miércoles, 14 de diciembre de 2016

LA CALLE DE SANTA ANA: UN ESPACIO PATRIMONIAL ‘PÚBLICO’

LA CALLE DE SANTA ANA

Al fundarse la ciudad de Cuenca (1557) Gil Ramírez Dávalos,  conformó la traza de la ciudad, asignando para la Iglesia mayor una cuadra de cuatro solares, en la parte de levante de la plaza central. Esta cuadra estaba atravesada por una calle que se denominó Santa Ana, por pasar junto a la Iglesia mayor,  consagrada a Santa Ana, primera patrona de la ciudad (Chacón, 1990,95 ). Esta misma calle continuó hasta el extremo oriental del primer perímetro urbano. El acta de fundación no hace declaración expresa  a esta calle, al referirse a la cuadra asignada a la Iglesia Mayor. Su nombre es designado cuando el fundador de la ciudad “... señaló para sí ... dos cuadras, la una a la parte, en la plaza pública de la dicha ciudad, que la  atraviesa una calle por medio que se dice la calle de Santa Ana y queda dividida la dicha cuadra, los dos solares de ella a una parte y dos a otra...” (Cabildos I,19). Este mismo diseño debió tener la cuadra de la Iglesia mayor.

La calle de Santa Ana era, en realidad, una acequia de agua que  pasaba “por medio la plaza” (Cabildos II, 161). Cuando llovía se convertía en un arroyo que rebasaba el cauce y anegaba no solo la plaza central sino también la cuadra de la Iglesia Mayor, atravesada por “dicha calle y acequia” (Cabildos II,161). Por una parte, era “acequia del agua para servicio desta ciudad” (Cabildos II,161); por otra,  era la calle que unía los barrios de San Blas y San Sebastián, tomando el camino de los molleturos. Cuando la ciudad se fundó, sus calles recién trazadas tenían como referencia la acequia y calle de Santa Ana, que bajaba recta, con sus bordillos  transitables. Luego, llegaron a ser mas importantes  las calles de la traza urbana y las construcciones de los vecinos.

El Cabildo del 13 de mayo de 1566, decidió variar el curso de la acequia, a fin de evitar los perjuicios que causaba, al pasar por medio de la plaza (Cabildos II, 161); por último hizo desaparecer la mayor parte de la calle de Santa Ana: en Sesión de 6 de junio de 1580  ordenó, con el objeto de recaudar dineros para la caja de propios “...se vendan las calles questán a las espaldas de la Iglesia Mayor desta ciudad, hasta el cabo de la traza desta ciudad y por la parte de arriba, así mesmo, desde la esquina de Alonso de Zamora hasta arriba y quede la calle de las espaldas de las casas de Juan de Narváez que sale a la plaza desta ciudad”(Cabildos 5, 41v). Un fragmento de esta calle, en el lado occidental de la plaza mayor, se aprecia todavía, junto a la pared norte de la Catedral Nueva.

Uno de los compradores de la calle de Santa Ana debió ser García Ximénez Franco,  cura beneficiado de la Iglesia Mayor (Cabildos V,41; ANH/C, Not III, XIII, 452-454). María de Cárdenas viuda de Diego de Silva vendió a Alonso de Núñez, vecino de la ciudad  un solar “... a las espaldas de las tiendas de la Iglesia Mayor [linde] con solar y casas que al presente son de  Francisco de Cabrera  Godoy y Andrés Benítez Cuenca y antiguamente  fueron de García Ximénez Franco, beneficiado que era en esta dicha  ciudad, con lo mas alto de  las dos tiendas primeras de la dicha iglesia que corren desde la tienda de la esquina que linda con casas de Agustín  de Castañeda, calle real en medio, y con la plaza pública, con callejón que está en medio de las dichas dos tiendas (ANH/C, Not. III, XIII, 452-454). Para entonces ya no existía la calle de Santa Ana sino un pequeño callejón que se arrendaba para tienda. En 19 de marzo de1603 el Visitador eclesiástico Hernándo Ortíz de Caravantes registró en los libros de contabilidad : “ iten un callejoncillo que de presente tiene Juan Burgos que renta en cada un año seis pesos”  (ACE/C, Cap. 01,88v). En el siglo XVIII era designado con el nombre de ¨callejón de la soledad ¨. Tomado del documento general del Proyecto Catedral Vieja.

El patrimonio histórico 

La humanidad desde los comienzos se ha esforzado por dejar una huella que trascienda en el tiempo. Es así como tenemos importantes vestigios de arte rupestre que se remontan a miles de años y posteriores creaciones en todos los órdenes que se conservan desde hace varios siglos. Entre ellos muchos se han mantenido respetando huellas de culturas de otros tiempos como el caso del Sitio de Todos Santos en nuestra ciudad, que conserva vestigios de tres culturas: Cañari, Inca y colonial Española. Este es el caso de la llamada Calle de Santa Ana, cuyo origen de acuerdo con los estudios que han realizado varios historiadores cuencanos, se asegura que se remonta a la época Cañari. Su emplazamiento forma un eje que atraviesa la ciudad como se manifestó al comienzo del presente texto y que ha sido respetado a través del tiempo, inclusive por Juan Bautista Stielhe cuando construyó la Catedral de la Inmaculada y en su aporte en el Seminario Mayor. 

Patrimonio urbano y espacio público.

Como todos conocemos el Patrimonio urbano comprende toda construcción que se asienta en los centros históricos de las ciudades, alberga además calles, plazas, espacios verdes que dicho sea de paso, no siempre son valorados en su trascendencia. A todo esto se suman los de importancia arqueológica e histórica, que pueden encontrarse en muchas ciudades. 

Para la valoración del espacio público se tiene en cuenta su funcionalidad, en razón de que es una área común y a su vez, lugar comunitario. Es la estructura que origina y otorga morfología a una ciudad a través del tiempo. Que se conforma y crece de acuerdo con las necesidades de los habitantes en su continuo proceso de adaptación. Es el espacio en que el que se moviliza la gente, pero también porque se constituye en punto de encuentro. Lugar que congrega y permite el buen funcionamiento de las ciudades y pueblos, el que da lugar al entramado urbano. 

El espacio público de acuerdo con la Constitución del Ecuador es analizado en la Sección cuarta: 

Cultura y ciencia. Art. 23.- “Las personas tienen derecho a acceder y participar del espacio público como ámbito de deliberación, intercambio cultural, cohesión social y promoción de la igualdad en la diversidad. El derecho a difundir en el espacio público las propias expresiones culturales se ejercerá sin más limitaciones que las que establezca la ley, con sujeción a los principios constitucionales”. 

Y, corresponde a los Gobiernos Autónomos Descentralizados Municipales de acuerdo con Capítulo cuarto Régimen de competencias que según reza el Art. 264.- “Los gobiernos municipales tendrán las siguientes competencias exclusivas sin perjuicio de otras que determine la ley: 1. Planificar el desarrollo cantonal y formular los correspondientes planes de ordenamiento territorial, de manera articulada con la planificación nacional, regional, provincial y parroquial, con el fin de regular el uso y la ocupación del suelo urbano y rural. 2. Ejercer el control sobre el uso y ocupación del suelo en el cantón. 3. Planificar, construir y mantener la vialidad urbana […]… 8. Preservar, mantener y difundir el patrimonio arquitectónico, cultural y natural del cantón y construir los espacios públicos para estos fines. 9. Formar y administrar los catastros inmobiliarios urbanos y rurales…”. Constitución del Ecuador 2008.


La primera Iglesia Jesuita

Si bien "en el año 1638 se fundó el primer colegio de los Jesuítas en Cuenca, en la primera llegada de la etapa de la Compañía de Jesús, y hasta 1767 que duró 130 años, estuvo ubicada en el costado occidental de la plaza mayor hoy Parque Calderón", (detrás de lo que hoy es el Seminario Mayor), se conoce también que esta orden religiosa concentró además del poder religioso, el económico, alto capital en bienes inmuebles que constan en varios documentos históricos que se encuentran al alcance de la ciudadanía en los archivos locales. Allí se da cuenta de las donaciones de haciendas y predios que esta orden recibió en Cuenca. 

Este es un aspecto que dicho sea de paso, se mantiene hasta la actualidad. Muchas instituciones continúan recibiendo donaciones. Teniendo que considerar que el Estado Ecuatoriano invierte grandes cifras de los fondos de todos los ecuatorianos, en recuperar el Patrimonio Religioso. Como el caso de la Iglesia de la Compañía de Jesús en Quito, cuya restauración le costó al Estado Ecuatoriano seis millones de dólares y ahora para su utilización con fines culturales, se tiene que pagar la suma de dos mil dólares por concepto de alquiler.

Otro punto a considerar es que todas las órdenes religiosas que llegaban a América, borraban el pasado ancestral de los pueblos americanos, implantando edificaciones o equipamientos relacionados con su proyecto evangelizador, en los lugares igualmente sagrados o importantes para los indígenas.

Valor ancestral de la calle de Santa Ana 

Como se ha visto en la investigación que se tendría que ampliar,  se puede decir que la calle de Santa Ana tenía un valor e importancia mucho más ancestral a la colonia, inclusive anterior a los Incas, es decir de épocas Cañaris. Teniendo que considerar además la pregunta que sostiene el historiador: "¿Cuál es la razón por la que se quiso eliminar o borrar la Calle de Santa Ana de la historia de Cuenca?". Con lo cual una investigación que amplíe estos datos se torna urgente.

Colonización y descolonización 

Uno de los postulados de la nueva gestión de la Cultura en nuestro país, hace énfasis en el tema de la descolonización. En el caso del Patrimonio este aspecto se torna complejo, pues gran parte de los acerbos y tesoros nacionales, son también fruto de la colonia española, como en todos los países latinoamericanos.

No obstante se presentan casos como el presente, donde el respeto las construcciones ancestrales se perjudica por la una valoración quizá mayor de los vestigios coloniales; que quizá correspondieron a estructuras de menor importancia anexas a la iglesia jesuita que existió en los predios adjuntos a la calle de Santa Ana durante la época de la colonia. En este punto se torna imprescindible considerar los criterios sobre la descolonización. 

Teniendo en cuenta por supuesto que se trata un aspecto ideológico y al que todos tenemos derecho. Muchos lo asumimos como un postulado ético profesional, pero dada la situación, el tema obliga a ser analizado y consensuado. 

La calle de Santa Ana de Cuenca 

De acuerdo con lo expuesto en párrafos anteriores retomamos nuestra reflexión acerca de la Calle de Santa Ana, que históricamente nació como un espacio público por excelencia y que posteriormente fue objeto de variadas intervenciones, si se podría llamar de alguna manera. Hoy, el Estado Ecuatoriano por medio del Ministerio de Cultura y Patrimonio se ha propuesto abrirlo, en la intención de entregar a la ciudad un presente en el décimo séptimo aniversario de la Declaratoria del Centro Histórico de Cuenca, como Patrimonio de la Humanidad. 

Esta pequeña calle que al momento sufre adicionalmente otra intervención, pues encontramos en su trayecto una pequeña construcción como una re interpretación muy creativa. Se trata de partes de una estructura que existió no se sabe desde cuándo, o quizá del mismo tiempo que el Seminario Mayor, pero que ya no es original en razón de que se le adicionó una losa de fundición, revestimiento cerámico y una terraza convirtiéndolo en una suerte de falso histórico o añadido. 

Convertida en un equipamiento con fines turístico-gastronómicos. Intervención que ha sido cuestionada por la ciudadanía preocupada por estos temas, pues forma una barrera para el uso de la Calle y el propósito primordial en el que se fundamenta la Conservación del Patrimonio: Uso y disfrute de los ciudadanos y de visitantes. Barreras que en otros casos como las de la Avenida Ordoñez Laso, que son objeto de remoción por el bien de la ciudad, la movilidad y desenvolvimiento normal de la ciudad.

“La Calle de Santa Ana”, cuya historia que debe ser develada y contada a Cuenca, tanto en lo documental como en lo físico al parecer será postergada. A los cuencanos nos compete saber de esta calle, de disfrutarla y gozarla como de cualquier patrimonio, en su integridad, de solazarnos en su trayecto y por supuesto de mostrar al mundo la historia importante que pudiera tener. Pero resulta complicado una vez más, el silencio de la mayoría de los cuencanos permitirá nuevamente que pocos actúen de acuerdo a sus intereses particulares y que otra vez el asunto del Patrimonio, su gestión, conservación, salvaguarda, protección y difusión sea un asunto del que no conviene hablar. 

No queremos dejar de recordar que es a este estilo o nivel de gestión, es a la que le debemos la firma del proyecto tranvía, a la construcción de un edificio ultra moderno enclavado dentro de uno histórico que rompe con el espacio patrimonial como es el caso de la construcción de vidrio y teca dentro de la antigua Escuela Central y su cambio de función que no corresponde al proyecto y estudios originales. Son quienes deben responder por la construcción que obstruye el mirador de Cristo Rey, a pesar de que en el informe de restauración del 2009 se solicitó la declaratoria del sitio como patrimonial y al parecer nadie lo leyó. 

También se nos debería explicar la colocación de una gran losa y seis postes sobre el Puente Roto, la “intervención en la Picota de El Rollo, la intervención en los monumentos de la Av. Solano en 2012 y que hoy nuevamente requieren restauración. La postergación de la intervención en la Plaza de San Francisco y otras edificaciones importantes, de la falta de gestión para la conservación, de educación y difusión a la ciudadanía. De la invasión de manchones, de la cantidad de demoliciones sin procesos. El incendio de la Capilla del Seminario Mayor sin un informe de investigación y demás temas como la ausencia de rendición de cuentas, que bien pueden ser dignos de otros artículos. 


Pero lo cierto es que ahí la tenemos, al parecer la pequeña construcción en la Calle de Santa Ana, se quedará y con ella se conmemoran los 17 años de la Declaratoria de nuestro Centro Histórico como Patrimonio de la Humanidad. 




Lic. Mónika López A. Mgst. C.M.S.
Especialista en Patrimonio y Cultura.

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