martes, 27 de noviembre de 2018

  
Elecciones: lo que está en juego en el Consejo Nacional Electoral
Por lo menos dos bloques se han formado al interior del Consejo Nacional Electoral (CNE), por un lado, una mayoría conformada por la presidenta, Diana Atamaint (Pachakutik), el vicepresidente Enrique Pita (CREO) y José Cabrera (PSC). Por otro, una minoría en la que están Luis Verdesoto (Ongs) y Esthela Acero (PAÍS-indígenas). Hay varios puntos de conflicto al interior del organismo de cara a las elecciones seccionales y presidenciales.
26 de noviembre del 2018
REDACCIÓN PLAN V
Luis Verdesoto y Esthela Acero se pararon y se fueron. Y con una mayoría de tres, los vocales restantes elegieron presidenta y vicepresidente, aunque votaron por sí mismos. La escena llamó poderosamente la atención, pues se trataba de la primera reunión del pleno del Consejo Nacional Electoral (CNE) que había sido posesionado esa misma mañana en el hemiciclo del Palacio Legislativo para un periodo de seis años, hasta 2024. 
Aunque en los pasillos del CNE se trata de evitar usar palabras satanizadas del pasado como "reparto" o "acuerdos políticos" -herencia de la mojigatería política del correato- lo cierto es que hubo varias e intensas conversaciones entre actores políticos para decidir quiénes serían las autoridades del CNE. 
Si bien Luis Verdesoto había sido el mejor puntuado en el concurso realizado por el Consejo de Participación Transitorio -la resolución respectiva destaca su gran preparación académica- Diana Atamaint contaba en cambio con valores simbólicos de plena moda: ser mujer y provenir de una comunidad indígena, además de formar parte de la izquierda no correísta. 

Luis Verdesoto y Esthela Acero abandonaron la sala en la que se eligió a las autoridades del CNE.
Intensos diálogos
Aunque en los pasillos del CNE se trata de evitar usar palabras satanizadas del pasado como "reparto" o "acuerdos políticos" -herencia de la mojigatería política del correato- lo cierto es que hubo varias e intensas conversaciones entre actores políticos para decidir quiénes serían las autoridades del CNE.
Si bien antes de las elecciones de autoridades hubo conversaciones previas, las fichas que se jugaron debieron responder a las estrategias políticas de las fuerzas representadas en el pleno del CNE. 
Por un lado, un CREO cuyo líder, el ex banquero Guillermo Lasso, tiene la intención de superar su naturaleza de partido de la derecha costeña con base en Guayaquil para proyectarse como una fuerza nacional, logrando ampliar la penetración en la Sierra que se hizo evidente en las pasadas elecciones presidenciales. 
Por otro, un PSC capitaneado por Jaime Nebot, quien -se dice en el círculo rojo- no descarta correr para la Presidencia de la República en 2021, como la carta más sólida de la derecha, pero que persiste en su idea de atrincherarse en las provincias de la cuenca del río Guayas, sin lograr, de momento, superar sus limitaciones en cuanto a partido de Guayaquil y su región. 
En el medio, las distintas tendencias de la izquierda no correísta: desde el Pachakutik cuyos baluartes electorales siguen estando en las provincias de la Sierra y el Oriente con un amplio electorado indígena, pasando por ex correístas y neocorreístas como los morenistas, sin excluir a izquierdas más tradicionales como el socialismo, todavía sin perspectiva electoral clara para la presidencia de la República y apostando a quitarse el INRI de haber o colaborado o apoyado a Rafael Correa en algún momento de la década perdida, así como descolocadas frente a la emergencia de gobiernos de derecha en toda la región. 
El triunvirato 
Estas fuerzas, se dice en el interior del CNE, se convirtieron en los grandes electores dentro del Consejo, pues el descalabro del correísmo más ortodoxo hace suponer que su margen de maniobra es cada vez más escaso. Por otro lado, hay sectores de la academia y la sociedad civil, aglutinadas en algunas fundaciones, que aspiraban a ser un punto medio entre las facciones políticas en disputa, pero sin un peso electoral real. 
Aunque en los partidos políticos se piensa en las elecciones seccionales que se avecinan, los jerarcas de todas las fuerzas políticas parecen tener claro que su principal objetivo es conseguir la presidencia de la República en el 2021. Si el Gobierno de Lenin Moreno es una transición desde la dominación correísta de una década hacia otra cosa, todos los partidos quieren tener un lugar privilegiado en donde poner sus fichas cuando sea la hora de la estrategia para la campaña presidencial. 
Si el Gobierno de Lenin Moreno es una transición desde la dominación correísta de una década hacia otra cosa, todos los partidos quieren tener un lugar privilegiado en donde poner sus fichas cuando sea la hora de la estrategia para la campaña presidencial.
Mientras en el escenario nacional esa es la perspectiva, en las provincias del interior del país se busca el control de las juntas provinciales, que, como se sabe, tienen un amplio margen de autonomía e inclusive pueden manejar ciertos presupuestos. En las provincias, el control de esas juntas puede ser clave a la hora de contar pequeñas cantidades de votos que pueden hacer realidad una elección. 
De ahí que las agendas al interior del CNE tuvieron dos escenarios: uno de corto plazo -el control de la Función Electoral en el interior del país, por medio de las juntas en la capitales de provincia, y otro de mediano plazo: colocar las fichas estratégicamente para las elecciones presidenciales del 2021. 
"Luis Verdesoto llegó y se postuló para presidente, pero no tenía nada que ofrecer", dice una fuente del entorno de la actual mayoría que habló a condición del anonimato. Esa misma fuente sostiene que no tener una mayoría opositora al interior del CNE era "hacerle el juego al correísmo", por lo que había que garantizar un pacto que permitiera a la Función Electoral mantenerse firme de cara al proceso.
Operadores políticos y de ciertas universidades estuvieron muy activos en las conversaciones previas, según dijeron a este portal varias fuentes consultadas. Desde el Ejecutivo, emisarios del Gobierno mantuvieron conversaciones con los vocales. Desde Guayaquil, ambos partidos de la derecha tuvieron contactos directos para conocer el estado de la correlación de fuerzas. No faltaron tampoco emisarios de la izquierda no correísta con línea directa con los políticos de Guayaquil en busca de un acuerdo. 
"Lo que se negociaba era la conformación de las juntas provinciales", dicen en cambio desde el entorno de la minoría de los dos vocales. Esas pujas no tienen nada de nuevo: si antes los partidos pugnaban por las conformaciones de los tribunales provinciales electorales, ahora el mismo tira y afloja se ha trasladado a las juntas provinciales.
La base de la negociación habría sido delimitar las áreas de influencia de cada partido: si los socialcristianos están interesados en atricherarse en la Costa, en torno a sus cuarteles generales de Guayaquil, CREO pugna por ampliar su presencia en la Sierra y las izquierdas no correístas se disputan el control de las pequeñas provincias del interior en la Sierra y el Oriente. 
¿Si Luis Verdesoto "no tenía nada que ofrecer", Diana Atamaint ofreció algo? Desde el entorno de la presidenta del CNE se niegan a responder esa pregunta, pero creen que su postulación ha sostenido un proceso "histórico" -darle el puntillazo final al correato- que no se podía frustrar por cuestiones semánticas. 
¿Si Luis Verdesoto "no tenía nada que ofrecer", Diana Atamaint ofreció algo? Desde el entorno de la presidenta del CNE se niegan a responder esa pregunta, pero creen que su postulación ha sostenido un proceso "histórico" -darle el puntillazo final al correato- que no se podía frustrar por cuestiones semánticas.
"Nuevamente quedó en evidencia la incapacidad del secretario de la política Paúl Granda - léase del régimen en su conjunto y de su operador- para estructurar un acuerdo básico de la tendencia de centro izquierda. También se evidenció de cuerpo entero la debilidad de cierta dirigencia indígena que desde un sector de Pachakutik le hizo el juego a Alianza PAÍS  y los afanes de Gustavo Baroja para captar poder en favor de su grupo", dicen desde el entorno de Atamaint.
"Si el Gobierno estuvo interesado en algún momento en tener un consejo pluralista pero con tinte de centro izquierda, hubiera activado alguna estrategia para una mayoría de tres frente a dos de derecha. Como eso no se dio, La pregunta es si el régimen trató de hacerlo, o prefirió jugar a la autonomía del organismo para que internamente resuelvan como elegir autoridades", se pregunta la misma fuente. 
"Es incomprensible que Acero haya abandonsdo la sesión. Si ella actuó como representante de un sector del movimiento indígena sería lamentable, porque mostraría falta de unidad o confusa posición personal. Si lo que primó fue su cercanía a AP, allí el responsable probablemente sería el jefe político de esa agrupación, que es Gustavo Baroja. Dudo mucho que ella hubiera actuado por su buen entender personal sin direccionamiento de esa organización o de un sector del movimiento social al cual se debe y peor por solidaridad con Verdesoto". 
Un vicepresidente de alto perfil 
Pero la presidencia de Atamaint, comenta otra fuente, depende una mayoría frágil. Enrique Pita, un "peso pasado" de la derecha costeña con amplia experiencia electoral, es el vicepresidente del organismo y podría reemplazar a la vocal indígena en cualquier momento, en especial, si se cambia la corelación de fuerzas, en el pleno de cinco personas que integran el CNE. 
La izquierda no correísta, al parecer, pactó con las dos fuerzas de derecha para empujar una de sus "victorias simbólicas", tan preciadas, pero que, en definitiva, podría simplemente ayudar a consolidar un bipartidismo de derecha entre el PSC y CREO. Esta victoria simbólica -postular una mujer indígena como presidenta de la Función Electoral- podría pavimentar una consolidación de las derechas costeñas con miras al proceso del 2021. 

Para la izquierda no correísta, la presidencia de Diana Atamaint es un triunfo simbólico.
Esta victoria simbólica -postular una mujer indígena como presidenta de la Función Electoral- podría pavimentar una consolidación de las derechas costeñas con miras al proceso del 2021.
Si bien ambas fuerzas políticas parecen haber superado -por ahora- sus diferencias para consolidar una mayoría, esta podría ser coyuntural y no superar las elecciones seccionales. 
Mientras tanto, ¿qué van a hacer Verdesoto y Esthela Acero, la vocal de PAÍS? ¿Se convertirán en francotiradores solitarios frente a un triunvirato volátil? ¿Esperarán que se produzcan las primeras fricciones para inclinar la balanza de uno u otro lado?
En una rueda de prensa, Verdesoto y Acero consideraron como legítima forma de protesta a su decisión de dejar la primera sesión, pero debieron reconocer a la mayoría conformada y la presidencia de Atamaint. Aunque Acero ha llegado al CNE, en teoría, postulada por el PAÍS cuya cabeza visible es Gustavo Baroja, sus simpatías podría inclinarse más por ciertos sectores del indigenado serrano que por el correísmo más ortodoxo. Sin embargo, sobre Acero se estarían produciendo presiones tanto de las líneas más duras del correísmo cuando de neocorreístas que creen que debe ser un elemento gravitante en las decisiones del CNE. 
Por lo pronto, el calendario electoral está en marcha. Aunque la presidenta del CNE ha admitido ciertas demoras en las juntas provinciales, y se ha centrado en la organización electoral, hay otro elemento que podría alterar la correlación de fuerzas. El Consejo Transitorio debe designar a los suplentes de los actuales vocales, lo que sería una carta que aún se negocia. 
La organización electoral, en todos los procesos, tiene detalles logísticos: papeletas, kits electorales, material complementario, voto electrónico, transmisión de datos, compra de computadores,  observadores internacionales, sobre los que se centrará el debate en las próximas semanas. Otro aspecto pendiente es la fiscalización del anterior Consejo Nacional Electoral, de mayoría correísta, que llegó a manejar millones de dólares en presupuestos para organizar las polémicas victorias en las urnas del correato. 
Si el actual triunvirato se mantiene o se reacomoda, es imposible todavía de predecir. 

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