Los Alvarado: otros que tienen vela en el entierro Odebrecth
Vinicio y Fernando Alvarado están pasando de agache en el horripilante enredo de Odebrecht con el Estado ecuatoriano. Y la verdad es que no deberían, porque también tienen vela en ese entierro.
Los hermanos Alvarado, zares de los millonarios contratos de propaganda y publicidad durante la #décadaganada del correísmo, tienen que explicar, tarde o temprano, cómo y en qué consistió el auspicio que dio la constructura brasileña, esa sí corrupta y corruptora, en la realización del documental The Royal Tour, donde el presidente Rafael Correa hacía de guía turístico al periodista y productor Peter Greenberg, en una gira alrededor del Ecuador.
Cuando en marzo del 2016 diario El Universo le pidió a Fernando Alvarado, ministro de Turismo, explicaciones sobre si había gasto público en la realización del Royal Tour , el funcionario respondió afirmando que “esa información no la podemos dar nosotros, dado que es un proyecto privado con acuerdo económico entre privados”. Alvarado, chabacano y prepotente como el que más, hizo entonces más o menos lo mismo que su subordinado Orlando Pérez hizo cuando se publicaron las noticias sobre sus agresiones físicas a una mujer: se pasó de vivo diciendo que esa información era privada y que no era de interés público. Par de caretucos: en el caso de Alvarado porque los gastos por dos millones de dólares en el Royal Tour, según datos jamás negados por el gobierno, habían sido cubiertos por empresas privadas. ¿Cómo pretender que lo que hace un Presidente, peor aún si es pagado por empresas privadas, no es de interés público? ¿Dónde acababa lo privado y comenzaba lo público en este tema?
Lo ocurrido con Odebrecht hace pocos días, cuando la empresa confesó formalmente haber sobornado a funcionarios de casi todos los gobiernos del continente, es la demostración más clara y evidente que respuestas como las de Fernando Alvarado son de absoluta perversión ética. El escándalo Odebrecht, por fortuna, deja en evidencia la mañosería de Alvarado y demuestra que ese financiamiento era un asunto público y que por tanto era de interés de la sociedad. también confirma que es absolutamente necesario el que Alvarado asuma su responsabilidad de funcionario y no solo entregue las explicaciones que le debe al país sino que sea examinado por una autoridad fiscalizadora. Claro, en el supuesto de que en el Ecuador volverán a existir instituciones fiscalizadoras.
La participación en el financiamiento hecho por Odebrecht en la producción del Royal Tour puede ser pequeña o incluso mínima, pero eso no la hace menos significativa desde el punto de vista de la ética pública. ¿Por qué financió Odebrecht la promoción de la figura de Rafael Correa en un documental hecho por una empresa privada que fue transmitida luego en la televisión de los EEUU? ¿Se le dio algo a cambio? ¿Ganaba puntas la empresa constructura frente al Gobierno con el simpático gesto de poner dinero en el documental? ¿Cómo es posible que Alvarado no haya transparentado esos datos si lo que estaba en juego, evidentemente, es un tema de interés público? En un país donde la rendición de cuentas y la ética en la administración pública es algo normal, la actitud con la que Alvarado respondió a El Universo en marzo hubiera sido no solo anormal, sino brutalmente escandalosa.
Tampoco se puede dejar de tomar en cuenta que la filmación del documental, según información de El Universo que no ha sido negada por el gobierno, se realizó entre el 15 y el 21 de agosto cuando los escándalos de corrupción de Odebrecht en Brasil ya habían estallado. En ese entonces ya se sabía que la constructora acostumbraba sobornar a funcionarios públicos para conseguir contratos, no solo en Brasil sino en toda la región. Según información de operadores de relaciones públicas contratados por el gobierno ecuatoriano en EEUU, la luz verde para la realización del Royal Tour la dio Vinicio Alvarado, el hermano mayor, cuando aún hacía de ministro de Turismo. Por eso, Vinicio Alvarado también tiene vela en ese entierro.
Pero el tema de la participación de Odebrecht en el Royal Tour no es el único por el que los hermanos Alvarado deberían ser procesados por las autoridades fiscalizadoras, que si bien por ahora no existen, algún día es probable que las haya. Fernando Alvarado, a más de ocultar lo que Odebrecht y las otras empresas hicieron en el tema, mintió. Sí, mintió porque no es cierto que el Royal Tour no le costó nada al país. Existen documentos que prueban que varios funcionarios cobraron viáticos y viajaron a EEUU en la coordinación del lanzamiento del documental al menos en Chicago y Nueva York. Por ejemplo un pasaje comercial para Fernando Alvarado de Chicago a Nueva York. A más de eso está la utilización de bienes públicos como el avión presidencial que, como se ve en la cinta, fue utilizado para la filmación del documental así como en el desplazamiento de Correa a los EEUU para los actos de presentación que, además, aparentemente fueron costeados con fondos públicos.
Podrán decir que el Royal Tour era un excelente instrumento de promoción turística para el país y pueden tener perfecta razón. Dentro de esta lógica podría ser perfectamente normal e incluso positivo que empresas nacionales o extranjeras vinculadas al turismo financien programas que van a estimular el flujo de turistas. Pero si ese es el caso, entonces la información sobre la participación de esas empresas privadas debería ser tratada como si se fuera información pública.
Durante diez años, funcionarios como los hermanos Alvarado han dispuesto, cual gamonalillos del siglo 19, de los bienes y los temas públicos como si el Estado fuera una hacienda privada y la sociedad una peonada ignorante y bruta.
Si de algo puede servir el caso del Royal Tour y su vinculación con Odebrecht es en que ya no deberían haber pretextos, ni siquiera los groseramente tramposos como los que Fernando Alvarado le dio a El Universo, para que los privado sea utilizado como coartada para ocultar lo público.
Lo normal sería que alguna autoridad, ya sea un juez, un fiscal o un contralor, llamen a los hermanos Alvarado a dar las explicaciones sobre este tema que, evidentemente, le deben a sus verdaderos jefes: los ciudadanos. Pero claro, eso es lo normal.
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