lunes, 26 de abril de 2021

 

POR: Armando Sacta Guamán

Publicado en la Revista El Observador (edición 122, abril de 2021) 

 


El libro de Nabón
La historia de los pueblos está viva en el recuerdo de los testigos que la vivieron. Por eso nuestro equipo de investigación, compuesto por José Mayancela, Fernando Ortega y mi persona, fuimos a la casa del señor Honorio Ochoa Patiño, promotor del desarrollo de Nabón. Lo primero que sorprende es el archivo de la cantidad de fotografías históricas y patrimoniales de su tierra natal, además sus apuntes de la historia de su pueblo querido, al que lo sirvió años atrás con su gran voluntariado. También en la sala de su casa destacan diversos instrumentos musicales, con las partituras de sus creaciones de pasillos, albazos, tonadas, pasacalles y otros ritmos de la música nacional. Honorio Ochoa Patiño es un verdadero Señor, con un carisma que genera una inmediata confianza y fraternidad, narrando la vida urbana y rural de Nabón, desde cuando fue niño hasta la actualidad. En lo personal su trabajo mayor ha sido la docencia en la primaria y la secundaría, su conversación es amena, su vida está llena de anécdotas y su corazón repleto de bondad. La tarde está por terminar, y antes de despedirnos, su esposa señora Sara San Martín Ochoa, nos invita a tomar un sabroso chocolate con exquisitas tortillas de maíz párug. Al final un buen apretón de manos, con el anhelo de retornar otra vez. Luego regresamos a Cuenca, con información para continuar escribiendo el LIBRO DE NABÓN.

Otro día, con igual propósito, el mismo equipo, llegamos a una hermosa casa patrimonial, bien conservada, ubicada en Tamboloma; barrio del Centro Cantonal de Nabón. José Mayancela toca suavemente la puerta de calle y en seguida nos atiende un caballero cultísimo, es el señor Víctor Quezada Carrión, invitándonos a ingresar. Nos lleva hasta su Museo, en un cuarto de extremada limpieza, con objetos de visible antigüedad: Testamentos y Escrituras con letra gótica, escritas con tinta y pluma; Escopetas de chimenea parecidas a la de Daniel Boone, una Quipa preciosa, una Caja de cobre para elaborar cosas vaciadas en oro y plata, un Molino de moler café, un Puñal en su vaina de cuero, una bonita Balanza de madera, una Batea de madera para lavar oro, un Almud de madera para medir trigo y cebada, varios Tubos de metal que servían de moldes para fabricar ceras, un hermoso Farol con laterales de vidrio, un lujoso Ropero de madera para colgar ropa y sombreros, varios Reverberos y otros objetos valiosos. Pero lo más extraordinario es una Alforja de cuero, con hebillas cosidas con piola delgada; es una Alforja única, llamativa, bonita y a simple vista muy antigua; se conoce que perteneció a Simón Bolívar, El Libertador. Había dejado en Nabón, en la Posada que se hospedó en una de sus jornadas libertarias, de paso hacia el Perú; llegando a la tenencia actual del señor Víctor Quezada, a través de sus ascendientes maternos.
 
Según la tradición familiar, Simón Bolívar se hospedaba en la casona de los cónyuges Ángel María Carrión y Virginia Ochoa Solano, bisabuelos maternos del señor Víctor Quezada Carrión; quienes, con el máximo afecto, recibían a Bolívar y otros libertadores, brindándoles aposento y alimentación.

Además el señor Víctor Quezada nos cuenta que Simón Bolívar ha tenido un hijo en Nabón, con una joven de apellido Ortega; hijo que la gente llamaba el tronco Ortega, quien trasladándose a residir en Saraguro, nunca más regresó, por eso se ignora el resto de su vida. Esta versión de que Simón Bolívar tuvo un hijo en Nabón, coincide con lo que mi amigo Arqueólogo Antonio Carrillo Buenaño me contó hace treinta años, cuando en 1990 fuimos a Dumapara. Por todo esto, con la esperanza de encontrar otro indicio al respecto, revisé los Libros de Bautismos del Convento de Nabón; encontrando que no existen cuatro Libros de suma importancia, correspondientes a la Colonia, los años de las luchas libertarias y los diez años de la Gran Colombia; pues el Quinto Libro de Bautismos comienza el 8 de Enero de 1830, año que la Gran Colombia estuvo desintegrándose. 

No debe sorprender ni causar incredulidad que Simón Bolívar y otros libertadores hayan dejado descendencia en los pueblos por donde pasaban en sus luchas por la independencia. Bolívar era la fascinación de las mujeres y son conocidos sus romances amorosos. Además es normal, natural, hormonal, el amor, el placer, la procreación. Y siempre las mujeres tenían hijos en libre, ocultando sus embarazos y guardando en secreto la paternidad. En los Libros de Bautismos de la Iglesia, se hacía constar como hijos fornicarios, ilegítimos o de padre desconocido, llevando solo el apellido de la madre.

En los días que Simón Bolívar estuvo en Nabón, el pueblo debía ser pequeño, apenas un caserío; y de seguro sus habitantes residían conociendo la vida y los hechos de la vecindad. Por eso sabían la descendencia de Bolívar y para evitar cualquier estigma, este hecho se difundió con mucho recato.    

Asimismo el señor Víctor Quezada nos cuenta cómo era Nabón en su niñez, hace setenta años atrás; y siente nostalgia por las casas y casonas patrimoniales que ya no existen. A la entrada de la plaza, había una casa grande, con paredes anchas, balcones a su alrededor, de ocho pilares, con patio amplio. Era la casona de sus abuelos maternos y allí se hospedaba Simón Bolívar. Además existía otra casa grande, que también servía de tambo, con un salón para reuniones, un cuarto utilizado como celda, dotado de un cepo de madera para sujetar la cabeza y los brazos del preso; además un corredor largo que servía de escenario para la presentación de dramas, comedias, sainetes y cantantes; cuyos actores eran de los circos que pasaban hacia Loja, porque en ese tiempo no existía la actual carretera. Recuerda que en las fiestas, de las propiedades medio lejanas, los fiesteros salían en caballos, con terno, corbata, botas, espuelas y poncho; eran los auténticos chasos. Los bailes tenían la música de guitarras y concertinas que entonaban alegres cachullapis.

El señor Víctor Quezada Carrión es poeta, cuando estuvo en Toronto (Canadá), publicó varios poemas suyos en el periódico “El Popular”, un diario de habla hispana. De regreso a su tierra, en 1985, editó un pequeño poemario, para obsequiar de recuerdo a sus amigos. Actualmente está corrigiendo otras poesías para una próxima publicación.

Continuando con nuestras investigaciones, otro día viajamos a Cochapata, una de las tres parroquias rurales; que junto a Las Nieves, El Progreso y la parroquia urbana del Centro Cantonal, forman el cantón Nabón. Al llegar sorprende la belleza del Centro Parroquial, con sus hermosas casas patrimoniales, de vivos colores, con largos corredores, balcones y todas con techo de teja. Qué ambiente tan agradable, tranquilo, sin contaminación auditiva ni atmosférica, en medio de verdes cultivos que adornan su paisaje natural. Es una verdadera maravilla. Justa razón tienen sus hijos laboriosos, al sentir un sano orgullo siendo nativos de Cochapata; tierra llena de historia y cultura. Por sus caminos, en dirección hacia el Sur, pasaron Bolívar, Sucre y los demás libertadores, en las luchas de la independencia del coloniaje español.


Otro día fuimos a Las Nieves (Chaya en cañari). Desde la carretera hacia Loja se ingresa a la izquierda, en el sector La Jarata. La vía es angosta, en tierra, con algunas curvas cerradas. Viajando diez kilómetros más o menos se llega al Centro Parroquial; ubicado al fondo y costado de la cordillera, en una pequeña planicie. También en su vehículo nos acompaña el Economista Heriberto Godoy Mendía, nativo de la parroquia.


La mayoría de las casas de la Chaya son patrimoniales, de dos pisos, con corredores y balcones; pocas son bajas, de un piso. Algunas en el corredor tienen bancas sencillas, para el descanso de feligreses y turistas. Hay varias calles en tierra. No existen edificios. El parque es atractivo. La iglesia tiene un frontis moderno y no es muy grande; allí reside la patrona de la parroquia, la Virgen de Las Nieves. Una señora me cuenta que la Virgen se apareció a una niña, mientras pastaba a sus ovejas; milagro que fue considerado como el deseo de la Virgen de estar en la parroquia, por eso se construyó el templo para ella. Su fiesta se realiza el 5 de Agosto, con la asistencia de muchos devotos que vienen de diversos lugares.


El Centro Parroquial no tiene mucho espacio a donde extenderse, está rodeado de precipicios, excepto al lado occidental, donde se levanta la cordillera. Pues al norte está la Quebrada Tranca, al sur la Quebrada Honda y al oriente la profunda Quebrada del Río León.
 Conversando con el Economista Heriberto Godoy, descubro que es un verdadero amante de su tierra. Le interesa que Chaya tenga buenos servicios básicos, para bienestar de los moradores; además que las personas residentes en sus casas, desarrollen proyectos de trabajo. Por otro lado le preocupa la erosión constante de la Quebrada Honda, donde el único remedio es reforestar con vegetación nativa. 

Luego de observar la parte urbana de Chaya, el Economista nos invita almorzar en la casa de su mamacita. Es impresionante el afecto, la cultura, el trato y la generosidad de toda la familia para nosotros los visitantes. Es una familia maravillosa, una familia ejemplar. 

Nos brindan un exquisito banquete, con abundante comida y grandes presas de cuy asado; en medio de conversaciones llenas de historia, costumbres, leyendas y tradiciones. Nos faltaron palabras para agradecer por la atención recibida, pero nuestra gratitud llevamos dentro del corazón; anhelando que tengan una vida larga, llena de salud y felicidad.

Hay tanto que narrar de la grandiosidad de Nabón. Sin embargo, sólo contaré que hace cuatro años, a comienzos de Abril del 2017, se produjo un deslave en el sector “El Membrillo”, a poca distancia del Centro Cantonal; dañando seriamente la carretera. En efecto, inclusive arreglada la vía de alguna manera, en la longitud de unos doscientos metros, han quedado ondulaciones de daño permanente.

Por este motivo, para observar la magnitud del deslave, nuestro mismo equipo, desde el Centro Cantonal bajamos por la antigua carretera, hasta llegar al puente de la Quebrada Virgenpata; un puente de madera que no ha sido cubierto por el material del deslave.

Con mucho cuidado nos aventuramos a caminar sobre los suelos del deslave, comprobando la enorme dimensión del mismo, con los árboles inclinados, las casas destruidas, sin ningún trino de los pájaros, con grandes y profundas grietas, en cuyo fondo se escucha el descenso de diversas corrientes de agua. El panorama tétrico, el silencio, el peligro de las grietas, genera miedo. Todo impulsa a salir de inmediato a lugar seguro.

El deslave ha cubierto para siempre la antigua carretera, en un espacio de un kilómetro más o menos. Esta parte de la carretera, ahora sólo queda para el recuerdo de quienes caminaban o viajaban por allí. La inmensa cantidad de tierra del deslave está sostenida en la ladera y sería terrible que se deslice hasta el fondo del valle “La Playa”, pudiendo tapar inclusive el cauce del Río León. Quizás nunca esto suceda.

Pero como toda prevención es buena, conviene que en las alturas del sector “El Membrillo”, se realicen canales de coronación, para que recojan las aguas lluvias y las aguas de riego, siendo dirigidas hacia las quebradas naturales. En los terrenos de pastos de la ganadería se deben abrir angostos canales, inclinados a manera de las costillas de pescado, para que las aguas de riego aunque sean por aspersión, también bajen a las quebradas naturales. La señora Mariana Naula Miranda, damnificada que perdió la única propiedad que tenía, compuesta de casa y terreno de cultivo, que heredó de sus finados padres Miguel Naula y Rosa Miranda; indica que el deslave “sigue descendiendo lentamente, al igual que el nivel de la carretera”.

Aquí termina el resumen de algunas anécdotas vividas en las investigaciones para el LIBRO DE NABÓN, en cuatro Tomos, de la autoría del Licenciado José Mayancela Jaigua, habiéndose publicado el TOMO I. Este Libro de Nabón, no es sino un estímulo para que los nativos de este preciso Cantón, especialmente sus jóvenes, continúen investigado la historia, el patrimonio natural y cultural que tiene su tierra natal. El Licenciado José Mayancela Jaigua se sentirá muy feliz, cuando sepa que alguien de Nabón está prosiguiendo el camino de la investigación que él deja abierto.

Finalmente la gratitud para el Licenciado Jaime Cedillo Feijóo, Director de la Revista EL OBSERVADOR, por admitir la publicación de las anécdotas narradas; con el anhelo de valorar la historia y la cultura de Nabón.

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