domingo, 17 de enero de 2016

Pueblo movilizado

Francisco Febres Cordero
Domingo, 17 de enero, 2016

Con su verbo vibrante, el excelentísimo señor presidente de la República, teniendo al agua como testigo en la inauguración de los proyectos de Cañar y Naranjal, pronunció una sentencia que marca el fin de sus nueve años de gobierno y el principio de una nueva era, que deberá durar las tres centurias siguientes: “Necesitamos un pueblo movilizado”.
¡Oh, qué palabras tan llenas de gimnasia! Ay no, tan llenas de sapiencia quise decir. ¡Oh frase que, emergiendo del agua del Cañar y del jugo de naranja de Naranjal, nos refresca a todos! ¡Uh oración propia de un líder cuya figura ha logrado salir a flote de los remolinos más crudos, por lo cual sería justo que se le conceda –antes de que nos ahogue– el premio natatoris causa.
Él, como nadie, ha entendido que la movilización no solo es indispensable para mantener la revolución y proyectarla hacia el futuro, sino también para preservar la salud ciudadana, pues la movilización, el ejercicio, el desplazamiento constituyen la mejor manera de prevenir los ataques fulminantes al corazón que les da a los corazones ardientes.
Un pueblo movilizado es un pueblo que camina, igualito que la espada de Bolívar. Un pueblo movilizado es el que sale a las calles a gritar fuera, Correa, fuera. ¡Ay no, qué bruto!, esos son los inmovilizados que quieren regresar al pasado. El pueblo movilizado es el que sale a gritar ya tenemos presidente, tenemos a Rafael.
Por eso bastó que el excelentísimo señor presidente pidiera al pueblo que se movilice para que la población comenzara a hacerlo sin pérdida de tiempo.
En efecto, muchísimos ciudadanos que estaban quietitos en sus trabajos se fueron movilizando hacia el desempleo y se quedaron en la calle con las manos en los bolsillos, donde acarician su tarjeta de crédito con la cual el excelentísimo señor presidente les ha aconsejado pagar todo lo que necesiten en el futuro. ¡Qué inteligente que es el excelentísimo! ¡Qué altruista! ¡Qué generoso! ¡Cómo se preocupa por la subsistencia de su pueblo movilizado!
Y ahurita que pienso (es que yo también estoy movilizado y por eso del impensamiento me moví al pensamiento), los periodistas también está de que se avispen y cuando el Ochoa ese que hay les movilice a la Inquisición para sacarles la madre, paguen las multas con tarjeta de crédito. ¡Qué ideota!
Pero los que más se movilizan son los conspicuos representantes del frente económico de la revolución ciudadana que se movilizan como locos para conseguir de donde sea los préstamos que le permitirán al excelentísimo señor presidente de la República seguir gastando a manos llenas durante el año que le falta. Lo bueno es que sí les han de dar los créditos porque ellos han de tener una tarjeta de crédito tipo Gold, emitida cuando hipotecaron el oro.
O sea que por pueblo movilizado no falta. Basta que el excelentísimo señor presidente de la República lo haya pedido para que todos estemos-estamos movilizados a fin de pasar rapidísimo del despilfarro a la crisis. Una crisis que ni hemos de sentir porque, gracias al milagro de la revolución ciudadana, todos tenemos tarjeta de crédito. (O)

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