sábado, 21 de julio de 2018

Mantel de retazos



Alberto Ordóñez Ortiz
Por AGN -21 julio, 20181
El país sufre la perturbadora vocinglería de los actuales salvadores de la Patria. Su insistente retintín abruma y descorazona por los resultados. Las verdaderas Manuelas, las de alpargatas y chalinas surcidas hasta no dejar rastros de sus hebras originales, siguen con las manos vacías, ateridas bajo algo que es y no un techo, por el que, dadas las inevitables grietas de la pobreza de solemnidad, es posible -algo es algo- mirar las estrellas y darse modos para alimentarse con la evanescencia de su pasajera luz, porque cuando se ha llegado a ese punto, no se tiene para más y es el único alimento al alcance de sus huesudas y acusadoras manos que, como un grito interminable, nos recuerdan a las dibujadas por Eduardo Kingman, nuestro magistral pintor. Desde Chunchi hasta la laguna de Colta en las estribaciones de Riobamba, los niños y las mujeres se arrodillan, día por día, en mitad de la carretera para mover el corazón y lograr que alguien se compadezca.
He allí una astillada comarca del desamparo en que la miseria es un emblema frente al que muchos se hacen los desentendidos o simplemente huyen como alma que lleva el diablo. Si quienes mandan, quisiesen ser verídicos, deberían colocar un letrero con el siguiente rótulo: Aquí es prohibido soñar, y agregar otro que diga: Ciudadanos extranjeros, el Ecuador es un país turístico, vengan y quédense aquí por un día si quieren ver como se muere de pobreza o de tristeza que para el caso da lo mismo.
Pasado ese umbral, de seguro que quedará la vanalidad de quienes se creen y sienten seguros de su importancia, la sensación de suficiencia atizada por sus íntimos colaboradores, varios de ellos, aduladores de oficio y expertos en el ocultamiento de la realidad, para que quien nos dirije se convenza de que a partir de su presencia el país ha alcanzado la plenitud -nunca antes registrada- de sus realizaciones.
De allí a la asunción a un mesianismo de papel picado, sólo queda un paso. El mismo que queda frente al precipicio de la sinrazón. Sin embargo en las principales instituciones poco o nada ha cambiado. Es más, varios de los colaboradores del anterior régimen siguen en sus puestos o han sido promovidos a otros de mejor ver y recibir, como los diplomáticos, por ejemplo. La solución de la grave crisis del IESS sigue en el limbo y el incremento de la deuda externa crece sin cesar. Al momento, la certeza del engaño se inflama y pronto llegará el momento en que el olor a la mortecina de la falacia resultará insoportable.
Se trataría de alterar las percepciones, de remplazar la desazón por el canto -casi- litúrgico- de un jubilo forzado, para que la perfidia del enmascaramiento nos domine a través del descaro de la mendacidad. Olvidan -desde luego- que la realidad arrasa con las ficciones forjadas para engatusarnos y que los engaños con que se intenta insultar a nuestra inteligencia, -sólo se intenta-, nunca dejarán de ser un fraude más. Entre tanto el mantel de retazos que es la Patria, no deja de ser una mezcla de todos los colores, despojos y dolores causados por la mayoría de quienes nos han gobernado. Y, todo, bajo el auspicio de los seguros Sucre. (O)

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