lunes, 23 de mayo de 2016

El ambiente huele a basura

  en Columnistas/La Info/Las Ideas  por 
Ciertamente no hay pruebas de todo el latrocinio que se percibe. El control político y la subordinación de los fiscalizadores, quienes deberían procesar políticamente las responsabilidades que luego deriven en juicios penales, destituciones y en muchos casos, en el pasado, huída y expatriación, aporta en la sensación de que algo se encubre. ¿Cómo no dudar de la intención de encubrir si se intenta callar a los medios digitales en los que se publican investigaciones?
Con tanta plata y cero control, la percepción de que se han levantado en peso el país es entendible. En el pasado sin tanta plata, con algún control, sin emergencias, así, algunos se alzaron con dinero que es de las personas pero que lo administra el gobierno. Desde el inicio del correísmo, a pretexto de rapidez, acostumbraron a declarar en emergencia toda actividad en la que se quería gastar. Solo en el primer años de gobierno, el presidente firmó aproximadamente 200 decretos de estado de emergencia para obviar concursos y controles. Se entregó chequera abierta a ungidos, supuestamente impolutos, que sin duda debían ser de confianza del líder. Así sucedió con los quinientos millones puestos a la orden de quien, en representación del mesías, metió la mano en la justicia, para que contrate a su libre albedrío. En el despilfarro grosero en El Aromo, los mil doscientos millones que usaron para aplanar el terreno que se distribuyeron a dedo. La repotenciación de la refinería, por la misma supuesta emergencia, terminó repotenciando el negocio de edredones y el bolsillo de muchos más (de eso estoy seguro) que solamente el del bravo, que se atrevió a armar burdamente el entramado de offshores para robarse el dinero. En estado de emergencia se arregló el Registro Civil, se construyeron edificios, se armaron oficinas (computadoras, sillas, escritorios) de la Asamblea de Montecristi; se contrató reparación vial; arreglos de pistas y aeropuertos. En el gasto de obra pública hay mucho que investigar.
Pero la opacidad no es solo en contratos para obras de infraestructura vial, petrolera o para expansión de la burocracia. En los términos, volúmen y condiciones de pago de deuda, el secreto encubre algo que, investigado, mostrará lo oneroso y pernicioso que ha sido ese endeudamiento. En el pasado, la izquierda representada por muchos que son parte activa del correísmo, boicoteron elfactoring petrolero, que es la anticipación de recursos, con descuento, de la futura producción petrolera. Para financiar este experimento fallido y nefasto no solamente se deglutieron los ingresos presentes sino también los de diez años de producción en adelante. Todo esto, con contratos secretos cuya lesividad afectará su legitimidad y exigibilidad. Quienes los hayan suscrito también deberán responder como cualquier aprovechador de recursos que administra el Estado.
Y como bumerán volverá contra Correa la tesis de la responsabilidad coadyuvante, que no solo sería política, sino en otros campos. No le conozco a Bravo, dice. Pero, ¿cómo entrega él, que todo lo controla y lo sabe, que no solo es presidente sino ministro de todo y aun secretario de riesgos, la administración de tantos millones de dólares en manos de un desconocido? Me parece poco creíble. Tanto como creíble es que su pariente, Delgado, volvía luego del matrimonio.
Tanta basura escondida debajo de la alfombra, que es lo que ha hecho el gobierno obviando denuncias o endosando a los denunciantes la responsabilidad, puede que no sea vista por todos, pero el hedor que emana es inevitable.
Difícil será que en este período se investigue y menos que todos los responsables sean atrapados. Tengo la impresión de que va por muy arriba. Pero será tarea y asunto de acuerdos entre los sectores que postulen a captar espacios de poder, tener autoridades de control y fiscalización que levanten el pudridero de corrupción y la sometan a la justicia. Por sanidad moral y por institucionalidad será preciso hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario