AGENCIAS
Brasilia
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En 2010, la estatal petrolera Petrobras se convirtió en la líder del ranking de las 500 mayores empresas de América Latina. Un año antes, la gigante brasileña registró ventas de casi 105.000 millones de dólares, un crecimiento del 14%, según América Economía.
Durante los dos mandatos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), Petrobras fue el buque insignia de un país en crecimiento. Pero esos miles de millones de dólares que llegaban también se habían vuelto una tentación. En ese mismo 2009 una investigación comienza a develar los primeros elementos que resultaron en un vasto sistema de corrupción que desembocó en 2014 en la operación Lava Jato y desentrañó una amplia red de corrupción que sacude al país.
El caso implica a decenas de empresarios, políticos y salpica a la presidenta Dilma Rousseff, quien enfrenta un proceso de juicio de destitución por supuesta violación de leyes presupuestarias y su futuro en el cargo presidencial se decidirá el próximo miércoles.
El escándalo de Petrobras también salpica a otros tres exmandatarios. Aunque Rousseff no es investigada en el caso, no obstante fue ella quien presidió el Consejo de Administración de la petrolera, entre 2003 y 2010, cuando se aprobaron y ejecutaron algunas de las operaciones más escandalosas, según publicó elpais.com. El fiscal general de Brasil pidió que la mandataria sea investigada por obstrucción a la Justicia en la investigación sobre Petrobras.
La red de corrupción se apropió en forma ilegal de unos $ 2.000 millones entre 2004 y 2014, admitió la propia Petrobras en sus balances.
En las revelaciones del exdirector de Petrobras Paulo Roberto Costa, quien aceptó colaborar a cambio de una reducción de pena, acusó a casi 50 políticos, 36 de ellos en funciones y muchos vinculados al Partido de los Trabajadores (PT), de Rousseff, de recibir miles de millones de dólares en sobornos.
Según Transparencia Brasil, más del 58% de los 513 diputados federales están bajo la lupa de la justicia o han sido acusados de cargos de corrupción, asesinato y violación. En el Senado, el 60% tiene problemas con la justicia.
En el ranking de Transparencia Internacional, Brasil cayó al puesto 76 de 168 países, retrocediendo siete posiciones desde el 2014.
La red de corrupción ha corrompido los círculos de poder en Brasil y si Rousseff deja el cargo las alternativas también son malas, según el historiador británico Kenneth Maxwell, autor de varios libros sobre Brasil.
Si el pleno del Senado vota a favor del impeachment, la mandataria será suspendida y reemplazada por el vicepresidente Michel Temer, quien según una encuesta de Ibope, apenas cuenta con el apoyo del 8% de los brasileños como futuro jefe del Estado. La justicia sospecha de la implicación de Temer en la trama de Petrobras –un arrepentido mencionó su nombre en una confesión–, pero además es el presidente del PMDB, un partido tan afectado por el caso de la petrolera como el PT de Rousseff, según elpais.com.
El segundo en la línea de sucesión era Eduardo Cunha, quien fue suspendido como presidente de la Cámara de Diputados el pasado jueves por obstruir las investigaciones que lo involucran en el escándalo de Petrobras.
Cunha, aliado de Temer y considerado uno de los políticos más poderosos y astutos del país, es acusado por la Fiscalía de tener cuentas secretas en Suiza o de usar a aliados para pedir sobornos a empresas con contratos con Petrobras.
Cunha será reemplazado en la presidencia de la Cámara por otro diputado también investigado por Petrobras.
Además, la Fiscalía ha pedido investigar al principal líder de la oposición, el senador Aécio Nieves, por corrupción y lavado de dinero, bajo esa misma figura ha imputado a João Santana, el publicista que ideó las campañas electorales de Lula y Rousseff. El extesorero del PT João Vaccari Neto es otro de los investigados y fue condenado el año pasado.
El pasado viernes, la Fiscalía brasileña presentó acusaciones contra otros 20 empresarios y políticos, algunos de ellos muy cercanos a Rousseff y Lula, en el caso Petrobras. Entre ellos está el exsenador Gim Argello, próximo a Rousseff, quien fue denunciado por catorce delitos relacionados con el cobro de sobornos.
Mientras Brasil vive días de incertidumbre por el futuro de Rousseff y continúa el desenredo de la red de corrupción, la crisis golpea la economía del país. La agencia de calificaciones Fitch volvió a bajar a BB de BB+ la nota de la deuda soberana del país, que ya había perdido hace unos meses el preciado grado de inversión.
La economía se contrajo 3,8% en 2015, la mayor caída del PIB en un cuarto de siglo, y se estima que este año tendrá un retroceso similar y en 2017 un crecimiento cero. Cifras que están a años luz del espectacular crecimiento de 7,5% en 2010, en pleno boom de los precios de las materias primas. (I)
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