jueves, 9 de julio de 2015

Incredulo
BY  • JULY 5, 2015 • ESTUARDO MELO • COMMENTS (0) • 7158

INCRÉDULOS! Por Estuardo Melo

EStuardo meloNadie lo quiso creer, aunque, no faltaron las advertencias. Se propuso que asuman que los indicios que el gobierno dejaba traslucir, permitían suponer que nos querían forzar a vivir en un país comunista, porque que había un franco deterioro de derechos y libertades, y que iban aprobando leyes enviadas desde el Poder Ejecutivo que se aprobaban sin reparos en la Asamblea y se estaban valiendo de otros textos que subyacían en el texto de la Constitución.
Alguien pudo pensar que escribir sobre esos tópicos en los artículos tenía la intención de atacar al gobierno, pero no era tal. Era necesario advertir sobre la gravedad de lo que se venía y concienciar a la ciudadanía.
En octubre 2014, esperábamos que lectores reaccionen sobre lo que había esquematizado René Ramírez, el secretario del SEMPLADES, en su Plan Nacional del buen vivir, aprobado como tal para una vigencia de 6 años. No era un plan de desarrollo. La única y real intención del Plan, era consolidar en Ecuador un proyecto de transformación radical de la sociedad ecuatoriana hacia el comunismo. Al parecer, era tan descabellado y sin sentido, que nadie la tomó en serio, pero para quienes detentaban el poder, allí se concretaba todos los avances ocultos y se daba vía legal para su realización y la sustentaban en aquello que de forma subrepticia habían ya introducido en el texto constitucional aprobado en referendo.
Como todas las acciones del gobierno iban avanzando poco a poco en las intenciones previamente aprobadas, fue necesario poner en evidencia que esos planes eran contrarios al interés de desarrollo del país y la matriz productiva que también propusieron, era una matriz recesiva y ante frente a la crítica ciudadana, el Presidente la defendió creando la idea de que una restauración conservadora, estaba tratando de impedir el desenvolvimiento del avance de su plan.
Para fines del año pasado, ya había la percepción consolidada de que el gasto en obras y programas del gobierno había desbordado y no existía ninguna posibilidad de conseguir a través de las instancias de gobierno un control y auditoría de ese gasto, porque las entidades que debían hacerlo estaban cooptadas por el gobierno. El desborde consistía entre otras cosas, en inversión mal planificada, sin prioridades ni análisis de sustentabilidad de los proyectos. Como por ejemplo el ferrocarril.
Simultáneamente, el comportamiento del Presidente en las sabatinas, las historias contadas sobre él de parte de sus compañeros de juventud, permitían afirmar que esos síntomas de odio hacia los demás, el revanchismo en contra de sus supuestos enemigos, la saña demostrada en juicios y persecuciones, no eran de un personaje normal, sino que era un ensayo psicótico y demencial de acorralamiento, como de un gato que persigue a un ratón. Un gobernante prevalido por su poder acosando al ciudadano sin real capacidad para defenderse, solazándose de su acoso por en el temor que provocaba.
En sus avances, fue armando una estructura de poder parecida a la ejercida en tiempos nazis, en la búsqueda de un dominio total a grupos y personas, en un enfermizo afán de control político total a grupos e instituciones. Iba interviniendo en la sociedad, para tenerla en sus manos e ir implementando sus ocultas consignas.
En noviembre, la Corte Constitucional había demostrado su total obsecuencia con el poder, cuando aprobó las enmiendas a la Constitución, cuando el presidente pretendió su reelección indefinida, prohibida expresamente por la carta magna. La Corte que no dudó en prevaricar con tal de ceder al deseo del Presidente de permanecer en el poder, ya que se cree el único capaz de comandar la revolución que en el 2017, luego de 10 años, quedaría inconclusa. En eso tiene razón, no hay nadie en Alianza País, que tenga las características psicóticas, la tozudez ideológica ni sus habilidades populistas, para mantener el secuestro mental de sus seguidores, pero pretender reelección indefinida e inconstitucional tiene solamente tres razones: cubrir la ineficiencia anterior, la corrupción campante y decir que su revolución está inconclusa.
El Presidente juró solemnemente acatar lo establecido en la Constitución vigente para el ejercicio de sus funciones, pero no dudó en abjurar, tal como lo hizo con el desacato de la Constitución en su primer período en clara muestra de traición a la fe pública. Un presidente que abjura de sus promesas no es digno de ostentar magistratura alguna o la alta representatividad de un pueblo.
Pero todo estaba ya en la mirada pública no había para que disimular más. Las tres fases en que se sustentaba el correísmo, se manifestaban en todas las acciones del gobierno. La persecución y la pérdida de derechos, apoyada en acciones fascistas, falangistas y represivas; la ruta señalada por el Plan del Buen vivir, nos iba encaminando podo a poco hacia el comunismo cubano, como una ideología groseramente impuesta y, el populismo se demostraba en una obra ostentosa, a modo de muestrario propagandístico, el gasto desmesurado, en la propaganda goebbeliana, elefantes blancos de costo duplicado en un interminable catálogo de supuestos beneficios para el sector social.
Pero los errores gubernamentales se iban acumulando y era necesario señalarlos. Es que el Plan nacional del buen vivir contenía hipótesis falsas y argumentos mal asumidos y tergiversados, especialmente en aquello que se mencionaba para la equidad: la justicia como sinónimo de igualdad, que provenía de los tratados del profesor norte-americano Jhon Rawls, quién sustentaba que el Estado debía procurar igualdad ante la Justicia e igualdad de oportunidades para el progreso personal. No como tergiversadamente proponen una igualdad raza que obliga a la renuncia de derechos y la confiscación de bienes, con zombis en lugar de personas. Además se promovía la idea de la desaparición del capital como noción económica, la creación de la Propiedad republicana, la estatización total, a la que irían a parar todos los bienes de la producción y algo sui géneris para la transición hacia el sistema comunista: la necesidad de mantener como condición sine qua non, dinero a raudales para invertir, con el objeto de ofrecer una falsa percepción de éxito del plan transformador, hasta que se les terminó el derroche.
Ante semejantes avances y frente a una sociedad a la que le daba lo mismo lo uno o lo otro, había que asumir alguna forma en que los opositores dispersos despierten de su letargo y comprendan el peligro del vórtice al que se nos había llevado.
Como dijimos, los últimos actos de la Corte Constitucional, relativos a las enmiendas requeridas por el régimen, denotaron una obsecuencia y absolutismo totalitario en su fallo, en el que se evidencia el cometimiento de Prevaricato de los jueces constitucionales en una abyecta resolución que daña la estructura fundamental de la Constitución y pone en duda la palabra del Presidente de la nación en un atentado a la fe pública.
Ante los hechos consumados, hemos presentado propuestas que ayuden a visualizar las tareas políticas de la oposición y fundamentalmente la necesidad urgente de acuerdos que la lleven a la unidad, con una sola lista de asambleístas y candidatos a las primeras magistraturas. Una propuesta clara para que los ecuatorianos evalúen su futuro y comprendan mejor el significado de democracia, libertad y derechos.
Eso sí, bajo la premisa y el entendimiento de que la tarea de los próximos gobiernos serán tareas difíciles, porque la descomposición de la estructura del Estado ha llegado a su peor predicamento.
Es que a nadie se le pudo ocurrir que cale en la mentalidad de los ecuatorianos una alternativa, solapada por cierto, de pretender llevar a nuestra sociedad hacia un régimen comunista de corte cubano, de manera obligatoria, valiéndose de subterfugios y tretas vergonzosas, comandadas por alguien sin experiencia alguna para afrontar las responsabilidades del gobierno de un país, solamente gracias a haber tenido un contacto fortuito con otro gobernante mesiánico, convencido de que tenía que contaminar y difundir las absurdas hipótesis de Castro en sus vecinos, tomara la ambiciosa alternativa de lanzar su candidatura para presidente.
Esta lamentable experiencia gubernativa, nos ha costado diez años de deriva política hacia el autoritarismo totalitario y absolutista, con una nefasta consecuencia para la economía del país que tendrá que esperar por muchos años, para retomar un impulso de desarrollo. Lo único que nos queda es pagar la enorme e irresponsable deuda contraída, que limita las posibilidades de un desarrollo real.
Lo que es altamente preocupante es que en estos ocho últimos años, el gobierno se dio modos para evitar de forma absoluta, la auditoría de sus inversiones y una vez asegurado, pudo realizar obra extravagantemente cara con costos que permitieron una corrupción inimaginable para un pueblo pobre que esperaba respuestas y soluciones coherentes. A ratos, más parece que la motivación del desaforo por constituir, fuera el gasto y no la obra en sí.
Pero poco a poco, afloran verdades que por muy obvias fueron ahogadas por la propaganda oficial, abusando de la credibilidad de los ecuatorianos, como las descritas en el libro Testimonio de un Comandante, o en la investigación de Arturo Villavicencio referida al alto costo de las Centrales Hidroeléctricas y junto a esos, indicios sobre actos de corrupción que el sistema se apresuró en camuflar.
Salía también a flote, el caos de la administración económica del gobierno. No parecía ser ejecutada con base en planes programas o proyectos bien delineados, sino más bien un ejercicio caótico en el que un temible operario implementaba acciones antieconómicas sin meditar en el daño que las políticas económicas puestas en marcha infringían en la economía real del País. En el año 2008 se llegó a provocar por las no bien meditadas medidas, una inflación de dos dígitos en dólares, por la inyección en la modesta economía de un torrente de dólares de contratación y lavado de activos.
Ha sido el propio gobierno el medio por el cual los ecuatorianos nos enteramos de sobreprecios de obras de alto costo como Manudriacu y ese fue uno de los efectos detonantes de protestas. Quién podía pensar que el gobernante, autor de beneficios tan difundidos en la propaganda, fuera recibido a pedradas, o que sus campañas políticas tuvieran resultados adversos, cuando por cinco veces anteriores había obtenido el favor del pueblo, sino porque ya había conciencia de las garrafales fallas.
Ha sido un factor preponderante la contaminación del fracaso de los países con gobiernos inscritos en el socialismo del siglo XXI y la situación económica de la propia Cuba durante toda su vida en el sistema comunista. Es que resultaba inverosímil cómo fue que Venezuela, el país con mayores reservas de petróleo y con una industria boyante, en 12 años de gobierno se quedara sin poder importar papel higiénico, por falta de divisas, o que Argentina, otro país con enormes exportaciones agroindustriales estuviera en una situación casi permanente de default y que Ecuador luego de una bonaza en los precios de su petróleo, tenga que pagar sus nóminas con créditos de libre disponibilidad conseguidos de milagro en el exterior, porque todos, absolutamente todos sus recursos desaparecieron y se llegó al punto de dejar la dolarización y no tener con que divisas importar la materia prima de sus industrias.
Si en este momento tuviéramos que afrontar alguna contingencia, tendríamos que ir a mendigar quién sabe dónde, para resolverla, porque no hay un solo centavo de reservas.
El salto del jaguar, solo existió gracias al espejismo del precio del barril de petróleo y la mala noticia fue, que así hubiéramos seguido beneficiados por un barril de $100, no tendríamos con qué pagar la deuda que el gobierno contrajo. Sería bueno eso sí, que el Doctor de Illinois no diga cómo es que pensaba pagarla.
La gobernabilidad fue un arma de doble filo, mientras hubo estabilidad política en ocho años, esta se basó en la incondicionalidad de una Asamblea de borregos que aprobaron sin reservas los proyectos del ejecutivo. El Presidente dice que nadie como él ha hecho por militares, policías, maestros, médicos enrolados en el servicio público, pero de qué sirvió si el ¨salario digno¨ no podrá pagarse por la falta de recursos y por la falla de cálculo que convirtió a la administración pública en una administración fallida para los servicios y prestaciones sociales gratuitas y, para poder solventarlas, acude a nuevos impuestos y apropiación indebida de fondos y bienes. Resulta inaceptable que un país con un ingreso anual promedio de veinte mil millones de dólares, ejecute un presupuesto anual de treinta y cinco mil millones de dólares, manteniendo un déficit permanente financiado con crédito externo e interno. Una situación por demás absurda y sin sentido.
Urge entonces ante la debacle que irremisiblemente se viene, convocar a la restauración de los valores democráticos liberales y al redimensionamiento del Estado, con base en el consenso político, obviamente no el que el gobierno actual desea, sino otro, diametralmente opuesto en objetivos y metas.
En últimas fechas, hasta los inspiradores del buen vivir, un plan confiscatorio edulcorado con la distribución sin esfuerzos personales de los bienes de la producción, han señalado con sus críticas el fracaso de los propósitos del gobierno y lo acusan de exacerbar la modernización del capitalismo.
Entonces, las razones para permanecer en las calles, expresar el descontento, no es algo visceral ni poco meditado. Es que el ecuatoriano ha ido haciendo acopio de mucha paciencia, desde cuando el presidente abjuró la Constitución hasta ahora en que las evidencias de mal gobierno muestran una crisis profunda, que él en su ego crecido no logra entender.
El gobierno de Rafael Correa no va más, porque su permanencia y su necedad significan la quiebra total del Estado, la profundización de la crisis económica y el deterioro mayor de las libertades.

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