martes, 20 de octubre de 2015

Cabos sueltos

Simón Pachano
spachano@yahoo.com
Lunes, 19 de octubre, 2015 - 00h07


Sin las explicaciones necesarias, el ministro de Defensa anunció que los helicópteros indios no volverán a volar por el momento. En una innecesaria conferencia de prensa (si no iba a aceptar preguntas pudo haber enviado un comunicado) notificó la decisión de “mantener la suspensión indefinida de los tres helicópteros que todavía están en nuestras manos”. En el fondo, la decisión es positiva porque con ella seguramente se van a salvar algunas vidas. Lo ocurrido con las otras cuatro máquinas similares ponen en números rojos el cálculo de probabilidades. Sin embargo, la declaración ministerial no cierra este controversial capítulo. Son muchos los cabos que quedan sueltos.
El primero de estos se encuentra en la contradicción que se produce al juntar las simples palabras “suspensión” e “indefinida”. La primera alude a una detención temporal, una pausa o, como corresponde a los términos militares, una tregua. Por tanto, podría terminarse el tiempo previsto para esa suspensión, acabarse la pausa o romperse la tregua. Muy diferente habría sido si el ministro hubiera hablado de terminación definitiva de la operación de los helicópteros.
Más allá de esas oscuridades, un segundo cabo suelto es el de los informes sobre los cuatro accidentes. De los dos primeros se dijo que fueron fallas humanas, lo que llevó a que en su momento el líder hiciera una exaltada defensa de la compra y de las condiciones de los aparatos. Con sus acostumbradas adjetivaciones denigró a todas las personas que insinuaron otra posibilidad. Sin embargo, según la versión del ministro, los últimos accidentes se debieron a condiciones mecánicas o estructurales de los helicópteros. Frente a esta doble realidad es imposible dejar de preguntarse si se trata solamente de una coincidencia que primero se caigan dos por impericia y después otros dos, exactamente iguales, por fallas de construcción. El mismo funcionario dejó abierta una puerta en este sentido cuando puso en duda la idoneidad de la Junta que investigó los primeros.
El tercer cabo suelto es el que se refiere al cumplimiento del contrato por parte de la firma constructora-vendedora. Hasta el momento, esto ha sido reducido a las multas que ha cobrado el país por incumplimientos menores, pero no hay una revisión integral. De algunos informes periciales (que constituyen el cuarto cabo suelto) se deduce que los incumplimientos son de mayor envergadura. Se señala, por ejemplo, que la mitad de los motores no cumplían con lo estipulado en el contrato y que 3 de 5 aparatos no correspondían a las características establecidas.
El quinto –aunque no último– cabo suelto es la vinculación de este tema con otros hechos. La muerte del general Gabela es el principal de estos. Su esclarecimiento deberá ser parte de la aclaración de este caso cuando haya voluntad para amarrar todos los cabos sueltos.
Dicen que los pueblos sin memoria repiten la historia. No están lejanos los tiempos en que los caminantes quiteños podían mirar el monumento a la chatarra en la Universidad Central. Fue el irónico e icónico testigo de un caso parecido en un gobierno también parecido. (O)

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