PARA REFRESCARLES LA MEMORIA
PUBLICADO EN LA REVISTA EL OBSERVADOR
Abril de 20014
PUBLICADO EN LA REVISTA EL OBSERVADOR
Abril de 20014
La guardia ciudadana es una de las instituciones municipales más desprestigiadas de la ciudad. Aunque fue creada para salvaguardar la seguridad de los cuencanos, al momento ha perdido el "aura popularis" o favor del pueblo debido a que sus integrantes utilizan la violencia para imponer el orden.
Este "modus actuandi" es llevado al paroxismo y ha llegado hasta el hastío cuando en días pasados, el ciudadano Eduardo Peralta, comerciante, fue agredido en forma brutal por 15 guardias ciudadanos, en un hecho macabro que ha recibido la condena pública de todos los habitantes de la morlaquía.
El letrero de su negocio de venta de videos, localizado en la Gran Colombia y Juan Montalvo, fue decomisado por elementos de la guardia ciudadana. Cuando Peralta intentó recuperar el letrero de su local, 15 guardias procedieron a propinarle una terrible paliza, hiriéndolo y atacándolo como si se tratara de un vulgar ladrón. Recibió golpes en la cabeza, en el estómago, en la oreja y cuando su hermana se interponía para evitar el empalizamiento, hicieron caer al suelo a su hija de 9 meses mientras proferían una serie de expresiones soeces y vulgares impropias de los integrantes de una institución que debería proteger a los cuencanos por sobre todas las cosas.
Aunque parezca de Ripley, Miguel Morales, Comandante de la Guardia Ciudadana, al receptar la denuncia en contra de este acto de violencia cometido por el personal a su cargo, justificó el comportamiento de los guardias aupando dicho "modus actuandi" al proferir las siguientes expresiones: " ... así es como se tiene que imponer la disciplina en la ciudad".
Seguramente, este fiel tiralevita del burgomaestre cree en el argumentum baculinum/ argumento de la vara o de la fuerza bruta y por eso se permite justificar tamaño comportamiento, en un hecho sin precedentes que ha recibido la reprobación colectiva.
Pero lo inaudito del caso es que el burgomaestre Fernando Cordero, en vez de sancionar al Comandante de la Guardia Ciudadana por permitir y justificar el indigno proceder de los elementos a su cargo, no dijo nada de su fiel tiralevita y mas bien decidió protegerlo haciendo inaudito espíritu de cuerpo –como acostumbrado está a hacerlo cuando se trata de sus colaboradores íntimos- y en una ridícula cacería de brujas despidió a seis guardias que, según él, eran los responsables del ataque al ciudadano Eduardo Peralta. ¿Por qué tanta protección a Morales?. ¿Qué compromisos oscuros existen de por medio con un personaje zascandil que a verbis ad verbera/ de las palabras a los golpes, cree que la violencia es el mejor método de disciplina para una ciudad como Cuenca?. Si hubiera sensatez en la administración municipal, esta casta de gente no debería ser protegida –gratis et amore-. Pero, ¿dime con quién andas y te diré quién eres?, los colaboradores del burgomaestre son como una mafia para la cual, como toda mafia, Cordero guarda un especial affectio originalis.
Avalancha cobró dos muertos
A causa de una avalancha de tierra que se vino abajo en la construcción del paso a desnivel de la Chola Cuencana, dos obreros que trabajaban en dicha obra municipal murieron ipso facto el 24 de febrero del año 2004. Demetrio de Jesús Calle Coyago, de 48 años y Carlos José Fajardo de 25 años.
La muerte de los ciudadanos causó conmoción en la ciudad y puso en evidencia un doloroso drama humano para los familiares de los fallecidos que reclaman indemnización por dichas muertes.
Con fecha 5 de marzo, el burgomaestre en comunicación dirigida al Dr. Raúl Izurieta , Ministro de Trabajo, le dice cínicamente que «la municipalidad respeta y guarda la íntima convicción de protección y promoción de los derechos de los trabajadores. Las normas de higiene y seguridad en los frentes de trabajo municipal y en las obras contratadas por la entidad son vigiladas de manera rigurosa..». Si esto fuera así no estaríamos hoy lamentando la muerte de dos humildes obreros que dejan en la orfandad a sus esposas e hijos. Con cinismo e insolente desparpajo, el burgomaestre Cordero ha expresado que no es más importante preocuparse de la indemnización a la que tienen derecho los familiares pues éstos lo que necesitan es mucho amor, paz y solidaridad. Increíble, pero cierto. Qué ironía: Oculos habent et non videbunt/ ojos tienen y no ven!.
La tercerizadora explota a sus obreros incumpliendo los contratos de trabajo y los beneficios de ley. Por ello, la Dirección de Riesgos y Trabajo del IESS acusó al alcalde, a la tercerizadora y al contratista por obligar a los obreros a trabajar sin las garantías legales y sin otorgarles los equipos de protección adecuada.
Para la actual administración municipal, las personas no importan, lo que cuenta son las obras físicas, grandilocuentes y rimbombantes con las que se pretende tomar el pelo e idiotizar a los cuencanos para que Cordero se asegure cuatro años más el sillón municipal de Cuenca.
Desacatos a los dictámenes de la Justicia
Y por si fuera poco, el burgomaestre Cordero desacata persistentemente las sentencias de la Corte Suprema de Justicia. Con fecha 10 de febrero del 2004 la Sala de lo Contencioso y Administrativo de la Corte Suprema de Justicia rechazó los recursos de hecho y consecuentemente los de casación interpuestos por Cordero y el Procurador Síndico en el caso de la ilegal edificación de Carlos Ordóñez Segovia que debe ser derribada porque afecta la vivienda del ciudadano Carlos Luzuriaga.
Este es uno de los tantos casos que ha provocado indignación del pueblo cuencano por la «aparente transparencia» con la que el alcalde actúa cuando se trata de burlarse de las Leyes y las ordenanzas municipales.
La Libertad de Expresión, ni se compra, ni se vende, ni se transa.
EL OBSERVADOR
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