lunes, 23 de mayo de 2016

Virgilio Hernández: la quiebra ética es tu tragedia



Publicado en marzo 30, 2016 en La Info por José Hernández
Virgilio,
También tú haces un intento vacuo para ocultar, tras un manto de retórica revolucionaria, la realidad de la corrupción. Decir que hubo corrupción en el pasado no empata el partido. Habla de un hecho que ustedes han socapado: que los gobiernos que se eternizan en el poder y hacen esfuerzos inauditos por administrar en la opacidad, como este del cual haces parte, terminan hundidos en la corrupción.


No es raro que trates de poner el caso Lula donde no está. Rafael Correa lo viene intentando en las sabatinas. El presidente es –ya se sabe– omnisciente. Desde aquí no solo determinó que Lula da Silva, ex presidente del Brasil, es impoluto. Sabe que las acusaciones por corrupción que le siguen en su país han sido montadas por los poderes fácticos. Sabe incluso quiénes son el fiscal y el juez que lo quieren condenar: O Globo. Un holding de prensa. Le quieren hacer lo mismo que le hicieron a Cristina Fernández –dijo en la sabatina– dando una prueba irrefutable de que también conoce lo que pasa en Argentina. Sobre todo colige que las historias de corrupción abominables que hay sobre los Kirchner, consignadas en libros y programas de Tv., son otra falacia inventada por otro grupo de prensa: Clarín.
Tú debes haberlo oído. No es que Lula sea corrupto, que se haya prestado a tráfico de influencias, que haya aceptado que a su hijo le paguen dos millones y medio de dólares por hacer un estudio sobre deporte, copiado de Wikipedia. No. Él es culpable –dijo el Presidente– porque los jueces no aguantan la presión de los esos medios. E hizo un anuncio: “lo mismo nos querrán hacer aquí”. Es obvio: personas impolutas como las que tú conoces, los business men, siempre son víctimas de una prensa mediocre que derrama saliva, se confabula con la derecha y crea realidades inexistentes. Correa lo dice y debe saber de qué habla: sigue diciendo, por ejemplo, que el gobierno no le debía nada a Solca. Y lo dice tras haberle pagado $15 millones y haber enviado a la ministra de Salud a concertar cifras: ella ya reconoció $50 millones más y las cuentas no están cerradas. Así construye el Presidente sus verdades.
Él y todos ustedes, además de omnicientes, se creen originales. ¿No saben que antes de ustedes, Hugo Chávez y Kichner (que se derretía antes las cajas fuertes) repitieron hasta el cansancio que eran seres pulcros? Nadie explica cómo sus familias y parientes resultaron multimillonarias. Ahora Lula hace la misma extorsión al electorado brasileño. Seguramente lo has visto hablar ante los sindicalistas de su país. Lula, el mismo que cobra un millón de dólares por una conferencia -a cambio de tráfico de influencias-, el mismo que recibió un apartamento lujoso de tres pisos que figura en el caso de corrupción de Petrobras, juega a la perfección el rol de perseguido por los poderes que tú llamas fácticos: mecánico sencillo, despreciado por los ricos, irrespetado… Por supuesto, la galería que lo oye y lo aplaude no puede imaginar la mutación que sufrió uno de los líderes más populares y más respetados del planeta.
Se habrá entendido: basta con que Lula, como Chávez antes o Maduro ahora, digan que son de extracción humilde para que se vuelva sencillamente impensable acusarlos de corrupción. Basta con que digan que son revolucionarios o hacen una revolución ciudadana, para que logren esa intangibilidad que proporciona ser de manos limpias y corazones ardientes. Pero, claro, Lula, Correa y ustedes todos, agregan un imaginario para ponerse a buen recaudo de los malvados poderes fácticos: ustedes luchan por la democracia, la equidad, la justicia… Sobrentendido: aquellos que les exigen transparencia, aquellos que pretenden investigarlos, aquellos que con evidencias (como en el caso de Lula) pretenden que respondan por sus corruptelas, son -no pueden ser- sino aquellos que no son demócratas y luchan por la inequidad y la injusticia. La cuerda es de esparto pero con ciertas dosis de victimización se vuelve apetitosa para su electorado. Eso creen.
No hay corrupción, ¿cierto Virgilio?, solo poderes fácticos. Qué fácilmente has llegado, también tú, a esconderte tras las palabras para eludir las consecuencias de esa sed imperial por eternizarse en el poder. Tú, Correa, los business men, defienden a ojo cerrado a Lula. Se supone que las raterías en Petrobras (que son las que más se conocen del Brasil, pero no son las únicas) se cometieron solas. ¿Qué dirías si Lula se dijera de derecha?
Tu posición, que es la de Alianza País, lleva a otra reflexión, quizá la más importante: la quiebra ética de los proyectos que ustedes defienden supuestamente porque son de izquierda. Incluido el de ustedes. Han llegado al mismo punto de los gobiernos del pasado que, con otra retórica, hicieron lo de Chávez y Lula. Y también acusaron a los poderes fácticos pensando en escapar a los jueces.
Ustedes hablaron de revolución creyendo que todo se limita a los índices sociales. Algunos están mejor gracias a la bonanza petrolera. Pero otra vez olvidaron que el pensamiento progresista, además de la lucha por justicia, la equidad y el respeto de los derechos humanos, agregó un factor fundamental para el ejercicio del poder: la ética. La transparencia. El convencimiento de que la sociedad civil tiene que controlar al poder político. Y no al revés. Esas son algunas de las enseñanzas que dejó Václav Havel a la nueva izquierda. Tu revolución ha hecho exactamente lo contrario. Tapar, tapar, tapar… porque algo quedará en los bolsillos de los corruptos. Tu revolución es exactamente la restauración de lo peor que hizo la llamada partidocracia. Y lo es porque los gobiernos que ustedes defienden –y tu gobierno– crearon las coartas retóricas y políticas y sobre todo los mecanismos institucionales para administrar en total opacidad y en total impunidad.
Eso es lo que defiendes, Virgilio, tras tus ataques, nada originales por cierto, a los poderes fácticos. Clamas que hay que regularlos queriendo decir que hay que inmovilizarlos, amordazarlos, perseguirlos. Regularlos, en el nuevo diccionario que han inventado, es hacer lo que hace tu gobierno: tener una fiscalía a la orden, una justicia sumisa, una prensa que hace odas al amo de turno. El poder de los Correa, Baroja, Glas… que persigue a una Comisión Anticorrupción hasta por escribir cartas pidiendo que, por favor, indaguen ciertos casos que huelen mal en tu gobierno. Se comprende por qué el Presidente no entiende -al parecer tú tampoco- que en Argentina y, más en Brasil, los jueces tienen margen de maniobra para investigar también a los nuevos corruptos que parió el socialismo del Siglo XXI. Y todas las revoluciones ciudadanas juntas.
La quiebra ética, Virgilio, es la mayor tragedia de la supuesta izquierda a la cual dices pertenecer. De eso también te harás cargo cuando todo esto haya terminado.
Con la cordialidad de siempre,

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