Omar Simon: el quita manchas del CNE
En la batalla por la legitimización de los resultados electorales del 2 de abril ha habido un protagonista de excepción: Omar Simon. Desde el momento mismo en que se cerraron las urnas y comenzó la discusión sobre la transparencia y legitimidad de los resultados, Simon empezó a aparecer en los medios de comunicación ya sea independientes o en los que son manejados por el correísmo con un objetivo: echar por tierra cualquier duda sobre los resultados publicados por la autoridad electoral, el CNE.
Para legitimar los resultados y el triunfo del correísmo, su argumento central ha sido desprestigiar, incluso con referencias peyorativas, a cualquier persona o institución que pueda haber sembrado dudas sobre los resultados. Quizá el objetivo principal de su batalla es Ruth Hidalgo, directora de Participación Ciudadana, organización en la cual él trabajó entre el 2001 y el 2008 y quien le ganó la dirección de la misma en el 2007.
En una de sus recientes apariciones, Omar Simon se refirió en tono despectivo sobre Ruth Hidalgo llamándola “esa señora” y responsabilizándola por la agitación social desatada luego de las elecciones. Algo muy parecido a lo que el presidente Rafael Correa dijo sobre los medios de comunicación que basaron su trabajo en las encuestas de Cedatos.
El ataque de Simon a Hidalgo se produjo en el programa de Carlos Rabascal, en Ecuador TV, donde Simon insistió en su tesis de que Hidalgo debió haber anunciado el triunfo de Lenin Moreno luego del conteo rápido de Participación Ciudadana que arrojó como resultado un empate técnico. Simon sostuvo en ese programa que Participación Ciudadana no fue transparente y que no quiso informar sobre lo que, según él, realmente sucedió: que Lenín Moreno había ganado con el 1,6% en ese conteo rápido. “No sé qué hace ahí en esa organización… De quemar llantas, de armar el caos, de eso estamos hablando”, dijo Simon a Rabascal en una entrevista que tuvo como curioso colofón a un Simon levantando los pulgares para celebrar con su entrevistador que todo les había salido muy bien.
Lo insólito de la cruzada de Simon es que se ha convertido en el más entregado y fiel soldado de la lucha para legitimar los resultados del CNE en calidad de experto electoral cuando es, en realidad, un funcionario de la Presidencia de la República. Simon se presenta en programas independientes, como Hora 25 de Teleamazonas, como ex presidente del Consejo Nacional Electoral y en otros como el de Rabascal como ex presidente de ese organismo y ex director de Participación Ciudadana. Pero Simon es, ante todo, un empleado del Gobierno que, desde que dejó de ser secretario de la Presidencia, ha tenido como encargo ser el operador del presidente Correa ente el CNE. Incluso, seguramente para mayor comodidad en ese propósito, tiene una oficina ubicada a pocas cuadras del organismo electoral.
Simon se la ha apañado para presentarse siempre como un observador técnico que basa sus opiniones en su experiencia como ex autoridad del CNE. Habla siempre desde la experiencia y siempre tiene información de primera mano. Sin embargo, nunca es presentado, ni él aclara tampoco, lo que realmente es: un operador del presidente Correa y su enviado en el mundo de los mortales para repetir entre ellos su discurso destinado a desprestigiar a quienes hayan lanzado cualquier señal o dato que impida creer de forma absoluta en el trabajo del CNE.
Simon tiene una experiencia profesional que lo convertía en el mejor alfil posible de la estrategia electoral de Correa y Alianza País. Fue presidente del Consejo Nacional Electoral luego de haber trabajado en Participación Ciudadana, lo que lo hacía en un insider de esos dos organismos. Como su conducta al frente de ese organismo fue perfectamente alineada con los deseos e intereses de Correa, fue luego nombrado como secretario del Presidente, lo que le permitió intimar más con el alto gobierno y ganarse la confianza de todos.
Simon no fue un secretario común y corriente, fue casi un portavoz de Correa y a menudo se lo escuchaba en medios de comunicación haciendo ardorosas defensas del Presidente. También le gustaba postear fotos en sus redes sociales en los que él aparecía con los perros del Presidente. Nunca se alejó del tema electoral. Junto con su esposa Tatiana Larrea consolidaron el CIEES, una organización que hace estudios políticos y que, según se sabe, proveyeron de encuestas al Gobierno. Hasta septiembre del 2016 fue secretario personal de Correa. A partir de entonces lo reemplazó Cristian Castillo y él se convirtió en el experto, asesor y operador electoral del Presidente.
Lo que ocurre en el caso de Simon solo se explica cuando se entiende que el Ecuador es un país donde la función electoral es una dependencia más del gobierno central, porque la separación de poderes simplemente no existe. Por eso, hay sectores de la población que simplemente no confían ni van a confiar nunca en las decisiones del CNE. Se trata de un fenómeno que servirá, seguramente, para que la población tome conciencia de que lo mismo ocurre con otros poderes del Estado que, se supone, están para generar una dinámica de contrapeso y de control. Cuando el nuevo Fiscal quiera ejercer su autoridad, generará las mismas dudas; lo mismo ocurrirá con el Contralor o con la Corte Constitucional. En un país como el Ecuador no es extraño que un asesor del Presidente de la República tenga que aparentar ser observador independiente para hacer de abogado y porrista y, prácticamente, de Presidente del Consejo Nacional Electoral.
En un sistema institucionalizado donde los distintos poderes tienen sus atribuciones y responsabilidades perfectamente limitadas, la figura de Omar Simon sería una anomalía. No solo eso: resulta anormal que un empleado de confianza del Presidente de la República se dedique a lavar la imagen de la autoridad electoral y a defender a capa y espada los resultados que ésta proclamó. Anormal también que ataque en forma atroz a personas decentes, como Ruth Hidalgo, para pretender imponer las decisiones de un juez parcializado como el CNE. Anormal que haga todo este trabajo sucio con sueldo que se financia con las contribuciones de todos los ecuatorianos, incluida la propia Ruth Hidalgo. Lo normal en un sistema democrático sería que Simon actué como representante de Alianza País ante el CNE. Pero nunca que, en su calidad de Consejero de Gobierno, como consta en el rol de la Presidencia, aparezca en medios como un ex presidente del CNE y experto en temas electorales. Y peor que celebre con periodistas del gobierno, como los de Ecuador TV, lo bien que le fue en entrevistas pactadas
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