¿Lenín Moreno salvará o se cargará más la economía?
Carlos de la Torre no se salió con la suya: apenas el Foro de Economía y Finanzas Públicas envió un documento con 11 propuestas al Presidente, el ministro de Finanzas lo desdeñó. Y lo quiso convertir en un mano a mano con él y otros participantes. Con el Presidente como observador.
Lenín Moreno procedió de otra manera: sorprendió el pasado miércoles a los cuatro miembros del foro invitados a reunirse con él en Guayaquil: Abelardo Pachano, Walter Spurrier, Eduardo Valencia y Pablo Lucio Paredes.
Primero las formas: Moreno los recibió con una docena de altos funcionarios del gobierno (ver recuadro), en un clima de absoluta cordialidad y fijó a su equipo reglas favorables a los invitados. Era evidente que el Presidente quería darles tiempo para que explicaran sus propuestas y por ello pidió a sus ministros y funcionarios que intervinieran solamente para hacer precisiones o formular preguntas. Así una reunión prevista para hora y media se prolongó durante tres horas permitiendo tratar los temas en profundidad. Moreno casi no intervino pero tomó, como algunos miembros del gobierno, abundantes notas.
Primero las formas: Moreno los recibió con una docena de altos funcionarios del gobierno (ver recuadro), en un clima de absoluta cordialidad y fijó a su equipo reglas favorables a los invitados. Era evidente que el Presidente quería darles tiempo para que explicaran sus propuestas y por ello pidió a sus ministros y funcionarios que intervinieran solamente para hacer precisiones o formular preguntas. Así una reunión prevista para hora y media se prolongó durante tres horas permitiendo tratar los temas en profundidad. Moreno casi no intervino pero tomó, como algunos miembros del gobierno, abundantes notas.
Segundo, el fondo: Moreno, cada vez es más obvio para la opinión, es un político inescrutable. Sus decisiones las macera lentamente y, por eso, hay que seguir con cuidado los pasos que las preceden. En este momento está considerando la ruta que debe tomar el gobierno, en el campo económico, tras la consulta popular.
Los pesimistas dirán, como lo han hecho en las redes, que Moreno oye en ese estilo revelado por Eduardo Mangas: dar gusto a los invitados pero con tapones de cera en los oídos. Dirán que es obvio que escuche a estos economistas que tienen particular influencia en los grupos económicos y empresariales y también en ese electorado que votará en la consulta pensando en virar la página del modelo correísta. Dirán también que es una jugada de mercadeo político para tranquilizar las aguas en este momento, mientras gana la consulta. Los pesimistas tienen a su favor incluso un hecho innegable: horas después del diálogo en Guayaquil, el gobierno anunció una emisión de bonos en el mercado internacional por $3.000 millones de dólares. Es una suma considerable que puede dar tranquilidad por un par de meses a Carlos de la Torre y a su equipo convencidos de que es urgente mantener la misma política económica.
Los optimistas pueden aferrarse a señales, siempre esquivas y ambiguas, producidas por Moreno: obligar a su ministro de Finanzas a oír a un grupo de críticos que en su cara y con sus mismos índicadores, muestran que la política económica es equivocada, es inusual. Como lo es, igualmente, desplazar a gran parte de su equipo político y económico (algunos no comulgan con la orientación de Carlos de la Torre), a escuchar las tesis de aquellos que creen que se debe cambiar el rumbo económico. Y que hay que hacerlo porque si se mantiene el actual ni siquiera las políticas sociales, prometidas por Moreno, podrán ser llevadas a cabo. La misma emisión de bonos por $3.000 millones demuestra a Moreno que, tras ocho meses de gobierno, el único horizonte que garantiza su equipo económico es endeudarse a un ritmo de $1000 millones por mes.
En realidad, Moreno está en una encrucijada: la economía está lejos de ser su fuerte y, en ese campo, depende de un entorno fuertemente ideologizado que sabe repartir dinero, pero no producirlo. El reto postcorreísta del morenismo era precisamente ese: transparentar los resultados de la economía de ficción, desmontar la retórica construida no sobre una gran gestión sino sobre una extraordinaria bonanza económica y encarar los problemas de la producción, el empleo, la deuda total, la competitividad, la inversión, la apertura económica, el tamaño del Estado, las políticas sociales y su sostenibilidad…
Moreno ha jugado hasta ahora con los tiempos políticos. Y tras la consulta solo tendrá unos meses antes de instalarse, otra vez, en la dinámica política de las seccionales de 2019. La ventana es estrecha y el Presidente tendrá que tomar definiciones basándose en una decisión voluntaria (como hizo con el dinero electrónico) o forzado por los indicadores de la actividad económica, pues el endeudamiento tiene límites. Moreno sabe que Carlos de la Torre está violando la ley: hace tiempo superó el tope del 40% del PIB. Por eso no es descabellado pensar que está seriamente buscando alternativas sobre todo ahora que oyó, en compañía de sus equipos político y económico, una letanía de ejemplos y cifras. El tuit que escribió al final de la reunión puede ser revelador.
Abelardo Pachano, Eduardo Valencia y Walter Spurrier, que hablaron con 4P., piensan haber demostrado que la economía debe cambiar de rumbo y responder a un plan integral. No se puede, por ejemplo, aspirar a captar inversión y, al mismo tiempo, subir impuestos y multiplicar las reformas tributarias. Y no se puede manejar la economía con cifras trucadas o absolutamente inconsistentes.
¿Qué hará el Presidente? Por lo pronto oyó, tomó notas, dio pruebas de querer escapar del círculo que le dice que todo está bien y prometió agendar otras reuniones. Pero ya se dijo: Moreno es inescrutable.
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