martes, 19 de junio de 2018

EL RETORNO DE LOS GUERREROS



FUENTE FUNDAMEDIOS
Esta es la historia de cómo el periodismo vivió y sobrevivió a la era del gobierno del exmandatario Rafael Correa. En este reportaje se cuentan las experiencias de los periodistas que fueron perseguidos y también de los que formaron parte del equipo persecutor. Así también se muestra el miedo que se instaló en las salas de redacción por la multas impuestas a la prensa y el cierre de algunos medios.
Censura en los medios públicos, autocensura en los medios privados, una lista negra con periodistas nacionales y preferencia a la prensa internacional, son otros temas que aquí se abordan.
Introducción
1. Parte de Guerra
A la etapa en que gobernó Rafael Correa, sus simpatizantes, la llamaron la Década Ganada, en la que no hubo ni perdón ni olvido para quienes discrepaban con su poder.
Hasta el momento no se tiene una noción exacta de cuánto ganó o perdió el país en los 10 años de correísmo. Pero el olvido para el periodismo ecuatoriano será imposible, ya que fue una década de guerra sin cuartel contra la prensa, a todo nivel. No solo contra los dueños de los grandes medios de comunicación, también se calificó de corruptos a los periodistas de a pie.
Madrid, 18 de mayo de 2010.- VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Unión Europea – América Latina y el Caribe. Evento realizado en IFEMA, Feria de Madrid. En la foto el Presidente del Ecuador, Rafael Correa, dialoga con periodistas de diversos países. / Eduardo Santillán
Esta investigación de Fundamedios trata de mapear el escenario que vivió el periodismo en el anterior régimen. El expresidente Rafael Correa tuvo suficiente espacio para desarrollar “doctrina” y acciones contra la prensa. A través de las sabatinas, muchas veces daba órdenes para acosar periodistas, disponer juicios y sanciones; ahora son los periodistas los que hablan sobre lo que fue hacer su trabajo en una época de ataques. Mediante sus testimonios cuentan que el ejercer este oficio en estos 10 años fue una tarea más complicada y peligrosa.
Desde que se instaló Correa en el poder paulatinamente se formó una estructura de represión. En su escenario político creó a su enemigo incómodo: la prensa. Se crearon instituciones públicas que administraron el estado de propaganda como la Secretaría Nacional de Comunicación (Secom) y se instalaron entidades para vigilar el trabajo de los periodistas como la Superintendencia de la Información y Comunicación (Supercom), el Consejo de Regulación y Desarrollo de la Información (Cordicom) y hasta la Secretaría Nacional de Inteligencia (SENAIN).
Antes de que entrara en vigencia la Ley Orgánica de Comunicación, que fue aprobada en el 2013, ya se utilizó a la justicia para amedrentar a los medios y comunicadores. Algunos medios enfrentaron juicios por injurias y calumnias graves, uno de los primeros fue el diario La Hora, demandado por el expresidente en mayo del 2007, a causa del artículo de opinión titulado Vandalismo oficial.
En ese mismo mes, en el espacio denominado Diálogo con el presidente, luego llamado Enlace Ciudadano y popularmente conocido como las sabatinas, expulsó del salón amarillo al editor de opinión de diario El Universo, Emilio Palacio. El periodista indicó al exmandatario que él interpuso un juicio al Banco del Pichincha, solo para ganar dinero que irá a su familia. “Cuidado Emilio, con mi familia no se meta que lo puedo retirar de la mesa, me tendría que agradecer que yo soy presidente de la República”, exclamó el entonces presidente. Tras la expulsión de Palacio, también salió del salón el director nacional de Noticias de Ecuavisa, Carlos Jijón, por solidaridad con el periodista y por estar en desacuerdo con la actitud del expresidente.
Años después, en el 2009, Jijón recuerda que el Gobierno comenzó con los ataques contra Teleamazonas. Las sanciones llegaron a través de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Supertel) y del Consejo Nacional de Radiodifusión y Televisión (Conartel). En febrero de ese año Teleamazonas fue sancionado por la Supertel con una multa de $20 por transmitir escenas violentas de corridas de toros.
Para Jijón, que en ese entonces era el vicepresidente de Noticias del canal, en el fondo la sanción no fue por las imágenes de las corridas de toros sino porque al gobierno le molestaba la línea editorial del canal, ya que cuestionaba sus políticas y el medio había revelado vídeos, en los que se veía al ministro de Economía y alto jerarca del correísmo, Ricardo Patiño, negociando la manipulación de bonos de la deuda externa.
Este fue el primer susto para los trabajadores del canal, quienes con este antecedente esperaron más sanciones. Y así fue, en junio del mismo año, nuevamente la Supertel fijó una multa de $40 contra Teleamazonas por la difusión de un supuesto centro de cómputo electoral clandestino. En julio, el Conartel resolvió que el programa Los Simpson saliera del horario A (06:00-21:00) por tener un contenido nocivo para la niñez. Y finalmente, como regalo de navidad, el 22 de diciembre, la Supertel resolvió suspender las emisiones de la estación por 72 horas, debido a la transmisión de una noticia basada en supuestos.
El expresidente Correa negó que haya dado alguna orden para el cierre del canal, en su momento aseguró que fue una decisión tomada por la Supertel. Sin embargo, días antes al cierre del medio, periodistas que cubrían la fuente de Presidencia observaron que el titular de la Supertel, Fabián Jaramillo, asistió en reiteradas ocasiones al Palacio de Carondelet para reunirse con el exprimer mandatario.
Entre los periodistas entrevistados para esta investigación hay quienes piensan que Correa siempre tuvo un plan para acabar con la prensa y otros creen que su carácter explosivo marcó la agenda política. Sin embargo, los hechos ocurridos en esta década muestran acciones planificadas contra la prensa, lo que ya se dijo, la creación de instituciones que la vigilen, la creación de la ley, el quitar la publicidad estatal de los medios, el limitar el acceso a la información, el ordenar que los ministros de Estado no hablen con los periodistas, el pedir desde su cargo de presidente a los ecuatorianos que ya no consuman las noticias de los medios privados, el dedicar cadenas nacionales para señalar a periodistas, espiarlos y enjuiciarlos con todo el poder de un Estado, dan cuenta que hubo una planificación.
En 2012 el periodista venezolano Boris Muñoz publicó una crónica en la revista Gatopardo titulada Ecuador se fue a la guerra. Allí se expone, como parte de la nota, una entrevista realizada a Fernando Alvarado, en ese entonces secretario nacional de Comunicación. En dicha entrevista, Alvarado asegura que el exjefe de Estado le pidió al inicio del mandato su visión sobre la situación de los medios en el Ecuador. El exfuncionario expuso a Correa un mapa de los medios grandes y pequeños del país y concluyó que los primeros habían secuestrado la información.
Ante este escenario, Alvarado propuso la polarización. “¿Cómo politizábamos al ciudadano común, haciéndolo participar en un cambio revolucionario en paz?… Había que polarizar… La política es un ring en el que hay que vencer al contrario. Tienes que derrotarlo en sus aspiraciones, intereses y privilegios. Tienes que ubicar al contrario en la otra esquina. Allí está la polarización”. Confesó Alvarado, quien agregó que esta estrategia era de largo alcance y para mantenerla había que limpiar y podar la “maleza”. Con ese término se refirió a la prensa.
El régimen correista realizó una intensa campaña de desprestigio contra los medios y los periodistas. En los primeros años del Gobierno de Correa la mayoría de ecuatorianos creía en la palabra del Presidente y se convencieron de que la prensa era corrupta y era uno de los principales problemas del país, que había que combatir. Correa arremetió contra los medios de comunicación señalándolos como “mafias informativas”, a pesar de que en tiempo de campaña los mismos medios le otorgaron espacios importantes de difusión, incluso hubo periodistas que promovieron a Correa en 2006. Uno de esos periodistas fue Carlos Vera, a quien después, con el poder que da ser el presidente de la República, lo dejó fuera de los medios de comunicación tradicionales.
Según registros de Cedatos, en 2015 la popularidad del exmandatario empezó a caer y la ciudadanía empezó a pedir una prensa libre para que pueda publicar lo que desde el poder se escondía, como los actos de corrupción de funcionarios del régimen. Incluso entre periodistas se vio mayor solidaridad, pues al inicio del gobierno fue innegable una división entre los profesionales, algunos fueron atacados por ser contrapoder y otros huían de su lado para no ser también señalados como parte de la oposición.
Si ponemos la situación de periodistas y medios de comunicación en términos de guerra, en el transcurso de la confrontación se dieron bajas, hubo carreras periodísticas destruidas por el anterior régimen y los periodistas que sobrevivieron, hoy laboran con dificultad, pues no hay inversión para los medios tradicionales ni para las plataformas alternativas que se abrieron para publicar investigaciones, noticias diarias y opiniones. El periodismo quedó con graves heridas, una de ellas la económica, en la actualidad las salas de redacción han reducido significativamente su personal. El Gobierno de Correa aumentó la crisis de los medios, que también se vio afectada por el desarrollo de las tecnologías.
2. Periodistas y medios: la maleza que se debía cortar
“El que no ha tenido y llega a tener, loco de gusto se quiere volver”, se dice de quien llega al poder y se comporta déspota. Eso se decía del exmandatario, que fue el poder que lo llevó a enfrentarse con los medios de comunicación y periodistas, pero desde que asumió su mandato, el 15 de enero de 2007, ya tildó a la prensa como su enemiga, desde el primer año de su gobierno los calificó de “bestias salvajes”.
Incluso antes de su mandato, según sus propias palabras, no veía con buenos ojos a la prensa. “Nunca tuve buenas relaciones con la prensa, desde que fui ministro de Economía, porque decían barbaridades…”, señaló en septiembre del 2007 en una entrevista con el periodista argentino, Jorge Lanata. Años más tarde, Alvarado confesó a Muñoz que “no se podía llevar adelante un proceso de cambios tan profundo, como el que Correa quería, sin la polarización”. Por cierto, en este punto cabe destacar que el exjefe de Estado optaba por dar entrevistas a periodistas extranjeros, mientras que a los locales hacía a un lado. Correa prefería responder a las preguntas de la prensa internacional y asistir a programas de periodistas nacionales alineados al régimen.
Según las confesiones de Alvarado, para arrinconar a los medios, como si estuvieran en un ring de boxeo, se tenía que politizar al ciudadano común para que ubique a los malos de la película, en este caso a los medios, periodistas y todo aquel que los defienda. Alvarado indicó a Muñoz que había que ver a los medios de comunicación como la maleza, que se debe cortar y estar siempre podándola para que no reviva.
Dentro de la estrategia de la polarización, según el exsecretario de Comunicación, había que perdonar a los medios sin olvidar. La prensa debía quedar como calumniadora y mentirosa, por lo que era correcto poner juicios en su contra, luego portarse bondadoso y otorgarle el perdón, pero aclarando que no hay olvido.
Correa practicó este esquema. En 2011 demandó penalmente al diario El Universo y a su columnista de Opinión, Emilio Palacio, el precio a pagar fue de $40 millones y tres años de cárcel. También demandó a los periodistas Christian Zurita y Juan Carlos Calderón por sostener en su libro El Gran Hermano que él conocía de los contratos que mantenía con el Estado su hermano Fabricio Correa. En este caso, los periodistas debían pagar $2 millones. Tras rápidos procesos judiciales salieron las sentencias a favor del entonces Primer Mandatario, quien cerró los casos perdonando a los involucrados.
Mónica Almeida, quien fue editora de diario El Universo y ahora está a cargo del área de Investigación del medio, recuerda que Correa en 2012, durante una rueda de prensa traducida simultáneamente al inglés y al francés, frente a ministros, cuerpo diplomático, prensa nacional e internacional, decidió perdonar al diario y a los dos periodistas, aclarando que hay perdón pero no olvido. Para Almeida, el exjefe de Estado perdonó porque le preocupaba las relaciones internacionales con Europa, pues en esas fechas en el Parlamento Europeo se pidió un informe sobre la situación de los Derechos Humanos en el Ecuador. Al perdonar al medio y a los periodistas, él quedaba bien frente a la prensa internacional.
En este enlace se puede escuchar las declaraciones del expresidente.
Otro de los objetivos dentro de la polarización, cuenta Muñoz, fue desestimar todo lo que dijera la prensa, aguantar los periodicazos y no dejarse vencer por los medios como les pasó a los otros gobiernos. Pero no solo había que arrancar la maleza, había que estar pendiente de ella para no dar paso a que resucite.
En este link se puede encontrar la crónica del periodista venezolano, Boris Muñoz.
3.- El miedo se implantó en los medios de comunicación
Demandas y juicios contra medios y periodistas crearon una atmósfera tensa entre los comunicadores. Según cuenta Almeida, se pidió a los periodistas ser más rigurosos con su trabajo, pero luego entendieron que el problema no era el tener o no rigurosidad, el inconveniente era topar temas que molestaban al Presidente.
De parte del Ejecutivo se exigía que la información que publicaban los medios sea contrastada, una regla que los periodistas tienen presente. Pero el mismo expresidente prohibió a las autoridades de su régimen dar entrevistas a los medios y las instituciones públicas se negaban a dar información, ya que supuestamente todo lo requerido por la prensa estaba en las páginas web institucionales. Según los periodistas entrevistados para esta investigación, algunos temas se quedaron sin publicar, al no contar con la versión de las fuentes oficiales.
Del 2007 al 2012 las cartas ya estaban colocadas sobre la mesa y los periodistas que continuaron laborando en medios privados tenían claro el panorama: Todo estaba bien, mientras no se cuestionen las acciones del Gobierno. En este lapso de tiempo se registró las primeras bajas. Dos periodistas que tenían un importante espacio en la televisión salieron y hasta el momento ningún medio los ha vuelto a contratar: Carlos Vera y Jorge Ortiz.
Ortiz cuenta que él dejó Teleamazonas porque hubo presiones del Gobierno. Ministros de Estado llamaron a los ejecutivos del canal para sugerir que deben despedirlo, pues era un periodista bastante incómodo para el jefe de Estado. Su permanencia en el canal ya se volvió difícil, pues se rumoraba que por sus opiniones y cuestionamientos al régimen iban a cerrar el medio. Él creyó que lo mejor era renunciar para que ningún servidor del canal se quede sin empleo. Salió el 27 de agosto de 2010.
Desde las conocidas sabatinas el Presidente infundió odio hacia Ortiz. Este odio tuvo consecuencias. Luego de la renuncia, ya fuera del periodismo, este comunicador fue atacado físicamente por simpatizantes del Gobierno. Lo golpearon con palos de las banderas de Alianza País y le causaron una lesión en el hombro derecho, que hace un año terminó en una operación. “Sufrí agresiones verbales y físicas, el responsable es Correa porque todos los sábados incentivaba al odio, mal usando el dinero público, se dedicaba a sacar su mala entraña. Nos decía que los periodistas somos los enemigos del pueblo”.
Todo periodista ubicado por Correa fue separado de los medios de comunicación privados, los dueños de los medios llegaban a acuerdos con el comunicador o este renunciaba voluntariamente. José Hernández, exeditor general de varios medios en el país, recuerda que luego de su salida de diario Expreso no pudo volver a otro medio, entre bromas sus amigos le decían que lo dejaban regresar solo si hablaba de fútbol.
Jijón también salió de Teleamazonas y cree que también fue por impulsar a que el noticiero siga emitiendo notas que fastidiaban al entonces Presidente, una de ellas fue sobre el 30S. El Coronel César Carrión, director del Hospital de la Policía, mostró un video en el que se observa que él sí abrió la puerta del Hospital para darle primeros auxilios al Primer Mandatario. Teleamazonas difundió el video y dos semanas después Jijón fue despedido.
Aquí se puede ver el video:
Pero el sacar periodistas de los medios, limitar el acceso a la información, incentivar al odio a los comunicadores no fue suficiente, el 14 de junio de 2013 se aprobó la Ley de Comunicación. Para la exeditora de diario El Universo, una vez implementada la Ley se agudizó la persecución, “querían ponernos la mordaza como sea”.
Hernández recuerda que a diario Expreso lo presionaron con réplicas constantes por sus notas periodísticas y con situaciones administrativas, al punto de que el diario abrió una oficina solo para los pedidos del Gobierno.
El editor general del diario Extra, Juan Manuel Yépez aseguró que la Ley de Comunicación fue el arma para perseguirlos. “No teníamos miedo a la Ley, lo que temíamos era su interpretación, el Gobierno manejaba la Ley de manera discrecional para sancionarnos. Desde 2013 hasta 2017, contra Granasa se iniciaron 44 procedimientos”.
Yépez también recuerda que la Supercom los sancionó de oficio por $45.000 debido a una nota de la Refinería del Pacífico. Dicha nota se tituló Glosa de $29.3 millones en contrato de la Refinería del Pacífico, y fue escrita en base a un informe de Contraloría, pero se acusó al diario de publicar información falsa. Sin embargo, hasta la actualidad la Refinería no ha sido construida y quien estuvo a cargo de los sectores estratégicos fue el exvicepresidente Jorge Glas, quien está en la cárcel.
Aquí se puede leer la nota que desató la ira del exvicepresidente.
4.- Los periodistas pagaron su precio
Yépez y Hernández aseguran que los medios no se callaron, a pesar de los obstáculos que el Gobierno creaba ellos continuaron sacando información, pero todo tuvo su precio. Por ejemplo, la revista Vanguardia, que publicaba investigaciones periodísticas, cerró cuando se aprobó la Ley de Comunicación, pues en ella se establecen figuras sancionatorias para los medios y periodistas como el linchamiento mediático.
El artículo al que hace referencia esta figura es el 26, allí se dice que se prohíbe la difusión de información concertada y reiterativa destinada a desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública. Para el periodismo, este artículo si resulta un problema ya que en reportajes de investigación, si hay corrupción en el caso investigado, el funcionario a cargo sería señalado y esto ya se tomaría como linchamiento mediático.
Vanguardia cerró sus puertas tras 398 entregas y se convirtió en un referente del periodismo de investigación, ya que a través de la revista los periodistas publicaron noticias que hasta hoy recuerda el ciudadano común. Entre las notas publicadas estuvo el caso denominado narcovalija, el préstamo irregular al argentino Gastón Duzac y la falsificación del título del primo del Presidente, Pedro Delgado, por quien el exmandatario ponía las manos al fuego.
Pero no solo fue la Ley de Comunicación la que hizo cerrar a la revista, ya había antecedentes. Desde 2010 enfrentó dificultades por su línea crítica al Gobierno e investigaciones de corrupción. El 31 de julio del 2012, personal del Ministerio de Trabajo y efectivos policiales allanaron sus oficinas y embargaron los equipos y otros enseres de la redacción por un supuesto problema laboral.
Para Hernández la etapa del correísmo es una época dramática para el periodismo, pues hubo medios que cerraron, luego de que el Gobierno agravara su situación económica. Por ejemplo, en los casos del diario Hoy y Vanguardia ya no pudieron arriesgarse a sanciones. En el cierre de la revista los socios perdieron dinero, según cálculos de Hernández, las pérdidas ascendieron a $4 millones.
“Dentro del periodismo hubo ejemplos de cobardía, sí, pero también hubo gente que se la jugó… estuve junto a gente que perdió mucho dinero por defender un principio, yo mismo invertí patrimonio para crear Vanguardia, todo lo perdí. Cuando escuchaba a Orlando Pérez (exdirector de El Telégrafo) decir que los medios no hacen periodismo, siempre tuve ganas de preguntarle cuánta plata ha puesto de su bolsillo para El Telégrafo, pues es fácil dar lecciones a los demás con plata del Estado. Yo hice lo que tenía que hacer, igual mis socios, todo por ese periodismo que hoy la gente alaba, ¡Oh Vanguardia, qué periodismo más bacano que hacía! Sí, lo hacíamos pero costó plata. Y no podía exigir a mis socios que pierdan más dinero porque el Gobierno iba a seguir molestando”.
A lo largo de la entrevista con Hernández, él insistió en que hacer periódicos no es igual a hacer zapatos, pues la línea editorial cuesta. Los editores entran a discutir muchas veces con los dueños de los medios para sacar una información que puede ser inconveniente publicarla para no perder publicidad. “Pero hay dueños que se la juegan y publican como se observa en la película The Post, claro que esto solo ocurre cuando el periodista y el dueño del medio se comprometen con la línea editorial del medio”, indicó emocionado, mientras describía escenas del filme.
5.- Autocensura
Algunos periodistas entrevistados opinan que a pesar de la tensión en el Ecuador entre la prensa y el Gobierno, sí se publicaron investigaciones de relevancia, aunque el poder fichó a periodistas e hizo que el resto los mirara como bichos raros. Para Ortíz no fue así, indicó que la prensa sí se cuidó de publicar temas que fastidiaban al régimen y cuando fue insostenible los escándalos de corrupción, allí, recién, la prensa publicaba.
Según el periodista, la gente ya hablaba en las calles de los sobreprecios en las obras que se construyeron en el correísmo, también del tráfico de influencias en el sector público, del millonario gasto, del autoritarismo, entre otros temas. “Muchos de los temas imagino que debieron saber los periodistas pero los medios callaron por intentar sobrevivir: Había que tener cautela, la mayor parte de los temas que hoy se van conociendo no estuvieron en los medios de comunicación tradicionales”.
Para el periodista de la página web La Posta, Anderson Boscán, en estos últimos 10 años los medios dejaron de invertir en periodismo de investigación y las salas de redacción bajaron la guardia. Boscán recuerda que algunos temas se quedaron “en la percha”, como la ruta del oro, una investigación que explicaba quiénes fueron los que se beneficiaron con la exportación de este mineral y cómo se crearon negocios ilegales paralelos.
– “La lógica fue sobrevivir a esa época, nunca nos ordenaron no saques tal tema, era un acuerdo tácito, pues ya veíamos cómo cayeron multas al diario, sanciones y los periodistas fueron señalados”, comentó. Agregó que algunos periodistas se dieron cuenta que no hacer periodismo de investigación era una irresponsabilidad, pues la actitud de un gobierno no debe condicionar al periodismo.
Jijón en cambio recuerda que desde Teleamazonas y Ecuavisa jamás se dejó de informar sobre la coyuntura del país, pero sí se realizaron modificaciones a los noticieros. Por ejemplo, cuando había protestas contra el Gobierno, esa noticia ya no la colocaban en el primer bloque del noticiero ni tampoco iba en titulares, se bajaba el perfil de la información.
Arturo Torres, exeditor general del diario El Comercio narra que este medio a pesar de las presiones del Gobierno hizo investigación pero con mucho cuidado, pues existía el miedo de que vengan juicios que si se los perdía ocasionarían millonarias multas. Confiesa que las salas de redacción, al menos la de El Comercio trabajó junto a un equipo de abogados que revisaban las notas. Este equipo se convirtió en un filtro que asesoraba a los periodistas, indicaba qué nota podía recibir algún juicio o por qué el Gobierno podía pedir réplica.
“Nos blindamos, pero había miedo en los periodistas, sobre todo en los jóvenes. Decían que no querían topar temas delicados, que no querían meterse en líos de juicios. Este miedo se generalizó en todos los medios y era natural, ¿a quién le gusta enfrentar un juicio?”, pregunta.
En enero de 2015, la familia Mantilla vendió el 94,4% de las acciones del diario a Telglovisión S.A. Su nuevo dueño es Ángel González, conocido como “El Fantasma”, según Torres jamás lo conoció y no llegó ninguna orden directa de su parte, pero los periodistas con el cambio de jefatura ya no querían publicar temas “delicados”.
Para la periodista Estefanía Celi, quien laboró en El Comercio, con la venta del diario llegaron las restricciones para que ciertos reportajes no salieran. “Antes de la venta me dieron todas las facilidades para investigar las agencias de publicidad y comunicación de los Alvarado, pero luego de la venta el tema de Hacking Team, la empresa que habría contratado la Senain para realizar trabajos de espionaje en el Ecuador, no salió, estaba bien reporteado pero siempre me pusieron pretextos”.
Por otro lado, Almeida señala que a los periodistas les faltó conocer más “el teje y maneje” del sector petrolero, pues allí se dieron muchas irregularidades. Para Torres, en las salas de redacción faltó contar los nexos de los actos de corrupción, las relaciones de poder que existían detrás de las cabezas visibles del Gobierno.
6.- La censura en los medios públicos
El Gobierno de Rafael Correa siempre impulsó la creación de medios públicos, que finalmente se convirtieron en medios gubernamentales. Los canales incautados a los hermanos Isaías pasaron a ser administrados por el régimen, administración que en la actualidad se observa que fue deficiente, ya que las auditorías técnicas realizadas a estos medios reportan millonarias pérdidas.
El 8 de septiembre de 2007, Correa dio la orden para crear un canal público, dijo que será independiente del Gobierno y el 17 de marzo del 2008 se refundó El Telégrafo y también aseguró que su régimen jamás influiría en la agenda del medio, pero estas promesas no se cumplieron, tanto periodistas como ciudadanos notaron que las órdenes para publicar cierta información y ocultar otra, salieron del despacho presidencial y de los diferentes ministerios.
Otro paso para concretar la polarización en el país, fue dividir a los periodistas. Los llamados medios públicos se llevaron periodistas de los medios privados, les ofrecieron mejores condiciones económicas y mayor espacio para publicar. Según recuerda Almeida, hubo periodistas que se deslumbraron con la idea de trabajar en un medio público porque creyeron que iban a tener mejor sueldo y más espacio para escribir sus notas. Sin embargo, el hechizo duró poco tiempo, la investigadora de El Universo recuerda que al año que los periodistas ingresaban a trabajar en un medio público ya salían, renunciaban o los despedían.
Mariana Neira, reconocida investigadora, también creyó que los medios públicos eran un buen espacio para desarrollarse, ella trabajó en Ecuador TV en el 2008. Allí le dijeron que debía armar un equipo de investigación, la propuesta le sonó interesante, creyó que iba a tener fuentes de primera mano, pero luego se dio cuenta de que los medios públicos cambiaron su rumbo, preferían mantenerse en una campaña continua por el Gobierno. “Empecé a notar que yo servía al Gobierno y no a la comunidad, eso me incomodó”, contó Neira. Aquí lea la columna de Mariana Neira que fue sancionada.
El detonante para que despidieran a esta periodista fue el armar una investigación sobre el sobreprecio de las 115 ambulancias, adquiridas por el Ministerio de Salud, cuando Caroline Chang era ministra. Esto fastidió a las autoridades del régimen y un funcionario le aseguró que en los medios públicos solo deben estar personas con alta lealtad social y que ella estaba coincidiendo con la oposición. Para Neira la “alta lealtad social” se traducía a ser servicial y obediente al régimen.
Además de hacer investigación en Ecuador TV, ella también fue columnista del diario El Telégrafo y recuerda que sin reparos censuraron su columna de opinión, titulada Sincerémonos. En dicho texto, Neira reveló lo que estaba sucediendo al interior de los medios públicos y pidió que no se mienta más a los ecuatorianos, pues finalmente son los dueños del dinero con el que se financian estos medios.
Lea aquí la columna sancionada de Mariana Neira
7.- Periodistas en el ring de boxeo
Aunque la consolidación de los medios públicos fue años después de la posesión de Rafael Correa, como presidente del Ecuador, las diferencias entre periodistas se hicieron visibles desde el primer año de su mandato, ya que se ofrecieron puestos públicos en las instituciones del Estado a periodistas que habían trabajado en el sector privado. Algunos comunicadores pasaron a trabajar con el Gobierno y cambiaron su trato hacia los periodistas de los medios, incluso a lo largo de estos 10 años se rompieron amistades.
Al inicio de la administración correísta se agudizó el descontento de los periodistas con los propios medios de comunicación, ya sea por los bajos sueldos o las pocas oportunidades de crecimiento profesional. Esta problemática subió de tono por la campaña mediática, que impulsó el presidente Correa para que los mismos periodistas odiaran a los medios en los que habían laborado. En marzo de 2007, en su espacio sabatino manifestó que la prensa era corrupta y que los mismos periodistas debían combatirla.
Este combate se dio también al interior de las instituciones públicas, en donde había la orden directa de que nadie de información a la prensa y que los funcionarios no emitan criterios de ninguna autoridad ni de la institución. Estos recuerdos los guarda una excomunicadora del Ministerio de Cultura, quien prefiere no exponer su nombre, pues actualmente está laborando en otro ministerio.
También cuenta que la manera de hacer comunicación en las instituciones públicas cambió, ya que antes los comunicadores tenían buenas relaciones con los periodistas para que los eventos realizados sean expuestos en los medios. Pero a partir del Gobierno de Correa, esta modalidad cambió, las personas que laboraban en los departamentos de comunicación tenían la orden de invitar a los diferentes eventos a periodistas afines al régimen. Cuando ya se crearon los medios públicos, las invitaciones a los eventos y las entrevistas a las autoridades se las daban solo a los periodistas de estos medios. “Si los periodistas de los medios públicos no venían, inmediatamente nuestra jefa llamaba al medio a reclamar, ellos no podían faltar”, recordó.
Otra orden que recibieron fue el vigilar a los comunicadores u otros funcionarios, que se llevaban bien con los periodistas de los medios privados.
– “Nos dijeron que si veíamos que alguno de ellos pasaba información relevante y confidencial de la institución a la prensa, inmediatamente debíamos informar a nuestros superiores”.
– ¿Quién les daba estas órdenes?
– “Los asesores de la ministra y nuestra jefa de comunicación”, respondió y agregó que les dijeron que todos los teléfonos estaban intervenidos y los escuchaban desde Presidencia. “Esta vigilancia aumentó luego del 30S, allí sacaron comunicadores de las instituciones porque dijeron que eran cómplices de la prensa corrupta y se nos dijo que querían soldados de la revolución y no solo funcionarios públicos”.
Exacerbadas las diferencias entre comunicadores institucionales y periodistas de la prensa privada, empezaron las peleas en redes sociales entre los miembros de lo que luego se denominó “la prensa oficial” con los de “la prensa corrupta”. Periodistas que mantenían relaciones de amistad con comunicadores que colaboraban en desarrollo del trabajo, se enfrentaron.
– “Ya no había ni como pedir entrevistas con los ministros, te negaban todo. Ya ni contestaban los teléfonos los periodistas que eran nuestros amigos, de pronto, se convirtieron en los edecanes de los ministros, parecía que nosotros les íbamos a hacer algo malo y ellos los defendían”, relató molesto Hernán Higuera, reconocido periodista de Ecuavisa.
Un antecedente más se suma a esta guerra que se creó entre colegas, en julio del 2007, el exmandatario ordenó a su equipo de comunicación que a partir de ese día tenían que pedir las preguntas que quiera realizar la prensa, para revisarlas y decidir si eran conveniente hacerlas al primer mandatario. Correa indicó que así evitaba exponerse “a reporteros majaderos y malcriados, que no han entendido su papel ni lo que es la Presidencia de la República”.
Esta orden la dio luego de una discusión con la periodista de diario El Universo, Sandra Ochoa, quien cuestionó al mandatario y a sus colaboradores porque respondían solo lo que ellos querían. Correa enfurecido dijo que era una maleducada, que él estaba en su derecho de contestar lo que él quería y en su sabatina la estigmatizó llamándola “gordita horrorosa”. A partir de lo dicho por el exjefe de Estado, algunas autoridades del Gobierno y la propia ciudadanía empezaron a utilizar este y otros calificativos contra los periodistas. Ser periodista se convirtió en una maldición.
Pero no solo las preguntas que se desarrollaban en las ruedas de prensa debían pasarse por escrito al equipo de comunicación del Gobierno, también se debían redactar cartas para solicitar entrevistas a los funcionarios públicos. Según algunos periodistas este modus operandi del Gobierno de Correa aún se mantiene en algunas instituciones.
Higuera narró que algunos temas se quedaron en espera, pues los ministros no respondían a las preguntas que se les hacía por escrito, unos se negaban y otros ni siquiera contestaban a las solicitudes. Y si el medio decidía sacar la noticia sin la versión de la fuente oficial, al día siguiente llegaban los reclamos de réplicas, “que además eran réplicas abusivas, ellos no respondían y reclamaban por qué uno no los entrevistó y estas réplicas no se referían al tema consultado, sino a las obras que está haciendo su institución”, relató.
Para el editor del diario Extra, este manejo de la información oficial solo fue una manera más de complicar el trabajo de los periodistas. “No es periodístico poner por escrito las preguntas, darle oportunidad al funcionario público a que maquille las respuestas. Además, como funcionarios públicos ellos están en la obligación de responder qué hacen con el dinero de todos los ecuatorianos. Fue pésima esta idea”, enfatizó Yépez.
En mayo de 2012, el exjefe de Estado llamó a los ciudadanos a que no compren periódicos ni que vean los canales de los medios privados, pidió que se haga un boicot a la denominada prensa corrupta. Durante su mandato rompió en total 9 periódicos: La Hora, El Universo, El Expreso y El Comercio.
Varios periodistas que sobrevivieron a los primeros años del correismo, luego terminaron trabajando con el Gobierno, uno de los tantos casos, es del exeditor general de diario El Comercio, Hernán Ramos, quien en una ocasión le reclamó a una de sus periodistas por un viaje que hizo a Venezuela, la señaló como una periodista, que ya estaba simpatizando con el gobierno de Chávez y le pidió la renuncia. La dueña del medio, en ese entonces Guadalupe Mantilla, no estuvo de acuerdo con la postura de Ramos por parecerle exagerada. Él defendía la postura de ese medio privado, sin embargo, pasaron los años y Ramos trabajó para el Gobierno de Correa, en el diario El Telégrafo.
Jorge Iván Melo, actual jefe de noticias de Teleamazonas, opina que no se puede señalar a los propios compañeros periodistas por trabajar para el Gobierno, pues esa es su manera de sobrevivir, lo cuestionable, dice, es cuando hacen daño a los periodistas de los medios privados por resentimientos personales. Melo se refirió al periodista Carlos Ochoa, quien fue corresponsal de Teleamazonas y luego trabajó para el Gobierno como director de noticias de Gamavisión y finalmente se convirtió en el superintendente de Comunicación.
– “Él tiene un conflicto con el canal… Cuando él estuvo en Gamavisión puso un reloj en su noticiero para que la ciudadanía sepa cuántas horas y minutos faltaban para que cierre Teleamazonas. Él lo decía y le daba gusto decirlo. Él estaba resentido con el canal porque se lo desvinculó cuando era corresponsal en Cuenca…”
– ¿Qué causó esto en el canal?
– “Generó un impacto en los familiares de los trabajadores del canal, nosotros en el noticiero sabíamos de su resentimiento, pero en el resto causó inestabilidad”.
8.- La lista negra
Para esta investigación se contó los testimonios de algunos integrantes del equipo del exmandatario, que escribieron sus discursos. Este equipo comentó cómo fue el trabajo del exjefe de Estado y cuáles fueron las órdenes con respecto a la prensa. Aceptaron el diálogo con la condición de no revelar sus nombres, ya que aún están dentro de la función pública.
Felipe Andrade relató que para el expresidente, la prensa se volvió una obsesión, mantenía a su equipo de asesores siempre pendiente de lo que dijeran los medios y a la primera noticia que lo fastidiaba, solicitaba que se pida réplicas y sanciones. También contó que había un equipo dedicado a redactar cartas de reclamo a los medios nacionales e internacionales. “No dejaba pasar una y su nivel de trabajo era altísimo, creo que dormía cuatro horas y todos debíamos estar a su ritmo”, dijo Andrade.
Desde el 2011 se empezó a hablar de que el Gobierno manejaba una lista negra, en donde estaban nombres de periodistas críticos al régimen y de políticos opositores.
¿Existió esa lista? Andrade responde que nunca la vio, que tal vez la SENAIN la tuvo y hace una llamada a un amigo, que trabaja en esa institución. Su amigo, al otro lado de la línea le comenta que los nombres de las personas a las que se debía espiar se los recibían directamente de alguna autoridad del Gobierno, “pero una lista por escrito no tengo”, señaló.
“Pero esa lista no solo era para espiar a los periodistas, creo que también era para no darles información, para obstaculizar su trabajo pues creían que eran peligrosos para el Gobierno”, comentó a Andrade quien ya cerró la llamada con su amigo.
“No era necesaria una lista negra, si el presidente decía tal medio es corrupto o insultaba a un periodista en los enlaces, eso ya era suficiente orden para todos nosotros, es más para todo el Gobierno. Sabíamos que a ese periodista no se le debía dar información y quedaba fichado. Pero no solo nosotros sabíamos eso, también los periodistas de los propios medios privados, nadie quería juntarse con el que cayó en desgracia porque tenían miedo de que el presidente los nombre a ellos también en las siguientes sabatinas”.
Ante esta explicación, se consultó si no le parecía mal estar ejerciendo una persecución contra los periodistas, a lo que él respondió que él solo se dedicaba a escribir discursos, que si bien Correa tenía fijación con ciertos periodistas y un carácter explosivo, él desconocía que sus subalternos hostigaban a toda la prensa.
– “Creo que los funcionarios se pasaron en el maltrato a los periodistas, aunque creo que si hubo presión de los Alvarado para que la prensa sea aniquilada”, respondió con duda.
Para Víctor Muñoz, quien fue periodista de Carondelet, los ataques no fueron solo del oficialismo hacia los periodistas de los medios privados, también a ellos los atacaron por trabajar con el Gobierno.
– “En las ruedas de prensa amigos con los que antes hicimos coberturas nos decían vendidos, perros, esbirros, borregos y nadie nos defendió”.
– Pero ustedes gritaban a los periodistas que eran corruptos iguales a los dueños de los medios.
– “Yo no, pero se generalizó. Sí, es cierto, nos peleamos todos contra todos por culpa de estos políticos”.
– ¿Y esta situación continúa?
– “Ya no hay tensión con la prensa, ahora la tensión es interna. Ahora nos vigilan a nosotros jaja. Por ejemplo, tenemos un chat en whatsApp de todos los comunicadores de las instituciones públicas y vemos como sacan a la gente del grupo porque dicen que son espías de Correa y que ya no deben estar en el Gobierno de Moreno. A esto nosotros le llamamos la purga jajaj, ya nos llegará nuestro turno, pero hasta eso no hay que hablar muy duro, aún escuchan”, contestó.
– ¿Nosotros? ¿A quiénes te refieres?
– “A los que trabajamos con Correa, pero no nos fuimos con el morenismo. Es que es inaudito lo que está pasando al interior del Gobierno, algo de no creer. Los mismos que obedecían a Correa, son los que ahora se hacen los santos, solo son traidores”.
Esto demuestra que quizá lo que vivió la prensa durante los 10 años de correísmo, ahora, algunos de sus simpatizantes lo están experimentando, pero ese es otro tema…
A Ricardo Ortega, el tercer integrante del equipo, no le afectaba que lo llamaran borrego o perro, dice que él cuidaba su trabajo.
– “Además los medios decían tonterías, se enojaron porque Correa les paró el carro. Pero claro como el presidente tenía un carácter explosivo se le fue de las manos, incluso solo hablaban de la prensa en las reuniones, se analizaba minuciosamente las noticias que se publicaban y se veía por donde se atacaba. Claro que fue una guerra que lastimosamente pagaron los periodistas de a pie y no los dueños de los medios. Te doy un dato, al presidente le preocupaba mucho lo que la prensa internacional decía de él, si veíamos alguna noticia internacional donde él era visto como malo, enseguida nos pedía que desmintamos y que digamos la verdad: Que la prensa del Ecuador era la que creaba una falsa imagen de él”, concluyó Ortega.
9.- Odio y necesidad en la “Época Ganada”
En más de una ocasión, expresidentes de la República señalaron a la prensa como un problema que afecta al Ecuador, entre ellos estuvo: Sixto Durán Ballén, León Febres Cordero, Abdalá Bucaram y Lucio Gutiérrez.
El diario El Tiempo de Colombia fue uno de los primeros medios que indicó que el Gobierno del expresidente Rafael Correa abrió un frente contra la prensa ecuatoriana, pues en marzo de 2007 llamó a los ciudadanos a las calles para que se defiendan de los “mafias informativas”.
Después de creada la Ley de Comunicación, el odio a la prensa por parte de algunos funcionarios del Gobierno de Correa se convirtió en necesidad. Exigían a los medios privados cubrir los eventos, las ruedas de prensa, firmas de convenios, inauguración de obras, etcétera. Los medios privados dejaron de ir a estos eventos, solo los públicos asistían, pero ante esta rebeldía llegó su castigo.
En febrero de 2013, el alcalde de Loja, Bolívar Castillo rindió un informe de su gestión, el diario La Hora de esa ciudad no asistió al evento. Esto produjo la ira de Castillo, quien acusó al medio de censura previa. Con la Ley de Comunicación, ya en el 2015 la Supercom determinó una multa para el medio, argumentando que éste omitió una noticia de interés público. La multa fue de $3.500.
En 2017 la Supercom volvió a sancionar a siete medios de comunicación por no publicar otra información, que consideró de interés público. Se trató de un artículo publicado en el medio argentino Página 12, donde se señalaba que el excandidato a la presidencia, Guillermo Lasso, se enriqueció a través de 49 empresas offshore. La multa impuesta fue de $3.750. Todos los medios apelaron la resolución, pues aseguraron que no era obligación hacerse eco de una información de un medio internacional y que además la noticia no estaba confirmada.
Almeida recuerda que el Gobierno reclamaba enérgicamente cuando los medios privados no asistían a sus eventos. “Nos inundaban con boletines de prensa, antes, durante y después del evento. En mi mail tenía al día, al menos 200 boletines y si no se cubría nos llamaban a reclamar”, contó la investigadora. Y no sólo que reclamaban por no cubrir los eventos, también lo hacían si no sacaban la información como la enviaban en los boletines.
En dichos eventos tampoco se permitía a la prensa hacer preguntas incómodas. Recuerdo que en 2014 invitaron a los medios a presenciar cómo se efectuaba el desvío del río Coca para la construcción de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. Fue un mega evento donde varios funcionarios se movilizaron, había comida por todos lados y juegos pirotécnicos. Los organizadores pidieron que la prensa esté pendiente de la llegada del vicepresidente, en ese entonces Jorge Glas. Se desplegó por tierra un fuerte equipo de seguridad para el exvicepresidente. Al acto llegaron 11 carros blindados con guardaespaldas, sin embargo, Glas llegó en helicóptero. Ante tal espectáculo, periodistas de los medios privados quisieron preguntar el por qué del derroche de recursos para un pequeño hecho, pero se nos prohibió hacer la pregunta.
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Relatar lo que el periodismo pasó en estos 10 años llenaría algunos libros. Lo que hay en el presente no es un panorama alentador, la estrategia del Gobierno correista de polarizar a los periodistas y a los ecuatorianos en general tuvo sus consecuencias. En la actualidad, los medios de comunicación privados han reducido su personal, incluso algunos de ellos han cerrado áreas, un ejemplo de esto es Ecuavisa, que cerró su espacio de producción en Quito y se quedó con un equipo de producción en Guayaquil.
Hay salas de redacción que se han reducido, además se continúa haciendo recorte de personal. Los periodistas de manera general se encuentran frente a un mercado laboral que no les brinda oportunidades y a nivel emocional quedaron marcados. Omar Andrango, un periodista que laboró en medios privados y en la empresa pública, resaltó una anécdota reciente: “Fui a la escuela de mi hijo y les conté a sus compañeros que yo soy periodista. Y todos me dijeron ¡ah! ¡Eres un corrupto! Me quedé impresionado, les expliqué que no era así y ellos dijeron que Correa siempre lo repetía y que debe ser por algo. La nueva generación creció con Correa y cree que lo que él dijo es verdad”.
Andrango indica que es un mérito haber sobrevivido a esta época, pero que aún no se puede decir que la mala racha del periodismo haya pasado, ya que los organismos de control continúan.
El periodismo sobrevivió, pero aún faltan puntos por resolver, lo primero es quitarse el miedo de volver a hacer periodismo, pero también se necesita inversión para hacerlo. El periodismo ecuatoriano quedó golpeado, los periodistas regresan de una guerra ejecutada por el anterior régimen, pero aún no saben qué hacer en este panorama inestable y las nuevas generaciones poco entienden del oficio.

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