miércoles, 13 de junio de 2018

Nicaragua: ¿Por qué tanta gente se ha sublevado?.



Daniel Ortega accedió al poder en 2007, casi dos décadas después que lo perdieran los sandinistas ante la Unión Nacional Opositora que ganó las primeras elecciones tras la década revolucionaria, con Violeta Chamorro de candidata. Ortega tuvo que hacer una travesía política y personal para ganar por fin la presidencia y en su caso además el poder, tras perder tres elecciones presidenciales desde 1990.
Su victoria a partir del 2006, mucho tuvo que ver, con el apoyo del cardenal Obando y Bravo que logró, a cambio, que los diputados del Frente Sandinista derogaran la ley de aborto terapéutico, haciendo de Nicaragua uno de los cinco países del mundo que lo prohíbe.
Inmediatamente de ser investido presidente, Ortega debió haber abierto un proceso de reconciliación interna en el FSLN, pero en lugar de hacerlo se alejó de muchos dirigentes del Frente Sandinista, otrora en el poder.
De los nueve comandantes que formaron la Dirección Nacional del FSLN durante el gobierno revolucionario, tomaron distancia de sus políticas y liderazgo, su hermano Humberto Ortega, los comandantes Víctor Tirado, Henry Ruiz, Jaime Wheelock y Luis Carrión. Quedaron con Ortega, Bayardo Arce y Tomás Borge, ambos muy implicados en negocios algunos de ellos cuando menos opacos.
Imposible saber en qué lugar estaría hoy Carlos Núñez, fallecido en 1990. Por su parte, los hermanos Fernando y Ernesto Cardenal, las comandantes Dora María Téllez y Mónica Baltodano, el ex jefe de la policía René Vivas, la poetisa y novelista Gioconda Belli y el escritor Sergio Ramírez, encabezan un ingente número de hombres y mujeres que reivindicando el sandinismo se han apartado de un FSLN propiedad de la poderosa pareja Ortega-Murillo que rápidamente se rodeó de un grupo de incondicionales, con cuya complicidad ejercen el poder de forma no democrática.
Dinastía en el poder
La pareja gobernante parece querer instaurar una dinastía en el poder, al punto de que sus propios hijos ocupan de manera irregular responsabilidades de estado por mandato autocrático, sustituyendo en viajes oficiales a ministros e incluso al canciller. Lo cierto es que todo el poder está concentrado en la familia Ortega-Murillo y en un pequeño grupo de incondicionales que alimentan la existencia de un caudillaje que les proporciona seguridad para ejercer de cargos públicos con derecho a mejorar su patrimonio.
Como afirma el histórico guerrillero Henry Ruiz, «ya no hay ideología, no hay mística, no hay normas, no hay debate, no hay nada». Pero este vacío no impide que con el lenguaje del antiimperialismo Ortega siga manteniendo un ascendente significativo sobre una amplia parte de la sociedad.
En parte por apoyos que vienen de tiempos de la revolución, en parte por una práctica de clientelismo que se alimenta de un asistencialismo en forma de pequeños lotes agrarios, de láminas de zinc, de bicicletas, y otras donaciones cubiertas hasta ahora con dinero procedente del petróleo venezolano. Además, favores personales, premios y castigos, que se completan con una vigilancia diaria a través del cinturón de hierro tejido por la vicepresidenta Rosario Murillo, que ha sabido crear una fuerza social que presta servicios al Gobierno bajo la fórmula de participación ciudadana.
Nicaragua, se ha ido entregando a las grandes transnacionales y a los capitales extranjeros, que llegan a explotar riquezas naturales o a aprovecharse de la mano de obra barata, como sucede en las zonas francas. El caso más patético de esta lógica entreguista del país y de sus recursos es la concesión para la construcción del Canal Interoceánico, pero ha habido previamente muchas otras concesiones mineras, forestales, pesqueras, en la generación de energía, que han ido ocupando todo el país.
La sublevación popular
Desde que subió Ortega al Gobierno, todas las luchas que ha empujado la oposición han girado alrededor de las elecciones para conseguir alcaldías, o para lograr diputados, y las presidenciales en condiciones de desventaja, ya que no existe un movimiento popular autónomo independiente. La única manera de construir otra correlación con la gente a la que no le parece cómo se hacen las cosas en este país, es con otras formas de organización que superen el electoralismo.
La sublevación frente al gobierno Ortega-Murillo podía haber estallado por otros motivos. De ninguna manera se trata de una operación orquestada desde el exterior. El mayor enemigo de la pareja Ortega-Murillo es su modo de ejercer el gobierno. La reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social INSS, ha sido un detonante como podía haber sido el canal interoceánico contra el que ya se han llevado a cabo más de cien marchas en los últimos años.
La sublevación lo es por las libertades y la democracia, contra el intento de una familia por instaurar una especie de monarquía absolutista. Una familia que ha desnaturalizado el Frente Sandinista de Liberación Nacional, aunque afortunadamente el sandinismo sigue vivo fuera de sus filas.
Pero, no nos engañemos, las multitudes que se manifiestan en Nicaragua, con estudiantes a la cabeza de la protesta tienen razones propias, nacionales, no obedecen a ninguna dirección exterior.

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