Por: César Ricaurte
No es nuevo que un Estado opresor entre sus herramientas
acumule un enorme poder mediático para construir finalmente el aparato con el
cual se de el salto al "Estado de propaganda". El aparato se nutre
obviamente de burocracia, ministerios, secretarías, superintendencias,
consejos, intendencias, comisarios, relacionadores públicos, abogados y todo el
que pueda servir a la construcción de la verdad oficial. Y también de medios y
periodistas cuya única misión es crear el entorno ficticio sobre el cual se pueda
construir la veracidad de las mentiras oficiales repetidas mil veces para
convertirlas en verdad. En realidad, se tratan de operadores políticos
disfrazados de periodistas. Poco más.
En el actual estado de cosas, tenemos muchos ejemplos de cómo
actúa el aparato de proaganda. Los ejemplos y las víctimas de las difamaciones
oficiales se acumulan: la profesora Mariana Pallasco, el activista Carlos
Zorrilla, el cantatutor Jaime Guevara, la periodista Jeanette Hinostroza, las
fundaciones Pachamama y La Hormiga. Son los más recientes de una lista, en
donde puedo incluirme en primera persona, incluir a la organización que dirijo,
Fundamedios, al director de AEDEP, Diego Cornejo, a muchos de los periodistas,
editores y editorialistas de este Diario. A varios se nos ha inventado,
incluso, una biografía, la cual replicada por decenas de medios oficiales y
para-oficiales, se convierten en certezas o, peor aún, en dudas.
A la profesora Mariana Pallasco se la calificó en varios
enlaces sabatinos y en cadenas nacionales de mentirosa, "doble
moral", irresponsable. Se trata de una clara represalia por la
participación de la ex-presidenta de la UNE en las audiencias de la Comisión
Interamericana de DDHH, práctica gubernamental que ya es casi habitual. Pero, ¿qué
pasó cuando la Maestra pidió el derecho a la réplica y demostró con documentos
que decía la verdad en sus denuncias ante el más alto organismo de DDHH? Pues
se respondió como suele responder el aparato de propaganda en estos casos: con
el mayor cinismo se le dijo que debía primero ganar una elección para que se
escuche su voz en una sabatina, o se la agravió varias veces más o simplemente
se le dijo que concurra a cada canal donde el Gobierno había ordenado que se la
difame, para que pida allí el derecho a la réplica.
A Carlos Zorrilla se le imputó la autoría de un manual de
resistencia pacífica que se lo presentó como un texto que prácticamente era un
llamado a la subversión con una serie de afirmaciones como la de llevar
"niños en brazos" a las manifestaciones como escudos humanos, lo cual
jamás había sido planteado por el activista. Sin embargo, jamás se rectificó,
sino que se ha difundido la idea de un peligroso "cubano" que agita
la zona de Intag. Ahora, Amnistía Internacional teme por su integridad.
La última pieza de esta colección de la infamia, es lo
publicado en uno de los diarios que sirven de operadores del "Estado de
propaganda" contra las fundaciones Pachamama y La Hormiga. La primera
disuelta bajo el "Decreto 16 y con acusaciones de alterar la paz pública y
la segunda bajo investigación, por la misma razón. Se ha dicho por ejemplo que
los "ideólogos" de Pachamama" son estadounidenses, como si fuera
delito serlo y de los segundos que reciben millones, cuando son voluntarios que
no cobran ninguna remuneración por la defensa de sus convicciones.
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