Publicado en la Revista El Observador Febrero de 2019, edición 109 |
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“La legislación ecuatoriana protege a plantas, aves y animales; formas de vida especificadas como Derechos de la Naturaleza. Es decir, protege a las plantas, a las aves, a los animales y a su hábitat; o sea protege a la flora, a la fauna y a los recursos naturales. De esta manera, están protegidos todos los árboles: urbanos, rurales y de montaña, sin discrimen alguno”.
Dios o la Madre Tierra creó la vida en forma de planta, en forma de ave, en forma de animal, en forma humana y en otras formas. Todo es vida, sólo varía la forma. Juntas estas formas de vida constituyen la biodiversidad, y con el hábitat componen el ecosistema. Dentro de la biodiversidad, todas las formas de vida están conectadas; y el ser humano es el más beneficiado. Diariamente respira el oxígeno que producen veinticinco árboles. Goza escuchando el variado y armonioso trino de los pájaros. Se deleita observando la belleza multicolor de las flores. Consume el nutriente sabor de las frutas. En fin, dispone de todo lo que su organismo necesita para existir. Por tanto su obligación es cuidar y defender a todas las formas de vida, pero como se ha convertido en un irracional destructor de las mismas, en el Ecuador hubo la urgencia de protegerlas jurídicamente como sujetos de derecho y con el calificativo Derechos de la Naturaleza. De esta manera están protegidos todos los árboles urbanos, rurales y de montaña, sin discrimen alguno. Los árboles son seres vivos indefensos. Ante el peligro, las aves vuelan; los animales, huyen; los seres humanos, corren; los árboles no pueden moverse. Asimismo es indispensable saber que los árboles de los parques, de las calles, de las avenidas, de las orillas de los ríos, son bienes públicos. Cualquier daño causado a estos árboles, es un ilícito castigado por la ley. Inclusive los árboles de propiedad privada están protegidos legalmente, porque todo árbol brinda un servicio ambiental; así un árbol de aguacate pertenece a su dueño y además los frutos, pero el oxígeno que genera es de propiedad pública, por eso para talarlo el dueño requiere autorización previa de la autoridad competente. En Cuenca, desde las ventanas de los edificios, desde las terrazas de las casas, desde la cima de las colinas, se observa la extensión urbana de la Ciudad, llena del hermoso paisaje de los eucaliptos; sin los eucaliptos, Cuenca no tendría paisaje. Son miles de eucaliptos que están por las lomas, en las quebradas, en las orillas de los ríos, en todas partes, dando vida y color al valle de Cuenca; sin estos árboles, Cuenca no tendría oxígeno para sus habitantes. El árbol de eucalipto es un prodigio natural. La floración de los eucaliptos sirve para que las abejas absorban el néctar y elaboren la mejor calidad de miel, más sabrosa y nutritiva que la miel de otras flores. Sin las flores de los miles de eucaliptos, no existiría apicultura en Cuenca. Gracias al oxígeno que generan, purificando el aire contaminado, los eucaliptos significan la salud y vida de los cuencanos. Si no fuese por los gases tóxicos y fétidos de los vehículos y las fábricas, Cuenca sería una ciudad perfumada con el agradable y medicinal aroma de los eucaliptos. Los médicos aconsejan purificar el aire de las viviendas con el vapor de las hojas hervidas de eucalipto. A los enfermos de las vías respiratorias, con gripe, asma, bronquitis, sinusitis, catarro y otras afecciones, los médicos recomiendan hacer inhalaciones de las hojas tiernas de este árbol prodigioso, el eucalipto. La resina, el aceite, el néctar y la goma del eucalipto tienen una cantidad de usos y especialmente para elaborar medicinas. En las boticas se venden jarabes, pomadas y otros remedios de eucalipto, para que los cuencanos puedan curarse de algunas enfermedades. Como ahora en la construcción de las casas se utiliza el hierro, se olvida el valor de la madera de eucalipto. No hay casa patrimonial de Cuenca que no haya sido construida con la madera de eucalipto. Las soleras, los pilares, las vigas, las cumbreras, los aleros, los canecillos, los pisos, las gradas, los pasamanos, los balcones, las puertas, las ventanas y en general los armazones de las casas patrimoniales son de madera de eucalipto, madera dura y resistente que ahuyenta a la polilla. También son mejores y más durables las cunas, las camas, los guardarropas, los clósets, las cómodas, los baúles, las mesas, las sillas, los armarios, los estantes y toda clase de muebles de los hogares, cuando son de eucalipto. Hasta hace poco, a los largos y gruesos eucaliptos se los utilizaba en la construcción de puentes. Además como postes de la luz eléctrica. La leña de eucalipto arde con llama completa y sin humo, aunque sea leña verde, de árbol recién cortado. Las ramas de hojas secas de eucalipto sirven para chaspar los chanchos muertos. Y la “cascarita” es más sabrosa y sana, que la chaspada con el soplete de gas licuado de petróleo. Así de útil es el eucalipto. Entonces por qué tanto desafecto en contra de este árbol benéfico? No existe en Cuenca otro árbol tan útil y numeroso como el eucalipto, que sobresale formando verdaderos bosques por todos los lados de la Ciudad. En las orillas de los ríos, los eucaliptos son los protectores de que las crecientes no inunden a las áreas urbanas. El valle de Cuenca es el hábitat de los eucaliptos por siglo y medio, teniendo por tanto justo derecho a la “ciudadanía cuencana”. Dicen que el eucalipto es un árbol exótico. En verdad vino de lejanas tierras, de Australia. Pero no son también exóticos casi la totalidad de los árboles y arbustos de Cuenca ? Hasta los árboles considerados patrimoniales del Parque Calderón, los llamados “pinos” (araucarias) llegaron desde Chile; traídos por Luis Cordero Crespo. En los parques, calles y avenidas de Cuenca, la mayoría de árboles y arbustos son exóticos, de otros lugares. Hasta los habitantes de Cuenca son de otros cantones, de otras provincias, de otros países; y si regresaran a sus lugares de origen, Cuenca quedaría despoblada. Alcaldes, concejales, periodistas, catedráticos, profesionales, poetas, empleados, artesanos, obreros, siendo nativos de otras tierras, han dado progreso, prestigio y orgullo a Cuenca. Despreciar al eucalipto por ser árbol exótico y que por eso hay que eliminarlo, es un argumento ignorante; por desconocer los atributos de este árbol venerable. Los eucaliptos son los mejores extranjeros que han llegado a Cuenca. Primera parte |
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