miércoles, 23 de julio de 2025

 

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El presidente de Brasil tiene solo dos semanas para impedir el asalto corporativo a la Amazonía. Lula está bajo presión para ratificar la llamada “ley de la devastación”, un proyecto recién aprobado en el congreso brasileño que podría significar el adiós a una superficie de selva del tamaño de Uruguay. Pero hay esperanza: Lula quiere presentarse ante el mundo como un adalid de la lucha contra el cambio climático y ya ha parado otras iniciativas destructivas anteriormente. Para desafiar a las grandes corporaciones y hacer lo correcto, debe sentir AHORA MISMO la presión ciudadana:
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Queridos amigos y amigas:
El congreso brasileño acaba de aprobar el proyecto de ley más devastador para el medioambiente de la historia del país.

3 000 territorios, más de un tercio de todas las tierras indígenas, perderán la protección legal que los ha blindado durante décadas.

Supone dar vía libre a la explotación de la Amazonía y la propia ministra de Medio Ambiente lo ha calificado de “golpe letal” para las ambiciones climáticas de Brasil.


Pero Lula puede vetar esta propuesta conocida como la “ley de la devastación”. El presidente de Brasil se está esforzando por situar su país en el tablero mundial y está pendiente de su imagen internacional. Y por eso nos va a escuchar.

Solo tiene unos días para actuar.

Si no usa su derecho de veto, perderemos uno de los últimos escudos que nos quedan frente a la destrucción a gran escala de la Amazonía. Pero un clamor global puede darle el respaldo que necesita para oponerse al congreso y convertirse en el líder climático que prometió ser.

¡Firma ya y entregaremos nuestra petición al gabinete de Lula!
Según los expertos, esta propuesta significa el mayor retroceso en protección ambiental de las últimas décadas y deja a las empresas mineras, madereras y agropecuarias con poca o ninguna supervisión ni obligación de rendir cuentas. Lo que sí está claro es que unos 18 millones de hectáreas de selva corren peligro inminente solo por los proyectos de construcción de infraestructura que ya se han aprobado.

¡Es el equivalente a la superficie de Uruguay! Y la magnitud total de la destrucción sería muchísimo peor.

Lula tiene poder para cerrar las puertas a la destrucción ambiental, pero el congreso está presionando y solo dará un paso al frente si la ciudadanía se lo exige. El medio ambiente de Brasil y de todo el planeta están en juego.

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