¿Ramiro González es el gallo tapado?
Por José Hernández
El caso de Ramiro González calza muy bien en esa expresión popular del gallo tapado. La protección presidencial de la que se ha beneficiado es misteriosa incluso para los correístas. No entienden cómo pudo hacer su partido desde el IESS, en la era hegemónica de Alianza País. No entienden por qué el Presidente lo puso de ejemplo el 23-F del año pasado, tras la derrota en las elecciones seccionales. No entienden cómo puede tener, con ayuda oficial, cinco asambleístas, 36 alcaldías (29 propias y 7 en alianza), una prefectura… Y convertirse, con esos números, en el segundo partido del país.
González produce erisipela en los cuadros correístas que sueñan con estar en la lista del relevo presidencial: cultivan la certeza de haber sido ninguneados por él, pues en cada confrontación les recordó que tiene línea directa con Correa…
El caso González arranca desde que dejó la Izquierda Democrática:en 2008 fue nombrado presidente del Consejo Directivo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Ahí estuvo hasta 2013. La colaboración con el gobierno suma siete años con los dos pasados en el Ministerio de Industrias.
Ahora que salió del Gobierno y que sus asambleístas no votaron por la polémica Ley que suprime el 40% de aporte del Estado al fondo de pensiones, el aparato correísta vuelve a formularse, esta vez en público, las preguntas que se han hecho sin poder desentrañar, al parecer, el juego político entre Correa y González:
¿Por qué pudo montar un partido diferente a Alianza País desde el IESS? ¿Por qué en el Gobierno nadie dijo nada sobre el uso de la logística de esa Institución cuando sabían –Soledad Buendía citó un caso en Radio Democracia– que directores regionales eran, a la vez, militantes de Avanza?
¿Por qué Correa, en medio de su primera gran derrota, lo erigió en ejemplo de eficiencia política e incluso reprochó a los suyos no haber hecho más alianzas locales con Avanza?
En privado, otros militantes ya se habían hecho otras preguntas: ¿Por qué los gurús de la comunicación del Gobierno le ayudaron conectando –en forma no se puede más directa– el nombre de Avanza con lemas gubernamentales?
¿Por qué cuando surgió la bronca con los dirigentes de Alianza País, a propósito de la conformación de las listas, González habló de acuerdos directos con Correa y él no le desmintió? Tesis que el ex ministro ratificó el 16 de abril en una rueda de prensa.
Por supuesto Correa se desmarcó de González en ese punto en un tuit esta semana: “Avanza: ‘Nunca hubo acuerdo con PAIS sino con el Presidente’. ¡Vaaamooos!!!” Por supuesto, Correa apoyó la cúpula de su movimiento que exhibió un acuerdo, donde apenas se anuncian líneas programáticas, de Alianza País con Avanza y otros partidos y movimientos. Pero la reacción presidencial fue tan moderada que no se puede comparar siquiera con los epítetos que dedicó a otros aliados que se han alejado del gobierno. Incluso reconoció su aprecio por González.
El aparato correísta fue más lejos pero no produjo nada irremediable: como es usual en estos casos, se limitó a alinear argumentos a su favor. Traidor le dijeron a González; él dijo que no va a engrosar los rangos de la oposición. Y ya. Muchos cerraron el capítulo anticipando, además, el debilitamiento del correísmo por esta sensible baja… Los correístas, con un grupo parlamentario mayoritario, afirmaron no necesitarlo.
La salida de González resulta providencial como su incorporación al gobierno. Los tiempos son tan favorables que parecen piezas de un libreto político. Cuando llegó al Gobierno se habló de ese electorado centrista, tipo Izquierda Democrática, que también se unía a la supuesta revolución ciudadana. La marea correísta arrastraba todo a su paso. Ahora que faltan dos años para las elecciones y que el gobierno luce debilitado, ese electorado vuelve a ser tan necesario…
Si ese libreto no existe, Correa debería botar por ineptos, o por traidores, a sus estrategas políticos. ¿Ayudaron, con logística estatal para que González, que es un presidenciable confeso, haga un partido que ahora quiera sacarlos del poder? Nadie puede decir que este gobierno, que tiene ojos y oídos en todos lados, no sabía lo que ocurría en la sede del IESS durante la administración de Ramiro González. La conclusión de sentido común es clara: Avanza calza en la estrategia del correísmo para quedarse en el poder. De hecho, el Presidente reconoció esta semana que “mucho más necesitaba Avanza de la Revolución Ciudadana” que Alianza PAIS de ese partido. El adverbio lo favorece pero lo delata: Correa y González se necesitan.
González puede aglutinar un electorado que empieza a dar la espalda al correísmo. Pero también puede ser una carta presidenciable si Correa decide no correr porque no ve condiciones favorables a su reelección. El Presidente puede decir, como dice a menudo, que su movimiento está repleto de delfines. Y cita, precisamente para negar lo que afirma, a Gabriela Rivadeneira y a Viviana Bonilla… El caso cierto es que ni siquiera Lenin Moreno puede soñar con reemplazarlo. En su última visita al país quedó demostrado, tras sus contradicciones, que el mercadeo afectivo suscita simpatías personales; no forzosamente votos.
González, en cambio, sí puede jugar el rol de rueda de emergencia. Quizá por eso ha sido tan bien cuidado por el oficialismo durante siete años. Correa, tras su partida del gobierno, repitió que con él no hay diferencias ideológicas. González le ha devuelto la gentileza pues nunca ha definido la naturaleza política del correísmo: solo ha hablado, como si se tratara de la administración de Sixto Durán Ballén, de aciertos y errores. Y él solo apoya los aciertos. No se ha percatado de que existen autoritarismo y atropellos a los Derechos Humanos.
Que los dos hombres se necesiten, no significa que el libreto que parece fundar esa relación sea inmune a los vaivenes de la política. González camina en terreno minado. El correísmo tiene graves problemas por delante y el hueco fiscal no lo cubrirá ni siquiera dejando el dólar por un hipotético Cóndor. Su apoyo a Maduro, su decisión de incrementar la mano dura, la crisis económica que se avecina… convierten en insostenible su anuncio de seguir apoyando las cosas buenas del correísmo.
Le resultará muy difícil hacer creer que él es un simple aliado crítico o una real alternativa política tras siete años de haber socapado todos los actos que hoy generan rechazo al gobierno. Además, el crecimiento político que necesita, solo lo logrará minando el electorado correísta. Porque si hay alternancia, el electorado no buscará al aliado de Correa sino a aquellos que están en el otro extremo del péndulo.
La salida de Ramiro González del gobierno calienta, en definitiva, el ambiente pre electoral de 2017. El correísmo activó una carta guardada. En su baraja, Ramiro González figura como gallo tapado.
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