¿Quo vadis, presidente Moreno?
Presidente Moreno, en buena parte usted ha armado su gobierno con los más recalcitrantes adictos a Correa y que estarán dispuestos a conducirlo subrepticiamente al borde de un feo abismo. Usted sabe que el correísmo constituye una grave enfermedad que no se cura con palabras y declaraciones sino con acciones y posiciones absolutamente coherentes.
15 de enero del 2018
POR: Rodrigo Tenorio Ambrossi
Doctor en Psicología Clínica, licenciado en filosofía y escritor.
Presidente Moreno, usted ha sido grave-mente ofendido con este malhadado affaire.
Esta es la gran pregunta de hoy: ¿a dónde va usted, presidente Moreno? ¿A dónde quiere llegar por esos caminos que ha elegido caminar cuando en los discursos inaugurales parecía que se había propuesto llegar al mundo de la contemporaneidad, de la equidad, la justicia y la verdad? Un mundo muy distinto al del correísmo. Sin embargo, parecería que su enfrentamiento a Correa muy poco tendría que ver con lo ideológico, pero sí mucho con el estilo de gobernar que involucra ciertas nuevas actitudes en torno a las libertades y derechos ciudadanos que, desde luego, el país aplaude y apoya.
De hecho, la consulta popular, al comienzo, también parecía señalar nuevos rumbos ideológicos para el país. Me refiero al país político y económico. Pero con el tiempo, las cosas se han ido aclarando y han aparecido otras verdades que seguramente no estuvieron escondidas sino que no aparecieron en su verdadera significación. Probablemente esta suerte de equívoco se habría debido, en buena medida, a la sombra aun presente de Correa al que había que alejar a toda costa de Carondelet, ahora y para siempre. Algo que vivamente desea una inmensa mayoría del país. No más Correa. No a la reelección indefinida que él creó única y exclusivamente para sí mismo a través de su sumisa y obsecuente Asamblea Nacional, algunos de cuyos miembros están a su lado.
Pero los entusiasmos se han ido enfriando igual que las expectativas de cambios importantes en la conducción del país, en los golpes de timón necesarios para enrumbarlo hacia nuevos horizontes. Salvo la expulsión de Correa del ámbito presidencial y las relaciones benignas con la sociedad, el resto sigue casi igual en la medida en la que continúan con usted, Presidente, los mismos actores políticos del correato. Es obvio, Presidente, que si se los mantiene, las estrategias y los procesos políticos serán, en esencia, iguales o muy similares a los del correato. La política es ante todo ideología y no solo estilo.
Esa idea-propuesta de descorreizar su gobierno que le sugerí hace ya ocho meses, no ha sido acogida en el verdadera dimensión. Desde varios sectores sociales y políticos se pidió el cambio de la señora que dirige la Cancillería porque ya se conocían de memoria sus ineptitudes. ¡Qué papelón hemos hecho con la nacionalización de Assange y con su incorporación al servicio diplomático de Ecuador en Londres! ¡Vaya iniciativa de tan fina y profunda diplomacia! Como si pudiésemos burlarnos así de uno de los países más importantes del mundo. ¡Imposible caer en otro abismo más grande! Ante tal papelón, en cualquier otro país decente, la señora canciller habría huido rabo entre piernas para siempre jamás. Pero acá no ha pasado nada. Es probable que hasta reciba felicitaciones por semejante creatividad política. ¡Qué vergüenza!
Presidente Moreno, usted ha sido gravemente ofendido con este malhadado affaire. Usted no puede confiar más en alguien que no piensa dos veces antes de lanzarse a esta clase de aventuras diplomáticas con el propósito de proteger a un personaje que en los largos años en los que ha habitado nuestra Embajada en Londres no ha hecho otra cosa que burlarse de nosotros, sus protectores. Burlarse de usted, presidente Moreno. Es probable que, al nacionalizarse en secreto también haya obtenido el carnet de miembro activo de AP. ¡Qué vergüenza!
¿A dónde va el país, presidente Moreno? ¿A dónde lo conducen personajes como Mangas cuyo papelón es premiado con una dirección administrativa o como su Canciller que da cuenta de que ignora el más mínimo abecedario de la diplomacia? ¿Si sabrá ella cómo y cuánto el señor Assange se ha burlado de nuestro país y lo ha despreciado? ¿Cómo y cuánto ha violado las normas y reglas del asilo político? ¡Qué vergonzante charada!
Presidente Moreno, en buena parte usted ha armado su gobierno con los más recalcitrantes adictos a Correa y que estarán dispuestos a conducirlo subrepticiamente al borde de un feo abismo. Usted sabe que el correísmo constituye una grave enfermedad que no se cura con palabras y declaraciones sino con acciones y posiciones absolutamente coherentes. Esa coherencia que no poseen, por ejemplo, ni en Relaciones Exteriores ni en Economía. Usted, presidente Moreno, es mucho más que todos ellos.
De hecho, la consulta popular, al comienzo, también parecía señalar nuevos rumbos ideológicos para el país. Me refiero al país político y económico. Pero con el tiempo, las cosas se han ido aclarando y han aparecido otras verdades que seguramente no estuvieron escondidas sino que no aparecieron en su verdadera significación. Probablemente esta suerte de equívoco se habría debido, en buena medida, a la sombra aun presente de Correa al que había que alejar a toda costa de Carondelet, ahora y para siempre. Algo que vivamente desea una inmensa mayoría del país. No más Correa. No a la reelección indefinida que él creó única y exclusivamente para sí mismo a través de su sumisa y obsecuente Asamblea Nacional, algunos de cuyos miembros están a su lado.
Pero los entusiasmos se han ido enfriando igual que las expectativas de cambios importantes en la conducción del país, en los golpes de timón necesarios para enrumbarlo hacia nuevos horizontes. Salvo la expulsión de Correa del ámbito presidencial y las relaciones benignas con la sociedad, el resto sigue casi igual en la medida en la que continúan con usted, Presidente, los mismos actores políticos del correato. Es obvio, Presidente, que si se los mantiene, las estrategias y los procesos políticos serán, en esencia, iguales o muy similares a los del correato. La política es ante todo ideología y no solo estilo.
Esa idea-propuesta de descorreizar su gobierno que le sugerí hace ya ocho meses, no ha sido acogida en el verdadera dimensión. Desde varios sectores sociales y políticos se pidió el cambio de la señora que dirige la Cancillería porque ya se conocían de memoria sus ineptitudes. ¡Qué papelón hemos hecho con la nacionalización de Assange y con su incorporación al servicio diplomático de Ecuador en Londres! ¡Vaya iniciativa de tan fina y profunda diplomacia! Como si pudiésemos burlarnos así de uno de los países más importantes del mundo. ¡Imposible caer en otro abismo más grande! Ante tal papelón, en cualquier otro país decente, la señora canciller habría huido rabo entre piernas para siempre jamás. Pero acá no ha pasado nada. Es probable que hasta reciba felicitaciones por semejante creatividad política. ¡Qué vergüenza!
Presidente Moreno, usted ha sido gravemente ofendido con este malhadado affaire. Usted no puede confiar más en alguien que no piensa dos veces antes de lanzarse a esta clase de aventuras diplomáticas con el propósito de proteger a un personaje que en los largos años en los que ha habitado nuestra Embajada en Londres no ha hecho otra cosa que burlarse de nosotros, sus protectores. Burlarse de usted, presidente Moreno. Es probable que, al nacionalizarse en secreto también haya obtenido el carnet de miembro activo de AP. ¡Qué vergüenza!
¿A dónde va el país, presidente Moreno? ¿A dónde lo conducen personajes como Mangas cuyo papelón es premiado con una dirección administrativa o como su Canciller que da cuenta de que ignora el más mínimo abecedario de la diplomacia? ¿Si sabrá ella cómo y cuánto el señor Assange se ha burlado de nuestro país y lo ha despreciado? ¿Cómo y cuánto ha violado las normas y reglas del asilo político? ¡Qué vergonzante charada!
Presidente Moreno, en buena parte usted ha armado su gobierno con los más recalcitrantes adictos a Correa y que estarán dispuestos a conducirlo subrepticiamente al borde de un feo abismo. Usted sabe que el correísmo constituye una grave enfermedad que no se cura con palabras y declaraciones sino con acciones y posiciones absolutamente coherentes. Esa coherencia que no poseen, por ejemplo, ni en Relaciones Exteriores ni en Economía. Usted, presidente Moreno, es mucho más que todos ellos.
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