sábado, 26 de septiembre de 2015

PARA QUE TIEMBLE EL TIRANO


Por Estuardo Melo
El próximo período presidencial será difícil de administrar. El país está en la banca rota, altamente endeudado y los programas de gobierno no tienen sostenibilidad económica. En otras palabras, no hay ingresos suficientes para pagar los salarios de servidores públicos, no existe un plan de pago de la deuda, no hay fondos para inversión y muchos proyectos pueden quedar inconclusos.
Mientras el Presidente dice que no va a postularse, a pesar de que su mayoría legislativa aprobará la enmienda constitucional para su reelección indefinida, provocará una protesta social grave, al tiempo afirma que la oposición está dispersa y no tiene posibilidad de hacer competencia al candidato que Alianza País determine para las elecciones del 2017, pero se equivoca.
Es claro que para el propio Presidente la situación de quiebra del país ya no es objeto de su interés político. Sería diferente si continuaba teniendo dinero a manos llenas como en los ocho años previos de su gobierno y no reconoce las razones esgrimidas por la crítica ciudadana respecto a su fracaso.
El Presidente cuenta con que se mantenga una oposición desorganizada y seguramente también con el deseo por demás legítimo, de candidatos que pudieran postularse individualmente, con electores divididos.
No pensaría igual sobre su candidatura, los próximos comicios o la permanencia de Alianza País, si se llega a consolidar la unidad opositora. Ahí comenzaría su verdadero temor a ser fiscalizado y que se conozca el alcance y profundidad de sus errores.
En los últimos meses, han sucedido muchas cosas que la oposición debe capitalizar a su favor y que es fundamental que las asuman:
No es la restauración conservadora que se esfuerzan por evidenciar, tampoco el golpe blando que secretamente anhelan para tener un pretexto para dejar el poder que ya no ambicionan. Es por el resultado catastrófico producto de la incapacidad de Correa y su gobierno, nada más.
– La propuesta del correísmo demostró ineptitud absoluta en la aplicación del modelo que pretendió poner en práctica por ocho años, al formular una Constitución ad hoc a sus propósitos de convertir al país en un régimen de economía centralizada y dirigida desde el Estado, similar al cubano.
– En su desorganizada forma de despilfarrar el enorme ingreso originado en el costo del barril del petróleo, realizó gastos e inversiones sin contar con un plan que los ordene y priorice e inició obras sin contar con financiamiento.
– Incrementó los costos de las obras por construir, para retirar por debajo dineros en contubernio con contratistas del Estado y prestamistas, que pasaron a constituir un gigantesco sistema corrupto de lavado de activos, que por obvias razones no pueden ser bancarizados.
– Fue por causa del descontrol del gasto, que el país se quedó sin liquidez generando un déficit fiscal enorme, imposible de cubrir.
– Para disimular su ineficiencia, contrajo una enorme deuda pública con obligaciones difíciles de asumir en el mediano plazo, con un enorme sacrificio generacional, dejando intactas las condiciones de pobreza y desempleo.
Pero lo arriba descrito, la oposición ya lo sabe con lujo de detalles, porque las cifras no mienten y el gobierno tiene que presentar una rendición de cuentas al detalle de todo lo contratado, que identifique con total precisión la complejidad de la situación en que deja al país y los errores en que incurrió, ya que nunca evaluó ni los montos a sus disposición, peor las prioridades del gasto. No supo jamás cuánto dinero pasaría por sus manos ni se preocupó de preparar un plan inteligente para su administración.
Mientras tanto, basado en la propaganda gubernamental alega que la credibilidad en su gestión es el mayor tesoro, mientras campea la corrupción, el presidente se finge inocente y amnésico, como lo hizo cuando dijo que desconocía de los contratos de su hermano a pesar de todo lo denunciado que ofrece claros indicios de corrupción: Miles de millones de dólares.
Estos son los aspectos que la oposición política a este régimen debe analizar con claridad, para que una vez expuestos sus argumentos, los electores asuman una posición sin engaños, desnudando al descalabro.
Pero no es solamente eso. Los opositores conocemos que al haberse desnudado los inocultables vicios del correísmo, cuando la propaganda se volvió inútil, la ciudadanía salió a las calles a exigir la salida del cargo de Rafael Correa. Una oposición activa y militante que tiene muy claro, que sería el mayor absurdo permitir que Correa o alguno de la misma ralea pretendan encaramarse nuevamente en el poder, para arrinconarnos gracias a una mayoría fanática y obsecuente para mantener un régimen absolutista y totalitario como este que hoy vivimos.
Contamos también con la asociación de los alcaldes con mayor reputación del país en la administración pública junto al Prefecto del Azuay, luchando por defender la libertad y la democracia, todos ellos con excelente capacidad de convocatoria y votación en los últimos comicios. Voto anti correísta duro.
Un grupo de guerreros luchadores heroicos con discursos de gran coherencia, que aglutinan las voces de los colectivos indígenas perjudicados en sus anhelos de progreso, vejados por defender sus derechos comunitarios, que desean con vehemencia participar e incorporarse al desarrollo del país. No con reparto de lo ajeno, como los apegados al gobierno, sino con organización, trabajo y oportunidades. Un grupo cuyos miembros tienen alma férrea y fuerza moral suficiente para emprender en las más diversas tareas.
Finalmente, un empeñoso hombre público, que ha garantizado con su hoja de vida una propuesta con proyectos, ideas y concurso personal, para sacar adelante al país y que consiguió una importante votación en una contienda desigual.
Son todos grupos y personas con idénticos objetivos, con alta credibilidad, todos atacados sin escrúpulo por el régimen, dueños de capital político indudable, representantes de ciudadanía real, no de propaganda sofista y sanduchera, alejados del odio y la revancha.
Es un capital político inigualable, totalmente alejado del repugnante populismo que nos ha tocado vivir con engaño permanente, que lucha por la democracia, la libertad y los derechos individuales, que cree en la igualdad de oportunidades y en un sistema de justicia independiente y sin discrimen. Un grupo de ecuatorianos demócratas que rechaza las franquicias, los fanatismos por conveniencia y la falta de honestidad, gente certificada por su decencia en sus actuaciones públicas.
Veremos en qué queda la posición zigzagueante del presidente, cuando vea que los opositores se consolidaron en un solo frente. Veremos cómo cambiará su burlón discurso y cómo se batirán sus manos flamencas.
Resulta innecesario recordarles que el país requiere más que nunca de su sacrificio personal y entrega a las causas de la sobrevivencia de la nación y la restauración de sus instituciones; el país debe ofrecer a sus conciudadanos un ejemplo de la ética como modelo, castigando con dureza a quienes lo engañaron.
No es momento de nombres, de partidos, de segmentos, es la hora de unidad, concertación y acuerdo, un paréntesis político que plantee como primera instancia conseguir la estabilidad económica, política y social del Ecuador, hoy tambaleante, que encuentre la forma de restaurar sus instituciones políticas y administrativas, consolidar el sistema monetario. Una solución real para una crisis real.
No hay que olvidar tampoco que este gobierno gastó millones de dólares en comprar adhesiones y seguirá gastando todo lo que sustrajo para formar su capital político.
Espeluzna ver el cinismo y la forma cómo elude respuestas, ese quinceañero irresponsable y odiador que hace oídos sordos a los reclamos ciudadanos e inventa honestidades falsas.
Contaremos con cuatro años para recuperar la política y sus ideologías, la economía y sus emprendimientos, la dignidad y el empleo; el espacio de libertad para opinar y pensar, la transparencia de la gestión pública.
Qué saludable será para el país, un pacto caballeroso de nuestros líderes, para la reconstrucción de un Estado devastado, todos incluidos en la tarea de rescate de un país que merece todo lo bueno y lo mejor. Ciertamente no merecíamos ni burla ni escarnio.
Rodas, Nebot y Carrasco, con sus partidarios firmes, sus prácticas administrativas probadas y sus votantes; Pérez, Quishpe y Herrera desde las organizaciones sociales que abarcan al menos un millón de indígenas, toda la ciudanía de Quito, con Andrés Páez y sus plantones de la Avenida de los Shiris, ciudades enfrentando a pedradas al engaño y la contramarcha en su acompañamiento a la protesta y el partido CREO y su líder Guillermo Lasso, empeñados en desenmascarar al correísmo, unidos para la campaña que dejará fuera de una vez al impostor chavista. Todos juntos, unidos en una gestión de restauración, en un gobierno de transición hacia la verdadera democracia.
Un comité integral y sin exclusiones, que acuerde los requisitos mínimos, que asuma con firmeza la estabilización y que planifique el desarrollo a mediano y largo plazo. Cuatro años de ardua tarea para poder avizorar un futro cierto para nuestros hijos, bajo el imperio del derecho y la institucionalidad.
Necesitamos de cuatro años para recuperarnos de la crisis y simultáneamente planear el futuro.
Luego de la transición, una vez normalizada la vida pública del país, desintoxicados del correísmo, ya podremos lanzar contiendas abiertas y leales con propuestas coherentes y optimistas, sin influencia extranjera, sin ahijados del castrismo . Ahora no es el tiempo ni el lugar.
No hay otra alternativa…

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