domingo, 23 de septiembre de 2018

Viva el Santo



Aurelio Maldonado Aguilar
Por AGN - 20 septiembre, 2018193
Cuando la República del Ecuador nació y dio sus primeros y traumáticos pasos como nación, la afirmación de “la justicia es solo para el de poncho” nació también y persiste a pesar de la centuria transcurrida y con plena vigencia, pues especialmente en estas épocas de revolución ciudadana donde proliferaron rapaces a todo nivel, todos o casi todos, están fugados, viviendo y gozando de su mal habido matute sustraído al pueblo mismo de forma institucionalizada y organizada donde todos, desde sus diferentes posturas, ávidos recibían pingües coimas y sobreprecios en degradante y fétida asociación delincuencial y mafiosa. No hay quien se salve. Desde la esfera más alta del poder y pasando por asambleítas que esquilmaban sueldos de aparentes consejeros, jueces y fiscales que amarraban por dinero sus fallos, ministros e incluso muchos de abajo en la cadena de poder como concejales y autoridades provinciales, pedían sus diezmos codiciosamente so pretexto de colaboración voluntaria para el partido verde. Si bien delincuentes y ladrones de bajo caletre entran y salen de la cárcel como si fuese su casa, no podríamos comparar con la suerte de otros ladrones de alto coturno que, si por gracia de los santos cielos fueron aprehendidos, viven una vida cómoda y con guardaespaldas que les defienden en caso de cualquier agresión y alimentándose con comestibles exportados de fondas finas de la ciudad.
Largo, muy largo sería nombrar los pillos verdes huidos del país. Incomprensible también resulta el por qué no son extraditados, si muchos de ellos, la gran mayoría, están en playas de Florida. ¿Por qué los EEUU no los regresa esposados como lo está haciendo con migrantes que van a trabajar y buscar sustento y no son ladrones ni delincuentes?
Mientras tanto en la cárcel 4, aposento de lujo entre los presidios que tenemos, se prende la fiesta. La madre del preso trae enorme pastel de tres leches. Carteles, banderas verdes, globos y barahúnda cunde en el presidio y de forma inquietantemente absurda y permisiva ingresa una turba de vocingleros que vitorean y micrófono en mano, discursean frenéticos asegurando orgullosos que son correistas a mucha honra y que no tienen nada que esconder y que, además, viva la revolución ciudadana y el partido AP, disertación cínica vista en redes de asambleísta conocida y mientras tanto un grupo de mariachis de grandes sombreros, guitarrones y bigotes, le cantan al reo la ranchera cuyo nombre y letra dice “y sigo siendo el rey” Y parece tener razón la rancherita, pues el santo mocarro, cabeza y sonrisa de lado, no está vestido con ropa tomate de presidiario, sino más bien con rígido terno sastre y rejuvenecido con implantes de cabello, exhibiendo frondosa cabellera. Mientras en otros presidios familiares se quejan que pueden visitar sus presos muy poco tiempo y que, incluso mujeres que vienen para visitas íntimas, son palpadas con dedos enguantados que examinan sus cavidades y púdicas regiones, en la cárcel 4, cómoda estancia del reo vidrio, le festejan por todo lo alto, con música mariachi, discursos, loas y pasteles.
La cárcel es para el de poncho, se confirma nuevamente. ¿Cuál es la razón para no trasladar al delincuente a la cárcel común de Latacunga o Turi? ¿Qué pasa con autoridades de gobierno y fiscal que no tratan igualitariamente a todos los presos? ¿Qué sucede que no se levantan cargos prácticamente confirmados y no le cobran el dinero de glosas indicadas por contraloría que debe resarcir al estado don vidrio? ¿Quién permitió la fiesta en honor del preso y que corona tiene aparte de sonrisa chueca y de fraudes bien comprobados como rey del sector estratégico? ¿Quién ordena que sea considerado y mimado tras las rejas? (O)

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