viernes, 13 de julio de 2018

La lucha publicitaria
El aliancismo instaló un estado de propaganda difícil de desmantelar con un orador motivacional de voz inaudible. Las bases de legitimidad heredadas por la revolución ciudadana no están levantadas sobre el estado derecho, la pluralidad o el civismo, sino sobre el fanatismo y la política del entretenimiento. Quien tenga la atención del público tendrá la legitimidad democrática.
12 de julio del 2018
POR: Gabriel Hidalgo Andrade
Politólogo y abogado. Docente universitario.
La aprobación del manda-tario cayó 31 puntos en trece meses, del 77 al 46 por ciento, y su oposición, com-puesta por antiguos copar-tidarios, organizó una marcha de 50 mil mani-festantes, según las cifras de sus líderes".
El presidente Lenín Moreno debería preocuparse. La aprobación del mandatario cayó 31 puntos en trece meses, del 77 al 46 por ciento, y su oposición, compuesta por antiguos copartidarios, organizó una marcha con 50 mil manifestantes, según las cifras de sus líderes. La estrategia de comunicación del gobierno está fallando, sus números en las encuestas no son halagadores y el único grupo de presión crece. ¿Qué está pasando?
El jueves 5 de julio, el correismo llenó la calle Guayaquil en el centro de Quito con manifestantes y vuvuzelas. El estruendo de al menos dos docenas de cuadras colmadas de gente mayoritariamente rabiosa y las filas de buses estacionados en los alrededores del lugar de concentración, como de otros lugares de la capital, mostró lo que Carondelet no quiere mirar. La oposición al gobierno nacional tiene suficientes recursos para costear la movilización, alimentación y jornal de decenas de miles de personas, y los procedimientos de protesta, contención y agresión, perfeccionados durante la década ganada, son fieras dormidas que empiezan a despertar.
Los testimonios de los periodistas presentes, las alertas enviadas a los medios sobre la virulencia de los marchantes y la peligrosidad de los detenidos por vandalismo mostró que esta oposición callejera al gobierno nacional está buscando calentar las calles por la vía de la intimidación pública. ¿Quién o quiénes están detrás de estas actividades, aportando sus recursos y discursos?
Después, como si se hubieran sincronizado, las quejas sobre la ausencia de los medios de comunicación inundaron las redes sociales. Efectivamente, los medios de información no cubrieron el evento o lo hicieron con poco material, superficialmente. Pocos prefirieron mentir sobre la magnitud de la protesta. Muchos comunicadores, en conversaciones informales, se quejaron por la falta de garantías durante la protesta, por las apremiantes amenazas recibidas durante la manifestación y sobre la manifiesta crueldad de algunos marchantes para evitar el trabajo periodístico. ¿Aun así querían que el asunto se convirtiera en noticia?
Los organizadores querían lo contrario, que no estuvieran los medios, que no hubiera noticias sobre el asunto para luego poder quejarse. Por eso dieron la orden a sus sabuesos para que acosaran a toda persona con una cámara o micrófono hasta que se fuera. La victimización forma parte de este libreto. Luego podrían decir, como dijeron, que la prensa libre está del lado del gobierno entreguista.  
El aliancismo instaló un estado de propaganda difícil de desmantelar con un orador motivacional de voz inaudible. Las bases de legitimidad heredadas por la revolución ciudadana no están levantadas sobre el estado derecho, la pluralidad o el civismo, sino sobre el fanatismo y la política del entretenimiento. Quien tenga la atención del público tendrá la legitimidad democrática. Por eso durante la semana había un repertorio de obras inauguradas y vueltas a inaugurar con sobreprecios y sin ningún control de gastos. Cualquier forma de control político tenía que ser perseguido, cualquier voz crítica debía ser callada, mientras los medios permanecían copados de propaganda gubernamental y pedidos de réplicas que eran otra forma de aleccionamiento y silencio.
Si busca remontar su desgaste, el gobierno del presidente Moreno deberá plantearse estrategias alternativas de acceso al gran público que antes eran satisfechas con los abusos del gasto en propaganda, con el acoso de la Superintendencia de la Comunicación, y con el extinto espectáculo de insultos de los sábados. Moreno deberá encontrar un sustituto para las sabatinas.
La débil democracia ecuatoriana se debate entre un estado de propaganda y falangistas con mucho dinero que harán todo por recuperar el poder.

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