jueves, 12 de diciembre de 2013

La discrepancia con Correa no va más...



El cierre de la Fundación Pachamama abre una nueva etapa en el debate de las políticas públicas. Una en la cual los criterios que discrepan con el poder son silenciados. Los afectados dicen que los derechos constitucionales de libertad de asociación y expresión son vulnerados por el gobierno de Rafael Correa.
JEAN CANO
En el piso 12 del edificio Century, en la avenida De los Shyris y Bélgica, está el sello en la puerta. Dice que la Fundación Pachamama está disuelta, en letras negras y enormes. El gobierno lo hizo por medio del Ministerio del Ambiente. El cuatro de diciembre finalizaron 16 años de defensa de los derechos de la naturaleza y, últimamente, la oposición a las políticas petroleras y mineras estatales para obtener más recursos. Ellos creían que esa no es una vía para buscar el progreso, sino de destrucción de la Amazonía.

En el Acuerdo 125, del Ministerio del Ambiente, se dispone la disolución de esa organización. Lo hace pese a que ese documento, firmado por Juan Guaña Pilataxi, coordinador General Jurídico de esa cartera de Estado, inicia citando garantías de la Constitución… El artículo 66, numeral 13, reconoce y garantiza a las personas: “El derecho a asociarse, reunirse y manifestarse de forma libre y voluntaria”. A pesar de ello, el Reglamento para el Funcionamiento del Sistema Unificado de Información de las Organizaciones Sociales y Ciudadanas, el Decreto 16, abre la posibilidad de la disolución de cualquier organización…
Dos causales fueron utilizadas en contra de Pachamama, sin que sus directivos tengan la posibilidad de defenderse en un proceso administrativo o judicial. El Decreto 16 abre la posibilidad al gobierno para disolver o liquidar una organización, de oficio o por una denuncia, si se desvían de sus fines y objetivos para los cuales fue constituida y por dedicarse a actividades de política partidista, de injerencia en políticas públicas que atenten contra la seguridad interna o externa del Estado, que afecten la paz pública. Eso precisamente dice el sello colocado en la puerta de las oficinas de  Pachamama.
Ese era uno de los mayores temores de las ONG, gremios y movimientos sociales, en especial de los indígenas. En varios foros advirtieron de la posibilidad de ser disueltos por el Decreto 16. Interpusieron demandas de inconstitucionalidad que no han tenido resultados. Incluso llevaron su reclamo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en Washington. Allí Carlos Pérez Guartambel, líder de Ecuarunari, dijo que ese reglamento emitido por Rafael Correa atenta contra el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos.
Uno de los motivos que señala el Ministerio del Ambiente es lo que contiene el informe del viceministro del Ministerio del Interior, Javier Córdova. Él solicitó la disolución inmediata de la Fundación por los hechos del 28 de noviembre. Ese día, dice un documento anexo al pedido de Córdova, ocurrieron hechos de violencia luego de la apertura de ofertas para 13 bloques hidrocarburíferos. “Un grupo de seudoactivistas representantes de las organizaciones Pachamama y La  Hormiga iniciaron una violenta protesta, atentando contra el orden público y la integridad física de los asistentes”. Ese informe dice que fueron agredidos el embajador de Chile, Juan Pablo Lira, y el director de la empresa Belorusneft de la República de Belarús, Andrey Nikonov.
Pero Belén Páez Cano, directora de Pachamama hace 10 años, dice que eso es falso. “Estamos en contra de esos argumentos, tenemos una línea de trabajo que difiere de esto. Somos una organización que promueve políticas públicas para la implementación de los derechos de la naturaleza. Hemos sido una de las organizaciones que acompañó el proceso del artículo 74 de la Constitución para el reconocimiento de los derechos de la naturaleza”, dice frente a la puerta con el letrero que justifica el cierre.

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