Democracia o dictadura
Publicado el 2017/04/21 por AGN Diario El Mercurio
[Hernán Abad Rodas]
La democracia no es sólo una forma de organización política y una modalidad de gobierno, sino además una cultura de vida que se basa en el reconocimiento de la dignidad humana, en el compromiso con la libertad y con el derecho de todos los ciudadanos a participar en las decisiones gubernamentales a través de sus representantes.
La democracia ecuatoriana lleva muchos años sin funcionar adecuadamente, con honradas excepciones, la mayoría de los partidos políticos, se convirtieron en grupos personales, guiados por un demagogo que ganaba adhesiones y despertaba entusiasmos no por sus ideas, sino por su poder carismático.
La democracia ecuatoriana lleva muchos años sin funcionar adecuadamente, con honradas excepciones, la mayoría de los partidos políticos, se convirtieron en grupos personales, guiados por un demagogo que ganaba adhesiones y despertaba entusiasmos no por sus ideas, sino por su poder carismático.
Correa heredó un país sin partidos políticos solventes y bien estructurados ideológicamente, para perdurar en el tiempo, los sustituyó por un populismo estatista que nos ha impuesto la verdad única, que generó la dialéctica amigo/enemigo, llevándonos a vivir bajo el cielo de un “fascismo criollo”.
Una verdad históricamente innegable es el hecho de que los seres humanos aceptan cualquier sistema de gobierno que les prometa mejorar sus condiciones de vida. Pero me parece que la verdadera naturaleza del sistema, llámese democracia o dictadura; depende de la actitud que mantenga la gente que ejerce el poder, de su preparación y cualidades éticas y morales.
La democracia suministra los medios más eficaces para verificar y controlar los abusos del poder. Cuando está bien concebida y ejercida por personas honestas y de probada capacidad ética y moral; constituye el sistema gubernamental más aceptable para la época actual, situación hoy alejada de nuestra realidad nacional.
La democracia suministra los medios más eficaces para verificar y controlar los abusos del poder. Cuando está bien concebida y ejercida por personas honestas y de probada capacidad ética y moral; constituye el sistema gubernamental más aceptable para la época actual, situación hoy alejada de nuestra realidad nacional.
En una sociedad pacífica y democrática, con un alto índice de desarrollo humano, la paz, la estabilidad social, económica y política; no dependen de la derrota o victoria de un determinado partido político; peor del hecho de que un caudillo populista se eternice en el poder; sino de la calidad de los juicios, y las decisiones, que se tomen dentro de un plan de gobierno auténticamente democrático diseñado por quienes llegan a ejercer el poder en forma totalmente trasparente..
El modelo político diseñado en Montecristi está concebido para facilitar el acceso, concentración y mantenimiento del poder político. No lo contrario. Como vemos, hoy, las elecciones no garantizan nada. El hecho de que la máxima autoridad electoral esté secuestrada por el ejecutivo, invalida todo proceso eleccionario democrático.
La independencia de los poderes del Estado es fundamental en un país democrático. No sólo para garantizar los derechos de los ciudadanos, sino para combatir uno de los peores males que tiene el Ecuador: la corrupción.
La pérdida de la libertad, acompañada del silencio del entorno, no dignifica a un país que se supone digno y soberano.
La pérdida de la libertad, acompañada del silencio del entorno, no dignifica a un país que se supone digno y soberano.
Es indispensable aprender a no vivir con la represión de nuestra libertad para expresarnos, a no vivir con la injusticia; porque sin duda, no existe mejor aliado, para la corrupción, la impunidad y el autoritarismo, que el silencio de quienes lo toleran.
UNA DEMOCRACIA SIN PARTICIPACIÓN, SIN PLURALISMO Y SIN ALTERNANCIA, ES UNA BURLA Y UNA TENEBROSA MENTIRA.
Las formas caudillistas populistas como la que nos gobierna por una década y a lo mejor más, no son democracia, sino tumultuaria esclavitud de los pueblos. (O)
Las formas caudillistas populistas como la que nos gobierna por una década y a lo mejor más, no son democracia, sino tumultuaria esclavitud de los pueblos. (O)
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