jueves, 30 de julio de 2015

¿Incluyente esto?


MARTÍN PALLARES


La actitud con la que el correísmo actúa frente al sombrío horizonte de la economía es la del combatiente vencido que va a firmar la rendición sin querer ver ni aceptar la magnitud de la derrota y que no atina sino a repetir, como autómata enajenado, un mantra. En este caso el mantra es, como se escucha en foros y en la prensa, “pero este gobierno ha sido incluyente”. Pero aceptar que este Gobierno haya sido incluyente sería injusto porque nada más excluyente que un Estado secuestrado por el caudillo y sus incondicionales. No es incluyente, por ejemplo, haber nombrado, como Fiscal de la Nación, a quien tiene vínculos familiares y de amistad con el caudillo sino que incluso fue abogado patrocinador de su demanda contra un banco. No es incluyente, entre tantas otras cosas, conformar un Consejo de Participación que elige a los más importantes órganos controladores del Estado, con miembros cuya independencia frente al Poder Ejecutivo está más que puesta en duda. Eso es, en verdad, burdamente excluyente. No es incluyente un sistema parido por una Asamblea Constituyente que se declaró de poderes absolutos a pesar de que nadie le extendió un mandato para tal cosa. Nada menos incluyente que un gobierno que decide ante sí y por sí que la administración de los fondos de los profesores cambie de manos o que se quede arbitrariamente con las utilidades que legalmente tenían los trabajadores de las empresas de telefonía celular. Es groseramente excluyente, más bien, que el caudillo use fondos del Estado para financiar un espectáculo sabatino, desde donde insulta a quienes no piensan como él. No es incluyente que haya un Gobierno que no informa sobre cómo gasta en sus medios de comunicación, a los que ha puesto el mote de “públicos” sin que siquiera en el nombramiento de sus directores participe la sociedad. Y, además, porque, se quedó ilegítimamente con los medios que se incautó a un grupo de banqueros para hacer de ellos órganos desvergonzados de propaganda. Es excluyente porque en su proceso de endeudamiento con la China, el Gobierno no ha publicado las condiciones en los que se pactaron los préstamos. Que haya habido gestos incluyentes como el de mejorar las condiciones de contratación de las empleadas domésticas o que se hayan ampliado los servicios de salud y seguridad social, no hace a un sistema incluyente. Un Estado que es secuestrado por el caudillo y los suyos es lo más excluyente posible, y eso se demuestra cuando se trata de reformar la Constitución para reelegir al caudillo entre las cuatro paredes de una Asamblea cuya única fuente de inspiración son las urgencias de este. Que este sistema se quede gratuitamente con la impronta de “ser incluyente” sería insoportablemente injusto. E incorrecto, que es lo peor.

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