lunes, 24 de abril de 2017

4Pelagatos y las lógicas del autoritarismo en Austin, Texas

  en La Info  por 
Si los totalitarismos se han reinventado sofisticando sus sistemas de represión y de censura, los periodistas también han tenido que reinventar su trabajo para que el periodismo no muera.
Si en los años 70 había dictadoras militares que cerraban los medios de comunicación o metían presos a los periodistas, en la actualidad los autócratas tienen mecanismos mucho más sutiles y más eficientes para acallar a la disidencia y al periodismo. Por ejemplo, imponiendo leyes de comunicación que generan olas de autocensura y construyendo Estados de terror donde ningún empresario se atreve a contratar publicidad en medios de comunicación que son mal vistos por el poder. Ante estos mecanismos que se basan en el abuso de poder, los periodistas también se ingenian para poder seguir ejerciendo sus libertades y hacer su trabajo.
Ese fue precisamente, uno de los temas que se ventiló en la ciudad estadounidense de Austin, en Texas, durante el Seminario Internacional de Periodismo Digital que anualmente se celebra en esa ciudad y que es organizado por la Universidad de Texas bajo la batuta del profesor Rosental Alves. 4Pelagatos estuvo entre los cinco medios invitados a participar en un panel dedicado a examinar cómo en sociedades donde existen regímenes autoritarios, los periodistas conciben al periodismo y, al mismo tiempo, se las ingenian para hacer su trabajo.
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En el panel, moderado por la periodista Krissah Thompson del Washington Post, hubo periodistas que trabajan en países donde el periodismo es visto por el poder como un enemigo al que hay que regular y aniquilarlo, cuando es posible, para que no diga lo que no le gusta oír a los que gobiernan. Participaron Carlos Fernando Chamorro, fundador y editor de Confidencial de Nicaragua; Stevan Dojcinovic, editor en jefe de KRIR.rs de Serbia; Ivan Kolpakov, fundador y editor de Meduza.io, de Rusia y Latvia; Malou Mangahas, co fundadora y directora del Centro para la el Periodismo de Investigación de las Filipinas; Lus Mely-Reyes, cofundadora de Efecto Cocuyo, de Venezuela, y, el pelagato Martín Pallares, de Ecuador.
A todos los participantes les une el drama que significa hacer periodismo en países donde los gobiernos esconden información, no rinden cuentas a la sociedad, amedrentan a los periodistas mediante mecanismos que van desde los juicios por calumnias hasta las calumnias que salen de boca de funcionarios y redes sociales manejadas desde el poder.

En los cinco países representados en el panel que se realizó el sábado 22 de abril, el periodismo ha tenido que migrar a lo digital porque ese es el espacio que más difícilmente pueden controlar los autócratas y porque es el medio ambiente que más y mejor distribuye contenidos. Pero a la vez, en esos casos, los periodistas digitales enfrentan, además, los desafíos de financiar sus medios y ganarse la vida porque los modelos de negocios para los medios digitales tienen dificultades que se agrandan en países donde la sociedad tiene miedo, los empresarios no contratan publicidad o no invierten en estas alternativas de comunicación.
La presentación de los 4Pelagatos se centró la reflexión sobre cómo los autoritarismos consiguen secuestrar el idioma y cambiar el significado de las palabras. Para ellos, la democracia no es un sistema que garantiza la existencia de las minorías sino donde exclusivamente se hace la voluntad de las mayorías. Para los autócratas, sociedad civil es cualquier forma de agrupación de la sociedad siempre y cuando se la haga bajo el tutelaje del Estado y no por la asociación libre e independiente de un grupo de personas. Para los 4Pelagatos este cambio de significado de las palabras logra también que los autócratas normalicen lo que no es normal en una democracia. La normalización de lo que es anormal para una democracia, como la cooptación de los poderes por ejemplo, es uno de los objetivos que tiene todo autócrata en el mundo.
Una de las cosas que más impresionó de la presentación de los 4pelagatos en el auditorio, es la narración del episodio, ocurrido un día antes en Ecuador, en el que la Superintendencia de Comunicación, un organismo parásito de la Presidencia de la República, multó a siete diarios por no haber publicado un reportaje publicado en Argentina, en el diario Página 12, que afectaba al candidato opositor Guillermo Lasso. Cuando el caso fue presentado, fue evidente la sorpresa y el estupor en el escenario. ¿Sancionados y multados por no publicar algo que se publica en un diario en otro país? De locos.
Si en Serbia, como lo mostró Dojcinovic en su presentación, el gobierno presenta a los periodistas críticos como depravados sexuales publicando en las tapas de los diarios fotomontajes de ellos teniendo sexo con animales, o si en las Filipinas el Presidente esconde a los periodistas las identidades de los miles de consumidores de drogas que manda a asesinar mensualmente en las calles, el periodismo siempre enfrenta el mismo reto: exigirle cuentas al poder a pesar de los riesgos.

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