La trampa del nulo
Somos millones los ecuatorianos que sostenemos que el Consejo de Participación es una falsificación de la democracia que facilitó la institucionalización de la corrupción durante la década ganada. Pero estos millones de ecuatorianos no podemos caer en la trampa de dividir el voto para el ascenso correísta.
18 de febrero del 2019
POR: Gabriel Hidalgo Andrade
Politólogo y abogado. Docente universitario.
Lo patriótico no es promover el voto nulo, sino identificar a los correistas que constan infiltra-dos en la papeleta e iniciar una cam-paña cívica para que se les niegue el voto".
Es absurdo votar y proponer el nulo en la elección para integrantesal Consejo de Participación Ciudadana. Todos queremos que ese bodrio inservible sea expulsado del sistema de instituciones democráticas, pero esta es una forma de caer en una sutil trampa.
Hay candidatos correistas, gobiernistas e independientes que participan para tales dignidades. Estos serán escogidos por primera vez en elecciones libres que se expresan en el escrutinio de los votos válidos. Los nulos y blancos no se consideran como votos válidos. Es como si quienes sufragaron se hubieran abstenido de votar. El absentismo, activo o pasivo, o la anulación de la votación se distingue en que quienes hicieron la cola, rayaron la papeleta y recibieron el certificado no tienen que pagar una multa. Esa es la única diferencia. En términos reales, ausentarse, anular el voto o votar en blanco es no participar en la elección.
Los demás votos, los considerados válidos, son los que eligen a los dignatarios. Los consejeros que resulten ganadores serán los encargados de nombrar a las autoridades de control según la Constitución y, por tanto, su tarea es enorme. Entonces resulta un poco obvio que estos sufragios, repito, los calificados como válidos según el Código de la Democracia, se distribuirán entre correistas, gobiernistas e independientes. Pero promoviendo la bobería de sufragar en blanco o anular el voto lo que se consigue es el ascenso del correismo al órgano más poderoso del Estado.
Es simple. Somos millones los ecuatorianos que sostenemos que este órgano es una falsificación de la democracia que facilitó la institucionalización de la corrupción durante la década ganada. Y también somos millones quienes justificamos la urgencia de instalar el actual Consejo transitorio para que recupere las instituciones democráticas y que hoy exigimos que esta adulteración sea tirada al recipiente de la basura de la Historia, así como enjuiciados penalmente los consejeros que facilitaron la descomposición moral del Estado durante la década ganada. Pero estos millones de ecuatorianos no podemos caer en la trampa de dividir el voto para el ascenso correista.
Solo los votos válidos elegirán a los nuevos consejeros y se espera que estos sean gente decente y valiente que promueva la última elección de autoridades de control por esta vía y que facilite la extinción de este órgano. Pero esta tarea será imposible si esos puestos son ocupados por correistas, que llegarán a sentarse en el poder de ese órgano con la única intención conseguir el retorno de su mesías exiliado, el prófugo del ático.
Pero si los votos de los millones de ecuatorianos que proponemos estas dos últimas tareas se dividen entre nulos, blancos y válidos, lo intuitivo es deducir que el correismo tendrá mayores posibilidades de ocupar más puestos en el Consejo porque su voto no se dividirá.
Lo realmente patriótico no es promover el voto nulo, sino identificar a los correístas que constan infiltrados en la papeleta e iniciar una campaña cívica para que se les niegue el voto y se alerte sobre el peligro que representa que ocupen estos espacios de decisión.
El voto nulo es una soberana tontería, es caer en la sutil trampa del correismo y facilitarle su retorno al poder.
@ghidalgoandrade
Hay candidatos correistas, gobiernistas e independientes que participan para tales dignidades. Estos serán escogidos por primera vez en elecciones libres que se expresan en el escrutinio de los votos válidos. Los nulos y blancos no se consideran como votos válidos. Es como si quienes sufragaron se hubieran abstenido de votar. El absentismo, activo o pasivo, o la anulación de la votación se distingue en que quienes hicieron la cola, rayaron la papeleta y recibieron el certificado no tienen que pagar una multa. Esa es la única diferencia. En términos reales, ausentarse, anular el voto o votar en blanco es no participar en la elección.
Los demás votos, los considerados válidos, son los que eligen a los dignatarios. Los consejeros que resulten ganadores serán los encargados de nombrar a las autoridades de control según la Constitución y, por tanto, su tarea es enorme. Entonces resulta un poco obvio que estos sufragios, repito, los calificados como válidos según el Código de la Democracia, se distribuirán entre correistas, gobiernistas e independientes. Pero promoviendo la bobería de sufragar en blanco o anular el voto lo que se consigue es el ascenso del correismo al órgano más poderoso del Estado.
Es simple. Somos millones los ecuatorianos que sostenemos que este órgano es una falsificación de la democracia que facilitó la institucionalización de la corrupción durante la década ganada. Y también somos millones quienes justificamos la urgencia de instalar el actual Consejo transitorio para que recupere las instituciones democráticas y que hoy exigimos que esta adulteración sea tirada al recipiente de la basura de la Historia, así como enjuiciados penalmente los consejeros que facilitaron la descomposición moral del Estado durante la década ganada. Pero estos millones de ecuatorianos no podemos caer en la trampa de dividir el voto para el ascenso correista.
Solo los votos válidos elegirán a los nuevos consejeros y se espera que estos sean gente decente y valiente que promueva la última elección de autoridades de control por esta vía y que facilite la extinción de este órgano. Pero esta tarea será imposible si esos puestos son ocupados por correistas, que llegarán a sentarse en el poder de ese órgano con la única intención conseguir el retorno de su mesías exiliado, el prófugo del ático.
Pero si los votos de los millones de ecuatorianos que proponemos estas dos últimas tareas se dividen entre nulos, blancos y válidos, lo intuitivo es deducir que el correismo tendrá mayores posibilidades de ocupar más puestos en el Consejo porque su voto no se dividirá.
Lo realmente patriótico no es promover el voto nulo, sino identificar a los correístas que constan infiltrados en la papeleta e iniciar una campaña cívica para que se les niegue el voto y se alerte sobre el peligro que representa que ocupen estos espacios de decisión.
El voto nulo es una soberana tontería, es caer en la sutil trampa del correismo y facilitarle su retorno al poder.
@ghidalgoandrade
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