Francisco Febres Cordero
Domingo, 25 de diciembre, 2016
¿Cómo amanecieron después de la Navidad? Ah no, anoche creo que era Nochebuena y ahora recién es Navidad. ¡Qué lío! Es que como a cada rato nos cambian el calendario, uno se confunde, pues. Los que nueran feriados, ahora son feriados; los que nueran días de guardar, ahora ya son de guardar bien guardado, porque si no se roban; los que eran días de ocio, ahora son de negocio; los que eran días de ayuno, ahora son de desayuno. Y así.
Domingo, 25 de diciembre, 2016
¿Cómo amanecieron después de la Navidad? Ah no, anoche creo que era Nochebuena y ahora recién es Navidad. ¡Qué lío! Es que como a cada rato nos cambian el calendario, uno se confunde, pues. Los que nueran feriados, ahora son feriados; los que nueran días de guardar, ahora ya son de guardar bien guardado, porque si no se roban; los que eran días de ocio, ahora son de negocio; los que eran días de ayuno, ahora son de desayuno. Y así.
Bueno, pero sea como haya sido la noche de anoche ¿asomó el Papa Nuel con los regalos? ¡Qué bueno! ¡Qué generoso ques el Papa Nuel! ¡Cómo carga en su bolso los bonos para irlos repartiendo en cada una de nuestras casas! No pues los bonos navideños para cobrar, sino los bonos de la deuda que todos tenemos que pagar desde el año que viene hasta el 3025, creo.
Ah, ¿ustedes no recibieron bonos sino una tarjeta? ¡Qué linda sorpresa! ¿Decía feliz Navidad y un próspero Año Nuevo les desea su Papa Nuel? ¿No decía eso? ¿Cómo? ¿Que era una tarjeta verde y emplasticada? ¡Qué bestia!
Ya entiendo: Papa Nuel ha de haber tenido mal la dirección y se ha de haber equivocado, porque esas tarjetas son exclusivas para los del Gobierno. Solo a ellos les ha llegado, para que la enseñen en caso de necesidad. Es una tarjeta maravillosa, que salva de apuros a todos quienes la portan, con un mensaje que ya circulaba antes de boca en boca, pero que ahora, con motivo de la Navidad, se ha hecho tarjeta con un texto cortito pero contundente en el cual, con letras mayúsculas, se lee “Buena fe”. Suficiente, porque eso salva al portador de cualquier apuro.
Por ejemplo, si ustedes cometen un error por más grandote que sea, enseñan la tarjeta y todos entendemos que es un error de buena fe y por eso quedan exentos de cualquier culpa. ¡Qué suerte que tienen de que Papa Nuel les haya llevado ese regalo! Si andan en auto, invaden vía y al paso se van cargado a algún transeúnte, sacan la tarjeta y dicen que esas son contravenciones de buena fe y entonces les dejan nomás seguir. Si plagian la mitad de su tesis de grado, con solo mostrar la tarjeta se entiende que es un plagio de buena fe y enseguida les dan el título no solo de ingeniero sino hasta de vicepresidente, igual que si compran unos helicópteros que se caen antes de despegar, sacan la tarjeta y dicen que son unos Dhruvs de buena fe. Si se roban la plata y la ponen en Panamá, muestran la tarjeta y dicen que es una offshore de buena fe, y con eso les permiten hasta que se huyan a la playa para que gocen de sus merecidos beneficios. Si como varones bien machos pegan a su pareja, sacan la tarjeta y dicen que fue una paliza de buena fe. Fu, con eso hasta puede meterle juicio a la golpiada y seguirle sacando la perimbucha en el juzgado.
¡Mucho lote es esa tarjeta! Y lo mejor es que no tiene fecha de caducidad, porque la buena fe, como toda fe, es imprescriptible y tampoco necesita ser demostrada. Basta con la tarjeta.
En cambio, los que no tenemos tarjeta, fritos. Pero bueno, nos queda el consuelo de que el próximo año ya vamos a cambiar de Papa Nuel. ¡Uf, qué alivio! (O)
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