ANTONIO RODRÍGUEZ VICÉNS
¿Cómo es posible, me he preguntado muchas veces, que los ‘ideólogos’ del
‘socialismo del siglo XXI’ y la ‘revolución bolivariana’, que en la práctica no son más
que simples voceros de los gobernantes populistas y autoritarios que en los últimos
años se han impuesto como una devastadora plaga, pretendan conciliar pensamientos
tan antitéticos y antagónicos, que corresponden a épocas, realidades, circunstancias y
visiones distintas, como el liberalismo de Simón Bolívar y el comunismo de Carlos
Marx? ¿Qué clase de identidad puede haber entre las ideas del caraqueño y el
‘socialismo del siglo XXI’? ¿Qué afinidad puede encontrarse entre el liberalismo
conservador del venezolano y el materialismo histórico del alemán? ¿Qué criterio tenía
Marx sobre Bolívar? En enero de 1858, casi veintiocho años después de la muerte del
caraqueño, preparó un artículo para The New American Cyclopedia, en el cual, al
redactar una sintética biografía llena de vacíos, errores e imprecisiones, lo acusaba,
sin olvidarse de mencionar “sus tendencias al despotismo”, por su afición a los
homenajes y por frecuentes negligencias en sus campañas militares. La opinión de
Marx fue crítica y peyorativa. “Era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento -decía de
Bolívar- y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual los asuntos
más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas
públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas”. Algunos días
después, el 14 de febrero de 1858, en carta dirigida a Engels, comentando las
observaciones y reparos realizados al estilo de su artículo por Charles Dana, el
coeditor de The New American Cyclopedia, Marx mencionó a Bolívar, negándose a
compararlo con Napoleón Bonaparte, como el “canalla más cobarde, brutal y
miserable…”. Ni con el tiempo cambió esos criterios. En su ‘Herr Vogt’, escrito entre
febrero y septiembre de 1860, afirmó: “La fuerza creadora de mitos, característica de
la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes
hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar”. El
‘socialismo del siglo XXI’ ha sido convertido así en un bodrio, una inaceptable
mezcolanza de sistemas de pensamiento contradictorios e incompatibles, expuestos
con simpleza y mediocridad, no entendidos ni procesados, que demuestra la
inexistencia de una doctrina propia, actual, estructurada y coherente. Esa falta de
contenido se llena con gestos histriónicos, con símbolos populares, con figuras de
personajes históricos emblemáticos, con cultos necrófilos, con un clientelismo
irresponsable y con un discurso populista, autoritario, violento y desafiante, que
auspicia la descalificación y el revanchismo. La pose y el insulto fácil y procaz
terminan al fin sustituyendo a las ideas.
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