jueves, 30 de julio de 2015

Decálogo de la última esquizofrenia correísta

Por José Hernández

El correísmo no imaginó el vuelco político que vive el país. De ahí su dificultad para encararlo. Rafael Correa luce a la defensiva. Reaciona. Perdió la iniciativa de la que gozó durante ocho años.
Rafael Correa entró en un túnel que ya recorrió el chavismo. Y en vez de reinventarse, parece decidido a imitar políticamente al régimen venezolano. Curiosa actitud porque en vez de corregir, emprende acciones que, por su cinismo, desnudan la verdadera naturaleza de su régimen. El llamado de Ricardo Patiño a organizar las bases de Alianza País, perfila una vía peligrosa: la violencia trepa al escenario.
Este es el decálogo bajo el cual el correísmo aborda ese camino. El país y el Presidente podrían mirarse en el espejo de Caracas.
  1. Desaparecer la realidad. El Presidente prescinde de la realidad-real como referente: no lo chiflaron ni le piden dejar el poder porque él no estaba aquí durante la semana mayor de las protestas. Tampoco estaba en la limusina que seguía al Papa e inspiró en su recorrido el grito de “Fuera Correa, Fuera”. Es decir, no era contra él. Los manifestantes son cuatro pelagatos. Él sigue teniendo cerca del 70% de popularidad y funcionarios y militantes dicen lo mismo. No hay crisis fiscal. Él gana en las urnas (aunque no da paso a ninguna Consulta Popular).
  1. Crear una nueva realidad. El Presidente construye percepciones y no se siente obligado a probar lo que dice: los manifestantes están mal informados o son manipulados (no dice por quiénes). Son violentos (erige un caso en razón suficiente). Hay un golpe de Estado en curso (no aporta ninguna evidencia). Estas protestas hacen parte de un plan global “contra los gobiernos progresistas de la región”… (no dice quién lo opera). Las protestas son solamente contra dos leyes que apenas afectan al 2% de la población…
  1. Tomar sus deseos por realidades. El Presidente se da cuerda y acaricia la autoestima del auditorio con falacias: la economía ecuatoriana es un ejemplo para el mundo. Aquí se hacen experiencias que son vanguardia en el mundo y, en vez de ser excepcionales, son ahora, con la revolución correísta, moneda corriente (lo dijo en la sabatina del 18 de julio). El Ecuador ya cambió. Sus opositores quieren llevar el Ecuador al pasado…
  1. Endosar todas las culpas a los opositores. Lo hizo con la partidocracia. Ahora lo hace con los efectos de sus propias políticas: la culpa de la poca inversión que llega a Ecuador se la achaca, tras ocho años de gobierno, a las protestas! Esto apenas comienza. En Venezuela, el chavismo endosa su ineficiencia y hasta el desabastecimiento a la oposición…
  1. Incrementar el número de coartadas. Se trata de librarse de responsabilidades por adelantado. El ejemplo del diálogo nacional es paradigmático. Habla de diálogo y afirma, desde ahora, que después de tres meses, el país le dará la razón. Habla de diálogo y, al instante, lo vuelve inviable: desprestigia a los actores reales mientras fabrica interlocutores. El caso elocuente es Alberto Dahik, prototipo ideal de la vieja partidocracia que los suyos resucitan de entre los muertos.
  1. Las víctimas son ellos. Es un eufemismo que permite subir la violencia al escenario. El correísmo, que posee todo el poder de represión del Estado, se convierte, retóricamente, en mártir de algunos ciudadanos violentos. Y al hacerlo produce un lavado de manos en vivo y en directo: la violencia siempre vendrá del lado opositor. El Presidente ya ha ensayado ese discurso de esta forma: la oposición no gana en las urnas, está desesperada, usa la violencia, es desestabilizadora, hace parte de un complot internacional y cuenta con todo el poder mediático. Y con las redes sociales…
  1. Tener fuerzas de choque. El correísmo da un paso en el mejor estilo chavista hacia lo que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello llaman “Colectivos” y “Unidades de batalla”. Tras formarlos dizque para defender la revolución, los chavistas los usan para aterrorizar a los manifestantes. Incluso para asesinar. Aquí, el Presidente dijo que su objetivo es llenar la plaza de la Independencia en dos horas. No obsta: es un paso hacia la creación de grupos que, por su naturaleza, se mueven en la órbita del paramilitarismo pues la Policía es la que debe velar –es su deber constitucional– por la seguridad de todos los ciudadanos. Correístas o no. ¿Ricardo Patiño incluirá en esos grupos al lumpen como hizo el chavismo? ¿Los armará como hizo el chavismo?
  1. Concentrar más poder. Parece imposible, pero autoritarismo es sinónimo de pacman insaciable e irracional. ¿Recuerdan que Chávez y Maduro, a pesar de tener todos los poderes, pidieron y obtuvieron leyes habilitantes que los dotaron de poderes especiales? Pues el Presidente parece decidido a que la Asamblea vote las enmiendas que, en sus cálculos, le darán elección indefinida, opacidad total y Fuerzas Armadas a su favor. La Asamblea probó el martes 21, que lejos de morigerar el pensamiento presidencial, genera un enorme eco. Es un flaco servicio hecho a Rafael Correa por parte de sus seguidores porque las protestas han disparado un mensaje de fondo: el poder debe tener límites. De lo contrario, Ecuador correrá desaforadamente a imitar a Venezuela.
  1. Afirmar que sin ellos Ecuador va al despeñadero. Es una ilusión ideológica que cualquier página de historia desmiente. Lo peor para el correísmo es que mientras más tiempo tarde en admitir la realidad, más pasivos y más víctimas genera. Por ende vuelve más pesada la factura y más dramático el círculo esquizofrénico en el cual se mueve. Este espejismo ideológico será repetido con otro, igualmente disparatado: necesitan más tiempo para culminar su mal llamada revolución ciudadana.
  1. Cero política, más activismo: se ve hasta en la posibilidad de sacar gente a la calle en algunos gobiernos locales para responder al paro nacional. Más activismo, más cadenas, más discursos, más catequesis, más de lo mismo… como si el país que fue correísta, en un alto porcentaje, no hubiera cambiado. Es irresponsable y criminal que el correísmo esté dispuesto a repetir la desgracia que vive Venezuela, solo porque su líder no quiere aceptar que la democracia incluye la alternancia de poder. Y porque sus amigos, en vez de decirle que compita lealmente, cobardemente socapan sus fantasías autoritarias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario