martes, 20 de octubre de 2015

Hazaña

Francisco Febres Cordero
Domingo, 18 de octubre, 2015 - 00h14


¡Qué bestia! Qué crisis ni qué ocho cuartos. Qué Cotopaxi ni qué erupción. Qué Niño ni qué inundaciones. ¡Le ganamos a Argentina y después le ganamos a Bolivia!
Con razón el excelentísimo señor presidente de la República dijo la otra vez que la política depende de la Tri, porque si ganamos el espíritu nacional sube y, si perdemos, baja. ¡Qué frase! ¡Qué suspicacia! ¡Qué don de percepción!
Fue una sorpresa la que nos dio la Tri en Argentina, francamente. El dos a cero no reflejó todo lo que sucedió en la cancha, como decimos los técnicos. Y eso igualito dijeron también los locutores. ¿Sí les oyeron? ¡Cómo gritaban! ¡Cómo festejaban! ¡Es un triunfo que hace historia!, repetían. ¡Esto es una hazaña!, reiteraban. ¡Una hazaña!, ¡una hazaña!
Y todos, henchidos de fervor patrio, pensábamos que sí: que eso era hazaña. Y gritábamos ¡hazaña, hazaña, hazaña! Pero el excelentísimo señor presidente de la República se encargó de poner las cosas en su lugar y, como él sí sabe de fútbol, dijo que los locutores estaban equivocados, que eso no era una hazaña porque una hazaña es un hecho que sale de lo común y que lo que había hecho la Tri no salía de lo común, sino que era el resultado del gran momento por el que está atravesando.
Y entonces los catorce millones de ecuatorianos que habíamos gritado ¡hazaña, hazaña, hazaña!, nos quedamos mudos. Tan mudos que cuando le ganamos a Bolivia en ese partido que en el primer tiempo más que fútbol parecía waterpolo, ningún locutor volvió a repetir la palabra hazaña.
¡Cómo nos ilustra el excelentísimo señor presidente de la República cada vez que habla! Con razón él es nuestro guía, nuestro faro, nuestro preceptor idiomático! ¡Cómo vamos a volver a decir hazaña a algo que no es hazaña! ¡Nunca más! ¡Prohibido olvidar!
Y es que si alguien sabe lo que es verdaderamente una hazaña, es el excelentísimo señor presidente de la República, que es el que ha inaugurado el país y ha puesto orden donde antes había caos; los 14 ministerios que existían los ha convertido en 45, con cientos de asesores, choferes y carros; ha logrado silencio donde antes había fiscalización; sumisión, donde antes había Congreso; nepotismo, donde antes había pudor; despotismo, donde antes había libertad. ¡Eso es, pues, hazaña!
Mientras tanto, en el camino a tanta perfección, han ocurrido muchas más acciones de verdadero prodigio, que nuestro excelentísimo, con la propiedad de su verbo, puede calificar de hazañas. El inicio de la carrera espacial, por ejemplo, cuando enviamos al espacio el Pegaso, hecho prodigioso que revolucionó las comunicaciones interestelares. Como si eso fuera poco, hasta exportamos droga en valijas diplomáticas, en una hazaña que revolucionó las artes teatrales. Y compramos unos Dhruv que en lugar de volar, reptan, lo cual es una hazaña en el mundo de la aviación.
Tal vez a alguno de esos casos se ha de haber referido el excelentísimo señor presidente de la República cuando nos explicó clarito lo que es una hazaña. Hazañas son las que él ha cometido para dejarnos pobrísimos y endeudadísimos, y no lo de la pobre Tri que, en comparación con todo lo que ha realizado el gobierno de la revolución ciudadana, es pendejadas. (O)

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