domingo, 15 de mayo de 2016

En venta

Francisco Febres Cordero
Domingo, 15 de mayo, 2016 - 00h07


Como según las más modernas teorías económicas todo gasto es inversión, tenemos una cantidad de inversiones que nos van a sacar de la crisis. Por eso a mí me parece perfecto que comencemos vendiendo las centrales hidroeléctricas, que fue una inversión que se hizo para generar electricidad. Quienes estén interesados pueden llevarse las centrales a su casa para hacer funcionar enseguidita sus cocinas de inducción, por ejemplo.
Y así, poco a poco podríamos ir vendiendo algunas de las muchas inversiones que se han hecho y con eso tendríamos la liquidez que requerimos para, como decimos los economistas, tener liquidez. La primera hidroeléctrica que ha salido para la venta es Sopladora, que tiene mucha liquidez porque está accionada por agua, creo. Tanta liquidez que se la podría vender a mucho mayor precio ahora que estamos en invierno porque en verano, como baja la liquidez en los ríos, Sopladora ya no ha de soplar tanto que se diga.
Aunque, en el fondo, sí nos daría pena vender Sopladora. Tanta ilusión que teníamos de que sople solo para nosotros y nos llene de energía. Pero bueno, en compensación nos quedamos con la secretaría del Buen Vivir, que también nos llena de energía y que, por suerte, no se ha de vender jamás de los jamases.
¿Qué más podríamos vender? ¡Cómo vamos a vender petróleo, pues, si eso ya está vendido a los chinos por los próximos treinta años! Las minas también ya están vendidas. Guardaespaldas sí podríamos vender porque esos hay por miles.
Chuta, pero, ahurita que me doy cuenta lo mejor sería vender patentes, como esa que contiene la prohibición de expender licor los domingos. Tan buena fue esa patente que casi acaba con la delincuencia. Ahora, como prácticamente no tenemos delincuencia, la necesitamos para que haya reactivación económica y por eso levantamos la prohibición. Millones nos pagarían por esa patente.
La patente del nepotismo también podríamos vender. Es que en otros gobiernos no han de saber cómo se hace para que estén en cargos burocráticos el papá, la mamá, los hermanos, el marido, su cónyuge y sus hijitos. Aquí, en cambio, eso es facilito porque tenemos la fórmula.
Y la patente de los sobreprecios también podríamos vender, porque somos unos genios en hacer que una cosa que se presupuestó en determinada suma termine costando diez veces más, con lleve incluido. Por la venta de esa patente, claro, no cobraríamos el 14% del iva y, además, daríamos el off short de yapa.
Y otra cosa que podríamos vender son las carpas de las sabatinas, que deben estar almacenadas por cientos con lo que ahora tanto el titular como el que le imita actúan desde oficinas. Y las carpas hasta pueden ofrecerse con un diccionario de insultos que al Trump, por ejemplo, le encantaría para su campaña. Total, si ya estamos negociando con el Fondo que, según escuchamos muchas veces decir bajo la carpa, era el engendro mismo del demonio, ¿por qué no vamos a negociar con el Trump?
La cuestión es dar el primer paso y dejar lo demás librado a la imaginación, porque productos para la venta no nos faltan. Aunque, ¡qué mala pata!, hay otras cosas que sí quisiéramos vender pero ya están vendidas al mejor postor desde hace tiempo. Como la Asamblea, por ejemplo. Y la justicia también. (O)

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