Pólit y Matamoros encarnan la mugre correísta
El correísmo tiene una cualidad poco común: permite saber quién es quién. En estos días, por ejemplo, puso en vitrina a dos fichas del régimen que hacen su trabajo disciplinadamente y, en muchos casos, en forma discreta. Uno es el contralor, Carlos Pólit. La otra es la jueza Karen Matamoros. Pólit quiso hacer un escarmiento y mostrar su poder a los miembros de la Comisión Nacional Anticorrupción. Matamoros dio pruebas fehacientes de lo que es un juez servil al régimen: una vergüenza que puede ser escondida bajo las alfombras. Pólit y Matamoros no solo hicieron equipo. Se aprovecharon del mecanismo corrupto que ha establecido el correísmo para ser inmune e impune.
¿Cómo funciona? Basta repasar la forma cómo actuó ante una denuncia que hizo la Comisión Nacional Anticorrupción, en febrero de 2016, ante la Fiscalía: le pidió investigar un supuesto delito de cohecho y un presunto sobreprecio en la compra del terreno de la Refinería del Pacífico. El Fiscal archivó el caso porque consideró que no había pruebas. Basándose en aquello, la Corte Nacional de Justicia calificó la medida de maliciosa y temeraria. Basándose en aquello, el Contralor denunció a los comisionados. Y hoy, basándose en lo que dijo la Corte, la jueza Matamoros sentenció a los nueve integrantes de la Comisión Nacional Anticorrupción.
Su argumento muestra este sistema de engranajes que permite a fiscales y jueces evadir las denuncias, cubrir a los culpables y convertir a los denunciantes en delincuentes. ¿Qué dijo la jueza? Que la falsa imputación del delito quedó verificada cuando la denuncia fue declarada maliciosa y temeraria. Ese sistema le permitió a Pólit acariciar la idea de enviar dos años a la cárcel a ilustres ciudadanos y sacar de sus bolsillos cien mil dólares por cabeza. La jueza, que adquirió la notoriedad que ya merecía por lo que ha hecho por el correísmo, dio gusto al demandante aunque –ante tamaño escándalo– revisó a la baja las expectativas del Contralor. Les impuso un año de cárcel por calumnia, pedir excusas públicas a Pólit y entregarle el equivalente de un mes de su sueldo.
Esta señora, procedió así a pesar de que la causa había prescrito, no es legítimo usar la vía penal para proteger el derecho a la honra de un funcionario y Pólit no puede decirse afectado sicológica o moralmente por las denuncias. Quedó claro hoy –de nuevo– que el correísmo, como dijo Ramiro García, en lugar de investigar la corrupción, se absttiene y procesa por calumnia a los denunciantes.
Pero el correísmo es un sistema que faculta a sus funcionarios a creerse monarcas y que, por ese mismo motivo, los exhibe de cuerpo entero ante la sociedad. Pólit está retratado en las redes sociales como un tipo de la peor especie. La jueza ayudó a la pedagogía social sobre el gran cambio que ha habido en la justicia desde que Correa, Gustavo Jalkh y los suyos metieron allí las manos: un juez correísta es una vergüenza ambulante. Es imposible medir, en toda su dimensión, el efecto que tuvo un tuit de Lenín Moreno en el cual llamó las dos partes a reconsiderar sus posiciones. Moreno cree que los ciudadanos pueden ser medidos con la misma vara que mide al Estado. Por eso esgrime un falso concepto salomónico que le permite no encarar el autoritarismo y el cinismo que caracterizan al correísmo.
El hecho cierto es que el abogado de Pólit desistió de la querella. Extinta la acción, desaparece la pena. Pero los miembros de la Comisión anticorrucion no lo entienden de la misma forma. No emprendieron una demanda para merecer el perdón de un funcionario como Carlos Pólit que, en este juicio, ratificó con creces las razones por las cuales debe renunciar. No controla nada, no disuade a los corruptos, ahora persigue a los ciudadanos y quiere enriquecerse metiéndoles la mano al bolsillo. Pólit es cómplice por omisión de los corruptos y un peligro para los ciudadanos. Lo es tanto como la jueza Matamoros cuyos fallos no solo son predecibles: son obscenos.
Lo que el correísmo acaba de mostrar al país crea de nuevo una alerta para Lenín Moreno que, esta vez, la procesó a tiempo: hay mucha mugre, mucha desfachatez, mucho cinismo, mucha corrupción a su alrededor. Es hora de barrer puertas adentro.
Foto: aparecen algunos de los nueve miembros perseguidos que son: Isabel Robalino, María de Lourdes Arboleda, Simón Espinosa, Byron Patricio Celi, Julio César Trujillo, Germán Alfredo Rodas, Ramiro Román, Juan Fernando Vega y Jorge Rodríguez.
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