Diario El Universo
Mauricio Gándara Gallegos
A la solitaria Venezuela le sigue el solitario Ecuador, quienes, junto con la distante y solitaria Bolivia en el Cono Sur, constituyen los dos únicos países de Sudamérica que continúan apoyando ese retorno a la ley de la selva en la que vive la patria de Bolívar y de Sucre. El sueño de Chávez, coreado por Correa, de destruir la OEA y sustituirla por la Unasur y luego la Celac, ha terminado en una pesadilla para Maduro, quien, tengo la impresión, no comprende bien por qué las cosas no se han dado como se propuso su maestro. La OEA, que representa a los países del norte, del centro y del sur del continente americano, le ha conminado a liberar a los presos políticos, a respetar los derechos humanos, a restituir el equilibrio de poderes, a no suprimir la Asamblea, pero, aun cuando ha restituido la Asamblea en lo formal, ni ha liberado a los presos políticos, ni respeta los derechos humanos con sus salvajes represiones, ni ha reestablecido la división de poderes; todo lo contrario, acaba de concentrar a cerca de medio millón de milicianos, y les ha exhortado a asumir todos los poderes si él –Maduro– tuviese que dejar el poder. Esto es lo que está apoyando el Gobierno ecuatoriano; los llamados de atención de América a Maduro le son a él, también, aplicables, por practicar medidas similares.
Luego de decir que mientras él fuera presidente no formaría parte de la Alianza del Pacífico con Chile, Perú, Colombia y México, Correa pretendió –haciendo caso omiso de la geografía y las conveniencias nacionales– ingresar al Mercosur, donde estaban sus amados lulas y kirchners. Pero ¡Ay!, ellos están lejos del poder y cerca de la cárcel. Nuestro destino natural es la Alianza del Pacífico.
El presidente Correa visitó a los más conspicuos dictadores del mundo, incluido el nuevo Sultán de Turquía. Para no depender del Fondo Monetario, del Banco Mundial, consiguió créditos de la China. Agotada esa fuente, me parece que el nuevo presidente tendrá que recurrir a esos organismos internacionales, cuyos intereses son tres veces menores que los de China.
En su línea de diplomacia de travesuras, el Ecuador ofreció y concedió asilo diplomático en Londres al señor Assange. El Gobierno de Estados Unidos anuncia que proyecta iniciar acciones legales contra Assange por delitos contra su seguridad. Queda así comprobado que nunca antes existieron juicios contra Assange y que nunca, por tanto, existió pretexto para tal asilo. Los nuevos delitos los cometió amparado por la impunidad que le concede el asilo. Por traviesos, nos hemos granjeado la enemistad de los Estados Unidos.
El presidente electo intervino para salvar al contralor del ridículo en su acusación contra los miembros de la Comisión Anticorrupción. No creo que lo consiguió, pero lo salvó de que se destapara una caja de Pandora de los negociados estatales, en la que hubiera sucumbido. El presidente electo manifestó “que es momento de mayor tolerancia”; para ser consecuente con esa expresión, deberá apoyar y conceder amnistía general e indultos para todos los perseguidos y condenados por delitos políticos. ¡Que termine el imperio del odio! (O)
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