sábado, 23 de febrero de 2019

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The New York Times
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sábado, 23 de febrero de 2019

Bienvenidos a esta edición especial de El Times, donde compartiremos por algunas semanas la versión en español de Cruzar la frontera, un nuevo boletín semanal de The New York Times sobre la vida en la frontera entre México y Estados Unidos. 
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Su acta de nacimiento es estadounidense: ‘Pero yo me siento mexicano, no te voy a mentir’
Por THE NEW YORK TIMES
Brian Arturo Posada en el autobús que lo lleva a visitar a su amigo a un centro comercial en Mexicali, México
Brian Arturo Posada en el autobús que lo lleva a visitar a su amigo a un centro comercial en Mexicali, México Emily Kask para The New York Times
Un estadounidense sueña con una vida en Estados Unidos
Durante su infancia en Mexicali, la ciudad fronteriza mexicana, los otros niños se burlaban del nombre de Brian Posada. “Brian”, el nombre, era muy estadounidense; Brian, el chico, nunca se identificó de ese modo. Nació en Las Vegas, sí, pero vivió ahí solamente durante un año con su madre, una mujer indocumentada, antes de mudarse de regreso con ella a México. Nunca aprendió inglés.
Ahora, con 19 años, Posada ve las cosas de otra forma. Hace el corto recorrido entre sus dos vidas varias veces a la semana, al cruzar desde Mexicali —donde todavía vive— a través de un amplio corredor a Caléxico, el pueblo fronterizo californiano donde contempla su futuro.
Caminé con él un día de la semana pasada; salimos de la nublada plaza central de Caléxico, desde donde se puede observar la valla fronteriza. La música sonaba a todo volumen en español proveniente de una tienda de estéreos cercana. Al empujar el torniquete para cruzar hacia México, Posada echó un vistazo silencioso a los trabajadores agrícolas que regresan a México de sus empleos en el campo en Estados Unidos, con los rostros enlodados y cansados.
En Mexicali su tono se volvió un poco más punzante. Desvió la mirada de los ancianos indigentes que mendigaban en el suelo. Señaló la ironía de una iglesia ubicada junto a un prostíbulo.
“Esto es lo que encontrarán aquí”, dijo. “Pobreza, drogas y prostitución”.
Si sus sentimientos hacia su ciudadanía estadounidense fueron confusos en el pasado, la edad adulta aclaró algunas cosas. Comenzó a preguntarse qué significado tenía que fuera técnicamente estadounidense, qué oportunidades podrían abrirse. Comenzó a esforzarse para obtener un diploma de equivalencia con el bachillerato en Estados Unidos, aunque acepta que su falta de dominio del inglés es todavía un obstáculo significativo.
“Hace poco mi mamá me dijo: ‘Mira, no te pude dar cosas buenas como tiene otra gente. Pero te di la ciudadanía estadounidense, que es por lo que tanta gente está luchando’”, dijo Brian.
Él reconoce eso ahora. “Pero me siento mexicano, no te voy a mentir”, dijo.
Cuando cumplió 18 años, en busca de algo que lo ligara a la vida en Estados Unidos, Posada consiguió un trabajo en una de las granjas cercanas que suministran una gran porción de los vegetales invernales de los estadounidenses. Era un trabajo muy desgastante. Se despertaba a la una de la mañana, cruzaba la frontera con otros trabajadores agrícolas migrantes y comenzaba a cosechar a las tres de la madrugada. Vio los efectos físicos que el trabajo había causado en los mexicanos que habían hecho lo mismo durante décadas.
Ese no es el futuro que deseaba, pensó. “Es un trabajo que te mata”.
Ahora, su trabajo consiste en registrar a residentes de bajos recursos de Caléxico para planes celulares financiados por el gobierno, alguna vez coloquialmente conocidos como “celulares Obama”. Debido a que casi todos en Caléxico hablan español, Posada puede hacer el trabajo sin que el idioma se interponga.
Pero es un buen negocio en un área pobre como Caléxico y no necesariamente lucrativo para personas como Posada, que cobra por comisión. El día que nos encontramos tenía dos clientes y después de un día de trabajo cobró veinte dólares.
“Hace poco mi mamá me dijo: ‘Mira, no pude darte cosas buenas como tiene otra gente. Pero te di la ciudadanía de Estados Unidos, por la que tanta gente está luchando’”, dijo Brian.“Hace poco mi mamá me dijo: ‘Mira, no pude darte cosas buenas como tiene otra gente. Pero te di la ciudadanía de Estados Unidos, por la que tanta gente está luchando’”, dijo Brian.
Emily Kask para The New York Times
Cruzamos de regreso a Mexicali para encontrarnos con su amigo en Plaza La Cachanilla, un centro comercial con boutiques de ropa, puestos para hacerse perforaciones y tiendas de anime. Su amigo Iván también es mexicano y habla bien inglés. Dijo que ayudaría a Posada a hacer el plan para estudiar los temas para el diploma. Le ofreció trabajar con él.
“¿Qué te parece? Es mexicano pero sabe inglés”, dijo Posada sonriendo al señalar a su amigo. “Ojalá que pueda ayudarme”.
Mientras esperaba un taxi que me llevaría de regreso a la frontera le grité: “See you soon!”.
Me dijo que lo repitiera. Luego otra vez. Repitió para sí unas veces en voz baja y luego sonrió. “See you soon!”, gritó como respuesta.
— JOSÉ DEL REAL desde Caléxico, California, y Mexicali, Baja California.
José es parte del equipo de periodistas del Times que actualmente se encuentran en la frontera. Cada semana, ellos compartirán parte de su reporteo sobre la frontera y las personas que pasan tiempo en ambos lados de ella.
¿Tienes preguntas sobre cómo es la vida en la frontera o sugerencias sobre este boletín? Escríbenos: crossingtheborder@nytimes.com
Conoce a Mark Napier, alguacil en la frontera
Mark Napier es el alguacil del condado de Pima, Arizona, que incluye a Tucson y 201 kilómetros de frontera. Napier —un republicano que ocupa el puesto desde 2017— ha llegado a los titulares por criticar el enfoque del presidente Trump sobre el muro fronterizo.
Pima County Sheriff Mark NapierPima County Sheriff Mark Napier
Rick Wiley/Arizona Daily Star, via Associated Press
En una conversación reciente con Manny Fernandez, jefe de la oficina de The New York Times en Houston, el comisario ofreció su perspectiva desde el frente de batalla de la guerra contra las drogas.
¿Cuál es el estado actual del tráfico de drogas en tu condado?
La naturaleza de la guerra contra las drogas ha cambiado fundamentalmente en los últimos diez años. El tráfico solía ser de grandes cantidades de marihuana que entraban entre los puntos de ingreso; esa era la principal amenaza. Y ese narcotráfico parecía ser muy muy violento y no tan organizado o tan sofisticado como el tráfico de drogas actual. Ahora lo que estamos viendo son cantidades inimaginablemente grandes de drogas duras. Y es verdad que principalmente la vemos llegar a través de los puntos de ingreso. Porque eso es una vulnerabilidad actual. Los cárteles de drogas siempre aprovecharán la que sea la vulnerabilidad actual.
Hace tan solo un par de semanas interceptamos 6 kilogramos de heroína —si retrocedes a hace cinco o seis años, eso era inimaginable— y varios kilogramos de metanfetaminas y diez mil pastillas de fentanilo. Ahora piensa en eso: diez mil. Cada una de ellas es una sobredosis potencial.
¿Cuál era el cargamento típico de heroína hace unos años?
Hace años hablábamos de gramos. Si interceptabas varios gramos de heroína en tu área, o de metanfetaminas, era algo importante. Era un decomiso muy bueno. Ahora hablamos de kilogramos.
¿Qué significa la condena del Chapo, el narcotraficante mexicano, para el alguacil local que vigila la frontera?
Tenemos que entender que los cárteles de drogas son organizaciones empresariales óptimas. Cuando derrocas a un supuesto capo como el Chapo, hay un plan de sucesión. Me refiero a que son un negocio. Aunque eso ayuda, y tal vez crea un pequeño vacío en el funcionamiento de la organización durante un tiempo, también es cierto que hay tanto dinero involucrado que será llenado rápidamente y estarán en funcionamiento de nuevo.
Una cosa que falta sobre la retórica de cómo discutimos este problema —que es muy desafortunado— es lidiar con el lado de la demanda de la ecuación. El hecho fundamental es este: mientras tengamos este apetito por drogas ilegales en este país, habrá alguien en algún lugar que encontrará una forma de satisfacerlo, y se volverán increíblemente creativos sobre cómo hacerlo.
(Lee más aquí sobre la condena de Joaquín Guzmán Loera, el narcotraficante conocido como el Chapo).
¿Así que la demanda en Estados Unidos creará más Chapos?
Es motivante que podamos llevar a elementos importantes de los cárteles de drogas ante la justicia. Esa es una señal motivante. Sin embargo, no sé si va a ser una solución a largo plazo o algo que aliviará significativamente los problemas que tenemos en nuestras comunidades. Ese vacío será llenado por otra versión del mismo personaje.
Napier apareció en un episodio del pódcast The Daily el mes pasado para hablar sobre el muro fronterizo.
Para saber más sobre: el asilo
A finales de la semana pasada, la Unión Americana para las Libertades Civiles (ACLU) y otros dos grupos demandaron al gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, por una política reciente que requiere que las personas que buscan asilo esperen en México.
A continuación, te ofrecemos cuatro vías para profundizar en este debate:
• Muchos migrantes que llegaron a Tijuana como parte de la caravana migrante que provenía de Centroamérica parecen estar rindiéndose, dijeron funcionarios mexicanos la semana pasada. Muchos regresan a casa o aceptan empleos en México [en inglés].
• En noviembre: The Interpreter analizó los países en el mundo que eluden las leyes mundiales sobre los refugiados y el potencial colapso del sistema global de asilo. Lee el análisis aquí.
• La revista The New Yorker habló con Ana Raquel Minian, una historiadora y autora del libro Undocumented Lives: The Untold Story of Mexican Migration, sobre cómo Estados Unidos ha tratado a los solicitantes de asilo a través de la historia. Lee aquí la conversación.
• Debido a los retrasos en el manejo de solicitudes, los recortes al personal y un mayor escrutinio, el tiempo que deben esperar quienes desean naturalizarse como estadounidenses casi se ha duplicado en los últimos dos años. Lee más sobre esto aquí.

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