadá.
Pero entra en juego ahora una situación mucho más
grave: no sólo las exigencias en medidas de combate al cambio climático se han
flexibilizado más, proponiendo además que sean determinadas por la libre
voluntad de cada país, sino que las Naciones Unidas siguen aumentando la
apuesta en las estrategias de mercado como reglas de acción referentes al
cambio climático.
Como denuncian los movimientos populares que se
unen cada vez más en torno a esta discusión, esto no implicará cambio alguno de
respuesta a la problemática del clima, y únicamente abrirá el espacio para que
el capital financiero, las grandes corporaciones transnacionales y los países
más poderosos aumenten y desarrollen aún más negocios, mercados, y por lo
tanto, sus ganancias.
Fuente: Radio Mundo Real
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