miércoles, 11 de mayo de 2016

Sr. Correa, háganos un favor a todos: ¡Renuncie ya! Emilio Palacio

CARTA ABIERTA

11 de marzo del 2016
Economista
Rafael Correa Delgado,
en su despacho:
Días atrás usted reconoció en público: “El país necesita descansar de mí, y yo necesito descansar un poquito del país”.
Lo dijo en lenguaje diplomático. Más sincero hubiese sido: “El país está harto de mí, y yo no soporto más que me reclamen tanto”.
Aun así, todos entendimos el sentido de sus palabras: Sin recursos petroleros, le quedó grande manejar el país. Se le nota.
Es feo gobernar sin dinero. Sólo los grandes estadistas saben hacerlo. Con dinero ajeno, hasta el mas inepto es popular; cualquiera hace “milagros”. 
Sin dinero, los militares no obedecen, las nuevas carreteras se derrumban, los alcaldes y prefectos reclaman, las ciudades y pueblos inundados no reciben ayuda, los flamantes aeropuertos se ven vacíos y ni con sándwiches acuden a aplaudirlo.
Hay quienes interpretan que por todas estas dificultades usted renunció a su candidatura, y ahora buscaría que los militares lo echen, para mudarse a Bélgica en papel de víctima, y disfrutar allí de su nueva vida de aniñado en paz. 
Yo tengo mis dudas. Pero si fuese cierto, ¿para qué arriesgar tanto, si con una renuncia se arregla todo? 
Échenos la culpa. Diga que la oposición y la prensa independiente nos hemos confabulado para impedirle que administre en esta etapa de vacas flacas. (No reconozca que estamos en crisis, no hace falta). Así que no le ha quedado otro camino que un desprendimiento personal y dar un paso al costado. 
Yo venía proponiendo que el pueblo lo saque del poder. Pero no convencí a todos. Pesó más el argumento de que usted debe permanecer en el poder hasta el último día, para no convertirlo en víctima. No coincido. El país está primero, y hay tres peligros inmensos que me hacen pensar de otra manera: 
– Usted casi destruyó el sistema de pensiones, la credibilidad financiera del país y la industria petrolera nacional, pero ahora está a punto de destruir además la dolarización. 
– Usted despilfarró o le metió mano a una inmensa fortuna, que pudo haber transformado al país en una potencia, pero ahora además nos está empeñando de por vida a los chulqueros, convirtiéndonos en deudores hasta la cuarta o la quinta generación por venir. 
– Usted le abrió las puertas a los carteles de la droga, pero ahora además les permite que infiltren a la Policía y al Ejército. 
Pero si la inmensa mayoría prefiere soportar un año más tantas angustias, como hombre democrático debo esperar, y no me queda sino apelar a usted para que renuncie. 
¿Por qué debería aceptar mi propuesta? 
Si renuncia, no tendrá que volver a un empleo mediocre. Ya no viajará en dos aviones del estado, pero podrá comprarse todos los aviones que desee. No podrá cantar con Miguel Bossé en el Palacio de Carondelet, pero podrá invitarlo a cualquiera de sus mansiones. No pagaremos por su escolta personal, pero podrá comprarse un ejercito de mercenarios si desea. 
A usted, el dinero no le falta, como no le falta a Lula, a Cristina Kirchner o a los herederos de Chávez. El Socialismo del Siglo XXI, ahora lo sabemos, no fue sino un grupo delictivo organizado, como lo define la Convención de Palermo. 
Piense también que si espera un año, podría ser demasiado tarde. Todos los presidentes sin dinero acabaron mal. Algunos, los que tuvieron suerte, huyeron al extranjero. Pero otros terminaron como el viejo Alfaro. Nadie quiere eso para usted. Pero a veces los acontecimientos se desbordan y los pueblos se impacientan.
Sólo hay algo que no le ofrezco: No vamos a olvidar ninguno de sus delitos. Si renuncia, si lo echan, o si se va al terminar su mandato, usted y sus cómplices serán juzgados por los crímenes del 30 S, por el asalto a los fondos del ISSFA, por encubrir los asesinatos del general Jorge Gabela y Fausto Valdivieso, por el negociado del Aromo, y por tantas barbaridades más.
Desde el exilio involuntario, 
Emilio Palacio
Periodista

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