¿Puede reinventarse el gobierno de Moreno?
Lenín Moreno quiere instalar el gobierno en una nueva etapa tras la primera que colaboradores suyos llaman “limpieza de la casa”, y que ahora tiene curso propio en la Justicia. En la nueva etapa, cuyo contenido y dinámica tiene que aprobar e Presidente a su retorno del viaje a Inglaterra y España, están previstos algunos temas.
El primero y más importante concierne la gestión de gobierno. La preocupación central estriba en desconectar el equipo ministerial de la ideologización dominante en la administración. No más debates insulsos sobre si el gato es blanco o negro, mientras pueda cazar ratones. Esa frase de Deng Xiaping puede resumir el espíritu de un gobierno decidido –parece– a producir resultados. El gobierno quiere, si se entiende bien, cambiar de ritmo y apurar decisiones, sobre todo en el campo económico, de la mano de la Ley de Fomento Productivo.
Lenín Moreno quiere austeridad, total pragmatismo y eficiencia. Por lo que dicen sus colaboradores, la nueva etapa, que tomará cuerpo en las próximas semanas, será animada por el equipo más cercano y de mayor confianza del Presidente. Su tarea es sacudir al gabinete para que nadie arrastre los pies. Santiago Cuesta, el polémico asesor de Moreno, ya juega el papel de ciclón y ha presionado sin tregua, dicen las fuentes, para reducir al mínimo el número de asesores que en los ministerios se contaban por centenares. Pero el equipo encargado de velar por la gestión gubernamental, además del seguimiento, dará apoyo político y administrativo para que “ocurran cosas” en las áreas que el Presidente definirá como prioritarias. Dos ejemplos: economía y turismo. La idea es que haya un esfuerzo conjunto para avanzar, derribar las trabas (tramitológicas u otras) que bloquean los procesos y mostrar resultados al país.
El Ejecutivo, por lo que dicen las fuentes, aspira a tener un equipo ministerial técnico y pragmático enfocado en resultados y sin agenda paralela. La presencia de ideólogos o correístas también se analiza, pero hay fuertes presunciones que hacen pensar que ministros como Rosana Alvarado, Rubén Flores, Fander Falconí… no calzan en la línea pragmática que se reforzó en el gobierno tras la llegada, con misión de gerente, de Eduardo Jurado a la Secretaría General de la Presidencia.
No hay claridad sobre la agenda política del gobierno ni sobre la forma como procesará el déficit político que se palió, solo en parte, con la llegada al gobierno de Juan Sebastián Roldán. Lenín Moreno ha producido resultados políticos innegables. Pero la nueva etapa de reconstrucción económica necesita, además de ingeniería subterránea, un liderazgo que debería asumir Richard Martínez y que, hasta ahora, según la frase de Tácito, brilla por su ausencia.
¿Moreno tendrá un papel público más activo? Los asesores del Presidente creen que sí. Pero le ponen el ojo más a los resultados que a la labor proselitista. Por eso se dicen sorprendidos por el encuentro nacional, el sábado pasado en Cuenca, del movimiento Vamos. En él militan ministros como Augusto Barrera y Rubén Flores, ex funcionarios como Andrés Mideros o asambleístas como Ximena Ponce.
Los organizadores de este encuentro no pusieron distancia alguna con el gobierno de Moreno. Se presentaron, mas bien, como un frente progresista instalado en la dirección fijada por el Presidente. Pero en Carondelet parece haber otro pálpito. Algunos colaboradores de Moreno se preguntan a qué obedece esta iniciativa en un momento en el cual es urgente decidir, a sus ojos, lo que harán con Alianza País. ¿Por qué hicieron cama aparte? Y la presencia en ese movimiento de militantes que continúan, a pesar de todo, defendiendo a Rafael Correa les luce más como una señal inequívoca de una ruptura anunciada.
Los organizadores de este encuentro no pusieron distancia alguna con el gobierno de Moreno. Se presentaron, mas bien, como un frente progresista instalado en la dirección fijada por el Presidente. Pero en Carondelet parece haber otro pálpito. Algunos colaboradores de Moreno se preguntan a qué obedece esta iniciativa en un momento en el cual es urgente decidir, a sus ojos, lo que harán con Alianza País. ¿Por qué hicieron cama aparte? Y la presencia en ese movimiento de militantes que continúan, a pesar de todo, defendiendo a Rafael Correa les luce más como una señal inequívoca de una ruptura anunciada.
Los asesores de Moreno parecen más decididos a que esta segunda etapa sea exitosa, sin calcular (así inspiren dudas en este plano) los réditos políticos inmediatos. En su análisis este es el momento para que el gobierno se reinvente, tenga otro discurso, otra actitud, otras prioridades… empezando por decir al país (ahora parece que sí lo harán) cómo dejó el país Correa y las consecuencias de la desidia de otros gobiernos desde hace décadas. Todo ello para que todos en el gobierno estén convencidos (hay ministros que no lo están) de la gravedad de la crisis económica que encara el país y de la necesidad de tomar decisiones sin pruritos ideológicos.
Moreno dará, eso esperan, ese golpe de timón apenas vuelva. Bienvenidos aquellos que necesitan ver para creer.
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