miércoles, 22 de abril de 2015


Colcha de retazos

Me gustan mucho las colchas de retazos, son multicolores y alegran cualquier habitación. Antiguamente las abuelitas tejían los cuadrados que con paciencia unían, luego se transformó en una industria, primero de material reciclado y actualmente es todo un arte en la empresa de ropa de cama, sobre todo en Estados Unidos.
Además de abrigar, transmiten optimismo y jovialidad. Lo curioso es que las colchas de retazos diferentes están en general tan bien unidas, que cuando se gastan se rompen los cuadraditos, no las uniones, a semejanza de los bordados de Zuleta o de los otavaleños, se puede abrir la tela no el bordado.
La llamada casa embrujada de Urdesa tiene sus paredes pintadas con alegres rectángulos de colores luminosos y contrastantes, lastimosamente las paredes exteriores que eran un himno vital fueron pintadas de gris en nombre de los colores “debidos”, y nos suprimieron el júbilo que cantaba en la vereda.
Me fascinan las pinturas de Endara Crow y sus techos de tejas de colores distintos. Un solo color aburre pero unido con los demás, es un poema.
Casi me parece un cumplido llamar a un partido o a un movimiento colcha de retazos.
Lo grave es que los retazos estén cada uno por su lado, en ese caso no llegan a ningún lado, no sirven ni para pañuelo, pero juntos son difíciles de separar.
Simbolizan la unidad en la diferencia, el rechazo de la supremacía del pensamiento único, de la concentración en un solo poder, del caudillismo en nombre de la eficacia, la verdad y el saber hacer.
Lo preocupante es la masificación de criterios, de pensamiento, de eslóganes, de vestimentas.
Hubo una época en que la revolución cultural china nos hacía ver a todas las personas como clonadas, vestidas igual, caminando igual y con el mismo discurso. Cuando he estado en Cuba me resultaba agobiante el tener un solo periódico con una sola versión y la televisión con un solo estilo de programación, literalmente más sofocante que el calor en la isla.
Lo importante es que los retazos pertenezcan a algo, estén donde deban estar y formen las colchas que deben formar, sean partidos o movimientos. Lo conveniente es el aporte a un programa común desde la diferencia y respetándolas.
Para que en los partidos o movimientos los retazos estén unidos, son necesarias las discusiones democráticas a su interior, y un programa común que cada uno apoya desde su visión, sin que una sola persona sea dueña de la verdad que los demás deben acatar. La diversidad reconocida en la Constitución no se compagina con lealtades monolíticas. La uniformidad de una propuesta hegemónica deja a muchos actores sin posibilidades de expresarse y construir.
A veces lo colectivo debe primar, pero hay que mantener la posibilidad de discrepar sin que la sanción sea la expulsión o el vejamen, como cuando se discutió el tema del aborto en la Asamblea, o ahora cuando se sometió a votación la ley laboral.
Un líder debe ir más allá de su ego que le hace creer que es el abanderado de una causa, y situarse en la colcha entera teniendo en cuenta a todos los ciudadanos; el Ecuador somos todos, los que votaron por él y los que no lo hicieron. Los jóvenes que son demográficamente más, y los ancianos con quien el Estado tiene un compromiso solidario. En la actualidad tenemos necesidad de líderes con capacidad de unir retazos y formar una gran colcha que nos amalgame frente a los ajustes y recortes que la crisis económica traerá y que hay que reconocer públicamente. (O)

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