domingo, 20 de septiembre de 2015

La gran revelación

Francisco Febres Cordero
Domingo, 20 de septiembre, 2015


Por fin una alegría en medio de tanto incendio, tanto Cotopaxi, tanto Niño, tanta economía hecha pomada, tanta persecución a los periodistas, a los medios y a los Fundamedios.
¡Uf!, qué maravilla saber que los diálogos convocados por el Gobierno han resultado un éxito. ¡Oh, viva la presidenta de la Asamblea! ¡Viva el secretario de Planificación, viva, viva! ¡Viva Vinicio Alvarado y Paola Pabón, viva, viva! ¡Viva los tres meses de reuniones con todas las organizaciones sociales, viva viva!
Y es que, aunque casi todos se oponían a los impuestos que se preparaban con las leyes de herencia y patrimonio, resulta que después de los muchos diálogos ahora ya casi nadie se opone, según nos explicó, clarito, el Pabel Muñoz, tan didáctico él, tan específico. Todo el mundo después de los diálogos ha quedado convencido de que esas leyes son lo más beneficiosas, impecables porque, además, los proyectos han sido modificados para que solo paguen los ricos.
Chuta, pero ojalá la prensa no comience a decir que está buena esa modificación, porque ahí sí se le jode el proyecto al Pabel. ¿No se acuerdan? Igualito le pasó cuando anunció que por la crisis se iban a suprimir no sé qué ministerios, se iban a fusionar otros y se iban a optimizar las instituciones porque estaban inoptimizadas. Todo iba muy bien, hasta que el excelentísimo señor presidente de la República puso el grito en el cielo. O sea se cabreó y le preguntó al Pabel por qué se había filtrado a la prensa esa información. Entonces el Pabel salió, cabizbajo y cejijunto, a anunciar que esos cambios que él anunció ya no se iban a hacer por culpa de la prensa corrupta que informó su información. ¡Elé!
Ahora la gran revelación pabeliana es esta: los diálogos funcionan. ¡Albricias! Claro que los diálogos se hacen más o menos como en las discotecas, porque tienen en la puerta ese aviso que dice “la administración se reserva el estricto derecho de admisión”. O sea no dejan entrar a todos, pues, ni que fueran tontos. Dejan pasar solo a los escogidos y a los que no son escogidos, llueva, truene o relampaguee, les tienen afuera gritando, porque, según dice el excelentísimo señor presidente de la República, sus propuestas son tan inconsistentes que no resisten el menor análisis. ¿Entendieron? No pues, si han entendido no les pregunto yo, sino el excelentísimo, que cuando le conviene pregunta y, cuando no, no pregunta nada.
Pero los que están adentro de los diálogos ¡qué felices que se muestran! Al fin y al cabo, sí calificaron y por eso merecen estar sentados, oyendo lo que dicen el Pabel, el Vinicio, la Gabriela y la Paola que, según se ha demostrado, hablan con ciencia infusa y les convencen a los asistentes de que no solo que las leyes del impuesto a la herencia y la plusvalía son perfectas, sino también que para qué va a haber consulta para la reelección indefinida, si eso se puede arreglar con una simple votación en la Asamblea.
Usando las dulces palabras del excelentísimo señor presidente de la República, no hay que hacer caso a esos tirapiedras, a esos idiotas que tienen un zapato en la cabeza y aseguran que los diálogos en realidad son un monólogo. ¡Qué brutos!(O)

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