viernes, 2 de noviembre de 2018

POR: Alfredo Avila Vicuña

Publicado en la Revista El Observador (Octubre de 2018, edición 107) 

Las elecciones con sus pasiones, ambiciones y traiciones
Se aproximan las elecciones seccionales, para elegir: prefectos, alcaldes, concejales y miembros de juntas parroquiales; hecho que genera inquietudes, preocupaciones de organizaciones y ciudadanos con espíritu cívico y afán de servicio a la comunidad con conocimiento de las necesidades que se deben satisfacer en el ámbito legal, de planificación y manejo financiero sin recurrir a asesores extranjeros o directores vaivenes que parasitan los escuálidos presupuestos de los GADS.

Pero también están aquellos en los que el civismo es relegado a segundo plano por cuanto son candidatos empíricos que toman la opción de llegar a la función pública deportiva e irresponsablemente aupados por los “dirigentes de los partidos” a quienes solo les importa los intereses de los grupos hegemónicos de poder, ejercido por familias tradicionales que han secuestrado la actividad política para saciar sus intereses personales, familiares, empresariales y mezquinas ambiciones.

Partidos que están representados por los “jerarca” nacionales, regionales, locales, agrupaciones que necesitan recuperarse urgentemente del knock out que les propino Rafael Correa y su banda.

Además, de los partidos nos encontramos con aquellos “caciques” locales que ya saborearon las mieles del poder, del dinero, del adulo que les ensimisma e hincha su ya hipertrofiado narcisismo, lo que a su vez les induce a creer que son “lideres” amos y señores de la provincia, la región, irremplazables y predestinados para ejercer la función pública, incluso haciendo gala cínicamente de su incapacidad para ser leales a sus movimientos originarios a quienes abandonan  pública e impúdicamente de la infidelidad, deslealtad, ingratitud y soberbia para conformar movimientos locales, a su medida, con sus agnados, cognados.

 Algunos ingenuos para tener la carta de presentación, para deambular por las esquinas de la prostituida politiquería nacional, ofreciendo su anoréxica silueta moral y ética a aquellos partidos huérfanos y anémicos de representación y militancia local que desesperados con billete en mano y sin profilaxis les utilizan como sus candidatos, pero su apetito para aparecer, aparentar y satisfacer sus instintivas necesidades politiqueras en el próximo proceso, es una orgia electoral con candidatos de la misma laya sin filosofía política, sin principios ni valores cívicos. 

El obispo Gonzales Suarez dijo “en la política se tuesta el granizo” frase que hoy cobra vigencia cuando a nivel nacional y local vemos personas militantes en partidos, que fueron antagónicos sin tregua, hoy sus cachorros y pupilos posan sin la menor vergüenza abrazados con sonrisas de ganadores de la lotería.

También nos encontramos que la partidocracia en manos de determinadas familias enriquecidas en cada gobierno y que desean mantener sus canónigos, status, que les permita seguir satisfaciendo a su voraz ambición de poder y dinero; sin pudor alguno, optan por figuras con ancestro político antagónico o por arqueológicas figuras locales, que ambicionan la reelección, hecho que deja ver la incapacidad e irresponsabilidad de los dirigentes nacionales y provinciales para capacitar y formar nuevos líderes que tomen la posta.

Hoy en día las candidaturas son designadas por el dueño o por el buró del partido en base a la ley de la oferta y demanda en otros casos, el partido al puro estilo de los equipos de futbol compran el pase del candidato con aportes de decenas de miles para la campaña de las alcaldías y prefecturas.

Antes se rogaba que sean candidatos debido a que la función pública era honorifica, sin un centavo de sueldo, pero, hoy en día hay razones para la pelea por ser, querer ser, así no merezcan, porque,  entre ellos están los desproporcionados sueldos de 3.900 dólares mensuales, de los alcaldes (equivalente al sueldo de 10 trabajadores) y 1.900 para los concejales en los municipios más pobres y pequeños, de acuerdo a la población, territorio y presupuesto y otros beneficios de ley, sin contar con los aportes o gratificaciones por el trabajo profesional firmado por un colega para sortear la prohibición de hacerlo. La otra motivación, son  las oportunidades del ejercicio de poder, como  las recomendaciones para los puestos públicos.

Esperemos que la campaña sea de ideas, propuestas, promoción de sus fortalezas y méritos, antes que ataques al adversario  a través de falacias recitadas por mercenarios. Que el pueblo escoja conscientemente al que ofrezca lo realizable, y que rechace la infidelidad, deslealtad e ingratitud de aquellos que han prostituido y comercializado la política, a través de su dinero.  

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