martes, 13 de octubre de 2015

El nuevo rompecabezas correísta

Por José Hernández
El correísmo se mueve, desde hace largos meses, en función de las elecciones de 2017. Hay algunas piezas visibles de esa estrategia basada en su único activo (Rafael Correa) y en un propósito que la crisis económica perturba: eternizarse en el poder. Nada de lo que Correa diga o haga está por fuera de esa lógica.
En este momento, el correísmo se mueve en tres frentes:
  1. Reconquista de electores: Correa ensaya un makeover. Eso explica el tono y la forma de sus intervenciones. En el tono, hay una operación sonrisa que lo muestra menos confrontador, menos rabioso. Esta movida está destinada a rehacer la fachada de un producto rancio. En la forma, Correa se dedica a desempañar retrovisores. Casi nueve años después, sigue hablando del pasado. Y en el mejor estilo de fábula para guardería, pretende que el país se inauguró en su gobierno. Correa versión 2017 es un manojo ambulante de autoelogios. Cualquier estadística, levantada por quien sea, pero que hable bien de su gobierno, es anunciada, promocionada, publicitada. El Presidente podría hacer suyo este lema: cualquier tiempo pasado (en mi gobierno) fue mejor.
  2. Marcha atrás (pero sin que se note): hay una de-construcción en marcha que no osa decir su nombre. Correa, tras haberlo negado, reconoce que ya no tiene plata y que su administración tiene atrasos en ciertos pagos. Ahora se anuncia el fin (paulatino) del subsidio a la gasolina súper. El gobierno no lo dice pero ya está aplicando ciertas fórmulas que Alberto Dahik recomienda en sus charlas. La venta de gasolineras de Petroecuador. O la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Las delegaciones se visitan sin aspavientos mediáticos y en una discreción tan pedida como concertada. Hoy el gobierno habla de alianza público-privada. Sin embargo, su retórica se estrella con las estructuras jurídica, laboral, económica y política que hacen inviable los anuncios destinados, supuestamente, a enfrentar la crisis. En ese plano habla de desaceleración en vez de recesión; dice que el empleo crecerá menos cuando, en realidad, se asiste a un desangre de puestos de trabajo en el país. La marcha atrás parece más una movida para ganar tiempo que una estrategia efectiva para enfrentar la crisis económica que llegó para quedarse.
  3. Las enmiendas van porque van: tras las manifestaciones, durante las cuales el gobierno tomó el pulso de la oposición en la calle, Correa ha vuelto a posicionar dos de las piezas fundamentales de la estrategia electoral: los impuestos a la plusvalía y a las herencias y el voto de las reformas a la Constitución en la Asamblea. El primero busca golpear los imaginarios con este mensaje: este gobierno ataca a los ricos. Con el segundo, quiere apuntalar una reelección indefinida, vital para él y para su movimiento por muchos motivos. He aquí cuatro:
a) Él es el único que mantiene unido a Alianza País que, en los hechos, es un movimiento fracturado en bloques y grupos de interés. En este punto, no interesa si él se presenta o no a la elección de 2017. Esa decisión será informada lo más tarde posible. El hecho cierto es que si desistiera de la candidatura en este momento, la implosión del oficialismo se daría de forma irremediable.
b) La posibilidad de reelección es un as bajo su manga. Para cualquier escenario. Puertas adentro, mantiene el control absoluto, sobre todo para escoger en sus filas (en caso de no correr) a su posible sucesor. Puertas afuera, se otorga la oportunidad de negociar el escenario post correísta, si llegase a perder. El correísmo acaricia la idea de tener, en cualquier caso, un grupo parlamentario importante. A su favor tiene un aparato estatal montado para proteger sus espaldas, mantener la opacidad de su administración y evitar investigaciones y esclarecimientos. Desmontarlo tomará tiempo y pondrá a prueba la capacidad de unidad (bien incierta) de la oposición.
c) Correa necesita franquear la posibilidad de reelección, la use o no en 2017. Usarla dependerá de circunstancias que, por ahora, son adversas. Es posible que el Presidente no quiera administrar la época de vacas flacas que se viene, agravada por sus manejos errados en lo económico y en lo político. Pero querrá tener la puerta abierta para 2021. O para luego.
d) Pasar las enmiendas acarreará un costo político para el correísmo. Pero desde su lógica resulta absolutamente inferior al riesgo de no pasarlas. Puede morigerar algunas enmiendas y hasta puede archivar las más polémicas. Pero no renunciará a la reelección indefinida. Correa hizo todo en su gobierno para volverse indispensable (el único indispensable) y no tener competencia ni sombra alguna en su movimiento. Lo logró. Él no puede ser sino la continuación de sí mismo.
Hay movidas más secretas que deben ser analizadas aparte.

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