domingo, 27 de septiembre de 2015

¡NI SECUESTRO… NI GOLPE DE ESTADO… NI CONSPIRACIÓN…!

Crnel. Galo E. Monteverde C                         
El oficialismo viene aseverando: “Que fue un intento de derrocar al Presidente Correa y de asesinarlo” y su Ministro del Interior dice que: “Se quiso atentar contra la vida del primer mandatario, con un trasfondo de conspiración”.  También justifican  manifestando que: “En Alianza País y en el gobierno, se corroboró una vez más su liderazgo”.
Es fundamental conservar la calma,  y no perder de vista los móviles que causaron esta insubordinación, para que con  mente fría y con conocimiento de sus causas, se puedan emitir criterios y juicios de valor que expresen, sin eufemismos, lo que aconteció en el Regimiento Quito, cuartel de la Policía Nacional y posteriormente en el Hospital de la misma Institución.
Se manifiesta que fue un secuestro…Debe quedar claro para la opinión pública, que quien asistió al mencionado regimiento, por su propia voluntad, fue el Presidente; inclusive como lo dice su asesor  Francisco Latorre “nadie le asesoró para que acudiera al sitio, pese al riesgo que ello conllevaba”.  Este era un problema para los “fusibles”, como se acostumbra llamar en política, a los Ministros que se desempeñan en cualquier cartera, dentro de un gobierno. El caso presente, les correspondía al Ministro del Interior y al Comandante General de la Policía.
A través de los medios de comunicación independientes, nos pudimos informar de la actitud intemperante y nada conciliadora del Presidente de la República,  que de manera desafiante, y en forma  histriónica y descontrolada, se arrancó  la camisa y desafió a  los elementos insubordinados de la Policía a que lo maten,  para convertirse en mártir –develándose así el poco conocimiento que este señor tiene sobre las cualidades que debe poseer un líder, un político y sobre todo un estadista.
No es un líder, porque el líder  siempre se encuentra al servicio de su gente y no se sirve de ellos, sino que  su ejemplo, sus actitudes y expresiones son rápidamente escuchadas y atendidas, cosa que no sucedió con la policía, sus subalternos, con los cuales se jacta de tener una buena relación.  No es un político, porque no conoce que dentro del oficio, no siempre se puede ganar. En el caso de la ley del Servicio Público, debió haber negociado, llegar a un acuerdo, o simplemente, dar atención a la petición que le formulaban y el caso hubiese estado cerrado.  No es un estadista ni colegislador, porque como Presidente, no entiende los problemas del Estado, no es un elemento ponderado sino que constantemente  degrada a las otras funciones del Estado, como la Asamblea Legislativa y solo permite que la misma cumpla simplemente sus caprichos, sin permitir que con argumentos y debates, incluyendo los de la oposición, se pueda entregar un documento consensuado en beneficio de la Nación y la  República.
Como consecuencia de su tozudez, como es costumbre en él, desató la ira contenida del personal de tropa de la Policía, que perdiendo sus estribos procedieron a lanzar gases lacrimógenos y a agredir a los presentes, debido al cansancio que sentían por los engaños de los politiqueros  y a que no estaban dispuestos a aceptar, una vez más,  que un demagogo pretenda hacer lo mismo.  Luego de haber sido conducido al Hospital de Policía, a fin de que se recupere del efecto de los gases y con la idea de continuar el show, se declara “secuestrado”, dando a conocer su “peligrosa situación” en cadena nacional continua e indefinida de radio y televisión –secuestrando verdaderamente, de esta manera,  a la libertad de expresión, que a partir de ese momento quedó conculcada y reducida a su particular veleidad-.  Desde aquí hace un llamado con todos sus Ministros a sus coidearios a movilizarse para “rescatar a su Presidente” del Hospital de la Policía (NO CUARTEL).  La burocracia no se movilizó, pero sí estuvieron presentes los incondicionales.  Pasadas ya algunas horas, la Policía decide hacerle una calle de honor para que salga a Carondelet, pero el megalómano, demagogo y populista, prefiere un rescate sangriento, violento e irresponsable,  decidiendo y disponiendo la  movilización de las Fuerzas Especiales del Ejército, que desde tempranas horas de la tarde empezaron a concentrarse en el Colegio Militar de la Ave. Orellana, a fin de preparar una salida espectacular, para que a sangre y fuego puediera ser “rescatado”.  De muy poco valor o importancia fueron, para su egolatría, los sacrificios de gente joven, que en cumplimiento de su deber, debieron ofrendar sus vidas  por él.  Como tampoco le preocuparon los enfermos que se atendían en las clínicas particulares  y en los  Hospitales, Metropolitano y de la Policía, a sabiendas de que su  decisión, estaba prohibida por la Corte Internacional de La Haya,  debido a que este tipo de acciones bélicas, son consideradas “crímenes de lesa humanidad”.  Por lo tanto, quienes ordenaron y cumplieron la disposición, deben ser considerados criminales y procesados internacionalmente.
No le importó utilizar y enfrentar a las Fuerzas Armadas y a la Policía, en un deprimente espectáculo bélico, para saciar su sed de venganza y fortalecer su vanidad -tan venida a menos por no saber gobernar-.  No le afectó el hecho de dejar viudas y huérfanos en humildes familias, después de tan bochornoso y arcaico espectáculo que trajo como resultado 9 muertos y 278 heridos (hasta el momento).  No le preocupó proyectar una imagen internacional del país, pobre y llena de vergüenza, prefiriendo dar rienda suelta a su egocentrismo y megalomanía.
Se habla de un golpe de Estado… El Presidente y todo su gobierno, no tienen la menor idea de lo que significa aquello, pues simplemente se trató de un grupo de policías que se insubordinaron para exigir una homologación justa,  a sus remuneraciones, condecoraciones y estímulos a sus méritos, ya que no pueden ser considerados como servidores públicos, una vez que no tienen horarios fijos y están sujetos a peligros y riesgos propios de la profesión.
¿De qué golpe de estado se habla…?  Si el Jefe de Estado jamás fue reemplazado, si las Fuerzas Armadas estuvieron siempre a su servició y sobre todo,  siempre él ejerció el poder y nunca dejo de dar  disposiciones. Órdenes y disposiciones  que nos llenaron de vergüenza a los ecuatorianos, por la pobre imagen que recorrió el mundo, y  porque fueron  consecuencias del capricho de un caudillo totalitario  que claramente presenta actitudes del síndrome de Hubris.
Lo que se desprende de este show mediático, es que él percibía que su popularidad estaba muy  venida a menos, teniendo a los indígenas, trabajadores, estudiantes, profesores, universidades, servidores públicos, jubilados, policías, militares, etc., etc., en constantes protestas; debido a esto tendrían que crearse las condiciones propicias para montar un escenario a fin de que su imagen  saliera fortalecida, -y hasta  es posible que lo haya conseguido, ¡pero a  qué costo, Sr. Correa!- un precio muy alto y  que  llena de vergüenza al país, pero no por eso pretenda siquiera pensar, que se han cicatrizado las heridas.
Lo que queda claro de este montaje, es que los objetivos que perseguía el Ejecutivo, a más de lo anteriormente manifestado, era  sacar las leyes  que le interesaba, por el Ministerio de la Ley y no debatidas por la Asamblea, además de intentar que las Revocatorias a su Presidencia y la de sus incondicionales  -entiéndase el Alcalde de Quito-  se vean menguadas.
Los gobernantes y aún más los demagogos, tiene que entender que los problemas políticos deben ser solucionados políticamente y no con las armas, como se deduce de este trágico desenlace, que esperamos nunca más se vuelva a repetir  y sobre todo, nunca más se vuelvan a utilizar mañosamente a instituciones cuyo deber es hacer cumplir la ley, el orden y que son responsables de  la defensa interna y externa del país, para enfrentarlas entre sí.
Se quiere dar la impresión de que se trata de una conspiración, urdida por la oposición.  Todos los estadistas entienden que es necesaria la oposición, pero en este caso la Función Ejecutiva y la Revolución Ciudadana, consideran que la misma debe  ser eliminada  para poder concentrar, bajo su poder, todas las funciones del Estado y que las mismas actúen de acuerdo a su particular forma de pensar.
No es posible prescindir de la oposición ya que su presencia evita  que los gobernantes  abusen del poder, incumplan los ofrecimientos de campaña y sobre todo previene la corrupción, que en el caso de este gobierno, es tanta, que  sería imposible mencionarlas todas y que ya Emilio Palacios lo manifestó en un editorial, a las que habría que agregar muchísimas más.
Los hombres de honor y de dignidad, entendemos que cuando a alguien se le ha perdido el respeto o la confianza, lo mejor es dar un paso al costado y dejar que continúen  personas que aún mantienen en alto estos valores, pero en el  presente caso del Presidente de la República, esto no se va a dar, ya que su capricho, megalomanía y su egocentrismo, no le van a permitir.  Se hace necesario en el futuro  que por lo menos abra el diálogo, sea más plural y sobre todo aprenda a escuchar, incluyendo a la oposición.
No crea que su gobierno está lleno de virtudes, Presidente…; es un gobierno corrupto, divisionista, concentrador, totalitario, paternalista  y con escaso crecimiento económico.
Ojalá reflexione y pueda dormir tranquilo, Presidente,  porque estas acciones fraguadas por usted y su partido,  para elevar su imagen y la de su gobierno, tarde o temprano tendrán que ser juzgadas.

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