jueves, 15 de noviembre de 2018

Coca Codo es la chatarra más cara en la historia del Ecuador

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Coca Codo Sinclair es considerada la mayor obra de ingeniería de la historia del país. Además, ha sido el principal emblema de la década correísta. Hay que sumar el hecho de que fue convertida en todo un símbolo de una nueva orientación geopolítica que tenía como centro de gravedad la China: la nueva potencia mundial que reemplazaba al pérfido imperio yanqui, tan odiado por la izquierda continental. Tan grande y tan emblemática es esa presa que su inauguración oficial se hizo en medio de la pompa y el boato que el gobierno de Correa dedicó a la visita al Ecuador del presidente chino Xi Xinping, en noviembre del 2016.
Pero a la vuelta de tres años, resulta que Coca Codo es un espejismo. Según un informe previo de Contraloría que fue leído hoy (14 nov.) en el auditorio de esa entidad, la estructura de la obra tiene fallas tan graves que es necesario remover la casa de máquinas para poder repararla. O incluso reconstruirla. Una tarea que significa la pérdida de al menos 1 010 millones de dólares que costaron los equipos que instalados en ese lugar. Habría que agregar 83′ 789 000 dólares que costó la instalación de los ocho distribuidores y que ya llegaron al Ecuador desde la China con fallas de fabricación.
El informe de Contraloría habla asimismo de que la situación de la hidroeléctrica es tan crítica que en algún momento habrá que pensar en una paralización de la operación hasta que se solucionen los problemas, lo que significa que cada mes el Estado dejaría de recibir 49′ 807 000 millones que vende mensualmente en energía eléctrica.
La obra, cuya operación debía estar garantizada plenamente para los próximos 50 años, mostró evidencias de que está seriamente averiada cuando apenas llevaba dos años de funcionamiento, dice por otro lado el documento de Contraloría que fue leído ante los abogados de Sinohydro y el consorsio estatal Coca Codo Sinclair.
Según el informe, que puede ser rebatido en los próximos cinco días por los involucrados, Sinohydro compró a la contratista Harding ocho distribuidores para la captación de agua y generación de energía eléctrica. Esa empresa, a su vez, subcontrató a una fábrica china que construyó los equipos con un acero que no cumplía con los estándares fijados en el contrato. El acero usado, se dijo también, es mucho más frágil de lo que establecen los códigos internacionales para ese tipo de obra. Además, las soldaduras que se hicieron en la zona cuando se trató de solucionar las fallas, tampoco fueron bien hechas ni se usó el material idóneo. El equipo de la casa de máquinas, aseguran los documentos, llegó desde la China con fisuras y muchas otras se abrieron cuando arrancó la operación de la hidroeléctrica.
En total, se detectaron 7 348 fisuras en los ocho distribuidores de la presa, con algunas tan grandes como una que llegó a tener 38 centímetros. El informe dice que la empresa que fabricó los distribuidores hizo una reparación de las fisuras  tan mal hecho, que tiene que volverlo a hacer si no se quiere que la obra quede inservible.
Según los auditores de Contraloría y los exámenes de otras empresas especializadas que han analizado la obra, si no hubiera sido porque se detectó fortuitamente una de las fisuras, las consecuencias hubieran sido impensables. En todo el embrollo, también está metida la empresa mexicana de fiscalización que autorizó Sinohydro que utilice un acero que no tenía la resistencia necesaria. Los fiscalizadores también recomendaron echar hormigón sobre las fisuras en las estructuras de metal, lo que complica aún más el arreglo de los problemas. Desastre total.
El problema al que apunta el informe de Contraloría no está únicamente en que el país ha gastado 2 245 mil millones en una obra pésimamente hecha. Los defectos de la construcción se conocían a la perfección en el 2015, cuando se hicieron las primeras pruebas y reparaciones que, para colmo de males, fueron inútiles porque al poco tiempo aparecieron más fallas. El gran problema está, entonces, en que nadie hizo nada ni para advertir lo que pasaba ni para suspender o renegociar el contrato con Sinohydro. ¿Dónde estuvieron los ministros de Energía del correato como Alecksey Mosquera o Esteban Albornoz?  ¿Qué dijo Jorge Glas, entonces vicepresidente y encargado de esta megaobra?
En lugar de encender las alarmas por lo que ocurría y a pesar de la gravedad del asunto, el gobierno de Correa prefirió seguir con la maquinaria de propaganda para la cual esa obra se prestaba tan bien. El Coca Codo representaba para el correísmo colocar a su gobierno como el realizador de una obra hercúlea que marcaba un antes y un despúes en la historia del Ecuador. Era algo así como la versión en ingeniería de la revolución que se jactaba haber hecho.
Coca Codo tuvo una significación simbólica tan fuerte que el momento cumbre planificado para la visita de Ji Xinping al Ecuador fue precisamente la inuaguración de su operación, a pesar de que para esas fechas (noviembre del 2016) ya se sabía del desastre y del fraude que había en las obras.
Si bien el informe de Contraloría no es el definitivo, la lectura que se hizo en Contraloría marca un hito en el proceso de desengaño colectivo que está en marcha. El país, finalmente, ha gastado cerca de 3 mil millones en una obra que para muchos expertos debía costar mucho menos y que, además, está terriblemente mal hecha y cuya reparación costará una suma millonaria.

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