¿Y CUÁLES SON LAS MUJERES COMO CARLA?
Por Valentina Franco
Cuando hablamos de violencia de género pareciera que eso está muy distante de la realidad que palpamos día a día, seguramente hay quienes creen que eso solo ocurre en los sectores “empobrecidos” de nuestra sociedad, o que ahora con esto del feminismo, ya las mujeres se “quejan por todo” y que entonces ya no es necesario la lucha por buscar igualdad entre hombres y mujeres “porque ya existe”, porque estamos en una “sociedad equilibrada”.
Resulta que el 1 de septiembre, quienes ingresaron a sus redes sociales se encontraron con una noticia que alarmó a un sector importante de la población, me refiero al vídeo que circuló de Antonio Ricaurte, Concejal de Quito, quien es una figura pública, en este vídeo lo que más me llamó la atención fue eso de “…la verdad es que Carla Cevallos, concejala, me buscaba, llamaba y perseguía insistentemente, seduciéndome, sabiendo que yo estaba bien y vivía con mi esposa…” “…las mujeres como Carla deberían quererse y valorarse un poco más, y de Carla no me queda si no decir que es una ofrecida…”. Cuando terminé de ver el vídeo se generó en mí rabia, considero increíble este tipo de declaraciones. Pero es ahí cuando detuve mi mirada en esa frase lapidaria de “las mujeres como Carla”. Resulta que vivimos en una sociedad tan machista que para algunos la noticia que importa es el escándalo público que ha pasado, seguramente ya han de salir aquellos que quieren aprovechar “políticamente” el momento para generar controversias en la Alcaldía de Quito y también habrá de aquellos que dirán bien hecho “por ofrecida”, “por puta”. Pues sí, todo eso es normal en esta sociedad patriarcal que reproduce día a día el machismo. No olvidemos las famosas declaraciones de Alexis Mera Secretario Jurídico de la Presidencia de la República al hablar de “las asambleístas mal culiadas”1 o de las propias expresiones del Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa, que en un enlace sabatino manifestó que “yo no sé si la equidad de género mejora la democracia lo que sí es seguro es que ha mejorado la farra impresionantemente (…)”2 .
Todas estas declaraciones de funcionarios públicos demuestran que la violencia de género no reconoce clase social, ni elementos culturales, ni familiares, la violencia de género está enquistada en la sociedad capitalista que vivimos y por eso la lucha de las mujeres por la igualdad es necesaria. Ahora bien, seguramente las mujeres como Carla son aquellas que se consideran libres de pensamiento, que han salido a las calles a reclamar sus derechos, que no son sumisas, que han demostrado su capacidad por lo que han logrado destacar en los espacios en los que se han propuesto, que tienen carácter, que son independientes, a las que no les molesta pagar la cuenta, las que no son frágiles, y no les importa los prejuicios de la sociedad, que su principal objetivo no necesariamente es procrear, que buscan mejorar sus condiciones académicas y laborales y que incluso en el camino se han encontrado con el pensamiento feminista para entender de mejor manera los comportamientos sociales. Las mujeres como Carla también son las madres que luchan por sus hijas e hijos solas, las que día a día buscan un trabajo, las que no tienen miedo al “que dirán”, las que cuando llegan se siente su presencia; esas mujeres son las que para algunos como para Ricaurte son “las ofrecidas” o las “malas mujeres” porque rompen el patrón de conducta que se considera de una mujer.
Entonces podemos determinar que la violencia de género es un problema estructural, que no es una coincidencia, que debemos tratarla por su nombre, el Estado ecuatoriano no ha logrado generar políticas públicas que erradiquen el machismo, tanto así que el propio gobierno aún considera que el Estado debe tener la tutela sobre el cuerpo de las mujeres, que no tenemos la capacidad de decidir cuándo y cuantos hijos tener, que si hablamos de espacios de poder aún dentro de la política ecuatoriana se cree que la igualdad de género se da por “la ley de cuotas”, pero si una de esas mujeres expresan opiniones distintas son sancionadas, es decir no tenemos poder de decisión, como lo ocurrido en la Asamblea Nacional frente al tema del aborto. Así también no se puede entender como el primer personero de la ciudad de Quito aún no se ha pronunciado en defensa de una de las concejalas que es parte de su equipo de trabajo y que fue víctima de esta violencia de la que hablamos.
Esos temas también son importantes en el debate político diario, es necesario entonces que las mujeres participen de manera activa en defensa del género pero sobre todo en potencializar la conciencia de todas y todos que esta sociedad está llena de violencia y que eso no cambiará porque es una esencia del sistema capitalista. Entonces podemos concluir que es necesario construir una sociedad distinta en la que hombres y mujeres seamos iguales. Recogiendo las palabras de Rosa Luxemburgo debemos luchar “por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
1El apelativo de “mal culiadas” fue vertido por Alexis Mera al referirse a las asambleístas que fueron sancionadas por estar a favor del aborto. Véase María Belén Moncayo, “Carta abierta a la asambleísta María Augusta Calle”.
2Enlace sabatino del 31 de diciembre de 2011
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