Publicado en mayo 1, 2016 en La Info por José Hernández
Presidente,
Usted no para de hablar. Ahora hace autocríticas. Ve en retrospectiva su obra. Dice las cosas con cortesía. Hace confidencias. Es cruel consigo mismo. Se reprende. Se arrepiente. Hace chistes. Es poeta. Bueno, usted se libera y hace feliz a la gente.
La MashiMachine fue concebida como una experiencia democrática para que cada ciudadano, independientemente de sus opciones políticas, pueda decir lo que piensa. Por supuesto lo hace a través suyo porque tras casi diez años en el poder, usted ha enseñado que es usted el único que tiene la facultad de ser irrefutable en el país. Nada iguala su voz. Nada es equivalente a sus palabras. Nadie tiene su credibilidad. Nadie puede aspirar a su sapiencia. Si alguien puede decir algo, de usted, sobre usted o de lo que sea, debe ser usted mismo. En definitiva, si hay un referente de libertad de expresión, referente único y supremo, es usted.
La mashiMachine es usted. Pero la gente es impredecible. Está usando esa herramienta de expresión como si usted tuviera también el don de ser doble. No ubicuo, doble: monarca y bufón al mismo tiempo. El monarca lo requería porque era el único que, en la intimidad, podía hablarle, tutearlo, razonarlo, reintegrarlo si se quiere en la especie humana de la cual el monarca, por función y origen, estaba destinado a escapar.
Hay decenas de miles de videos, Presidente. Mire algunos. En todos está usted. Está sin las máscaras majestuosas del poder. Sin hojarasca retórica. Sin doble lenguaje. Sin doble moral. Sin ese doble estándar que lo hace omnipotente. Sin su ironía asesina. Sin sus gestos altivos. Sin ese cinismo que lo vuelve purgante. Sin esa prepotencia que ya tomó las riendas de su cuerpo. La MashiMachine está logrando –sin que esa hubiese sido la intención pelagata– la gesta mayor anhelada por el rey: que alguien le diga la verdad.
De un golpe, gracias a esta herramienta pelagata, usted es usted y su bufón. Y ese bufón, que es usted mismo, le dice la verdad. Usted asume el privilegio de ser el lado irreverente de su propio yo, el espacio de la fiesta, el motivo de la liberación colectiva, el único sujeto capaz de producir una catarsis colosal. La MashiMachine lo delata y, al mismo tiempo, lo celebra: usted es usted y es su bufón multiplicado al infinito. Usted podrá al fin decir –y esta vez sin exagerar– que gracias a los pelagatos usted es una experiencia única en el mundo. Enhorabuena, Presidente.
Rey, bufón, agitador, perturbador… todo en uno. Todo en usted que, de un golpe, se encuentra ante un espejo. Sin mediadores que, además, usted aborrece. Usted íngrimo ante sus palabras que, tejidas por otros, conducen ineludiblemente al lugar que usted desertó desde antes de instalarse en el poder: el sentido común.
Sin sentido común, usted y su gobierno dieron paso a lo que usted se dice, a veces rudamente, en la MashiMachine. Basta con que le eche un ojo a los videos para saber de qué se trata. Aunque usted lo sabe, por obvias razones.
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