Alberto Ordóñez Ortiz
Por AGN -23 junio, 201813
En medio de la vorágine de escándalos que sacude al país, el caso del asesinado General Jorge Gabela, Ex -Comandante de la FAE, va posesionándose, en el marco de la opinión pública, en sitial preponderante. La presencia de Roberto Meza, perito argentino radicado en Brasil, quien en su momento practicó las pericias dentro del caso y que acaba de rendir su versión ante la Fiscalía, pone de manifiesto que “manos siniestras” mutilaron el informe que presentó en su momento, eliminando su “sustancia” condenatoria, pues que, misteriosamente desapareció el capítulo correspondiente al denominado “tercer producto” en el que se determinó que no fue víctima de un “asesinato común” como lo sostuvo el correato, sino de un posible crimen de Estado. Las sombras de duda que rodeaban al caso recibieron de pronto -con la presencia del perito Meza- el haz de luz que desterró las dudas y que va dando paso a las certezas.
En medio de la vorágine de escándalos que sacude al país, el caso del asesinado General Jorge Gabela, Ex -Comandante de la FAE, va posesionándose, en el marco de la opinión pública, en sitial preponderante. La presencia de Roberto Meza, perito argentino radicado en Brasil, quien en su momento practicó las pericias dentro del caso y que acaba de rendir su versión ante la Fiscalía, pone de manifiesto que “manos siniestras” mutilaron el informe que presentó en su momento, eliminando su “sustancia” condenatoria, pues que, misteriosamente desapareció el capítulo correspondiente al denominado “tercer producto” en el que se determinó que no fue víctima de un “asesinato común” como lo sostuvo el correato, sino de un posible crimen de Estado. Las sombras de duda que rodeaban al caso recibieron de pronto -con la presencia del perito Meza- el haz de luz que desterró las dudas y que va dando paso a las certezas.
En su calidad de Comandante de la FAE, fue el General Gabela, el que sobre una sólida argumentación crítica se opuso de manera firme a que se adjudicara a una desconocida empresa Hindú, de dudosa fiabilidad, la compra de 7 helicópteros Dhruv. Su oposición determinó que prontamente fuera relevado de esa función y que se le convirtiera en víctima de una persecución debidamente “organizada” que terminó cuando en extrañas circunstancias fue abaleado en el vestíbulo de su casa, la madrugada del 19 de diciembre del 2010. Su extraño asesinato se produjo en una urbanización cerrada de Samborondón, dotada de las estrictas seguridades que son propias de las mismas. En el ínterin, -como si se trata de una maldición-, cuatro de los siete helicópteros Dhruv sufrieron serios percances que a la vez que los volvieron inservibles, evidenciaron la indiscutible validez de las razones que en su momento asistieron al General Gabela y, desde luego, la plena vigencia de su incólume patriotismo.
La versión “oficial” sobre su muerte, no se hizo esperar. Se aseguró que se trató de un robo en el que no se robaron nada, excepto su vida. Luego de que en abril del 2011 se atrapó a cuatro personas vinculadas con el crimen, autoridades de manos manchadas “permitieron” que el autor material del hecho, David Salazar, fuera prontamente liberado, quien terminó misteriosamente acribillado en 2012. De esa manera se eliminó toda posibilidad de que el principal testigo de cargo pudiera esclarecer los hechos. El proceso penal fue virtualmente archivado.
El conjunto de actos con que se pretendió dar por “cerrado” el caso, no pudo detener a la esposa del General Vargas, la señora Patricia Ochoa, menuda ella, de frágil apariencia, pero dotada de la integridad propia de las mujeres heroicas y dueña, como tal, de una tenacidad que jamás admitió pausas, permitió que el presidente Moreno desclasificará toda información relacionada con el caso y que se reencausará su rumbo en abierta dirección hacia la verdad. La presencia y la intervención de su esposa, es una historia de amor y coraje que nos reconcilia con la vida y que escribe sobre el ancho cielo de la Patria: la palabra integridad, borrada en el correato de todos los diccionarios. (O)
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